Sadeq Hedayat (Teherán, 1903- París, 1951) escribió una de las obras más misteriosas y perfectas del siglo XX : "La lechuza ciega". En esta novela, el narrador disecciona el ojo maldito de un fumador de opio, proyecta sobre objetos y personajes fantásticos fragmentos de una identidad perdida en un Irán atemporal. Las anécdotas se encadenan y mutan como en Las mil y una noches. En vez de Sherezada, acá es un ojo alucinado -una máquina que invierte y miniaturiza el mundo- el centro de un procemiento inquietante: el de perforar el ojo, vaciar el sentido de la mirada, y explorar el fluido interno de la alucinación. En ese espejo líquido ha quedado suspendida para siempre una imagen femenina. Como en Kafka, en la obra de Hedayat lo alucinado no retorna desde lo real y no se hace eco en la mirada. Es tan sólo lo que el ojo no ha podido borrar de la superficie.
Admirado por el surrealismo, Sadeq Hedayat escribió siempre en farsi, y además de "La lechuza ciega" publicó volumenes de relatos y numerosos estudios sobre costumbres y supersticiones persas. Cursó estudios en Francia y volvió a su país, a militar en el partido independentista Tudeh. Decepcionado por los resultados de su militancia y por la inadecuación entre su literatura y el gusto imperante en el Irán de los años cuarenta, regresó a Paris, donde se suicidó a los cuarenta y ocho años.
Admirado por el surrealismo, Sadeq Hedayat escribió siempre en farsi, y además de "La lechuza ciega" publicó volumenes de relatos y numerosos estudios sobre costumbres y supersticiones persas. Cursó estudios en Francia y volvió a su país, a militar en el partido independentista Tudeh. Decepcionado por los resultados de su militancia y por la inadecuación entre su literatura y el gusto imperante en el Irán de los años cuarenta, regresó a Paris, donde se suicidó a los cuarenta y ocho años.
Acá, una versión en inglés de La lechuza ciega -en castellano fue editada por Siruela-, y una breve semblanza.
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