La condición de su pesadilla residía en la imposibilidad de despertar en el tiempo. Soñaba siempre con un vecino. Y en ese vecino estaba cifrada su muerte: un corazón extraido del tiempo. ¿Qué otro fenómeno más sobrenatural que la vecindad? Verificaba en la vecindad no la continuidad, sino la simultaneidad. La posibilidad de que el tiempo, y por ende el amor y la mortalidad, fracasaran en el espacio.
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