viernes, mayo 25, 2012

Viajes iniciáticos


Desconocía el desamparo hasta que viajé a Cuba solo, a los dieciocho años, en pleno período especial. Me alojé en las afueras de La Habana, en una habitación que un conocido me había comentado se alquilaba. Las condiciones de vida eran muy duras y estaba a kilómetros de la ciudad. No sabía qué hacía ahí, en ese suburbio de la escasez.
Quería volverme. El paisaje no coincidía con la ciudad que había imaginado. En vez de volver, me trasladé a otra casa de familia, ahora en la ciudad. Me encontré más solo y aterido ante ese inefable mercado negro que subyacía en La Habana. La calle era un blanco móvil de vendedores ambulantes, niños, traficantes de todo tipo y mujeres ferozmente sensuales. (Sigue en Mundos íntimos, Clarin

sábado, mayo 19, 2012

Ciudades que escriben


Hay personajes que sólo pueden darse en ciertas ciudades, de la misma manera que algunas especies de plantas en determinados climas. No porque la ciudad sea una proyección de la psicología de un personaje o la cosmogonía urbana un molde para cierto pathos, como sucede con la Buenos Aires de Roberto Arlt o La Habana de Cabrera Infante, sino porque hay afecciones que en cierto entorno urbano se manifiestan, por no decir que explotan.
Tiendo a creer que muchas de las grandes novelas ubican al personaje en la ciudad justa, esto es, el territorio en que el héroe puede liberar una batalla compulsiva contra las miserias de la existencia o la alienación social. Es quizás un clisé de la literatura moderna agotado por Sartre en la París de la trilogía Los caminos de la libertad. El drama subjetivo de individuos abrumados por sobrevivir en una ciudad que es teatro de la enajenación burguesa y a la vez de uno de los movimientos intelectuales más potentes del siglo XX. Pero además hay ciudades que enmarcan la fatalidad histórica, como la Berlín de Alfred Döblin, o ciudades que son la materia ideal para hilvanar un fresco social contrahegemónico, como la Nueva York de John Dos Passos. (Sigue en el blog de Eterna Cadencia...)

viernes, mayo 11, 2012

Acerca del Diálogo latinoamericano en la Feria

En el contexto de un acontecimiento multitudinario como la feria, un diálogo viene a cubrir, de alguna manera, junto a la actividad de los sellos independientes, los blancos que quedan en la cultura libresca. Por eso un Diálogo Latinoamericano para cualquier feria es una apuesta. Puede articular preocupaciones y asuntos que exceden las convenciones editoriales, académicas y mediáticas. En Buenos Aires se desarrolló como un abanico de debates que, aunque no cuadraron en el repertorio de actividades promocionales típico, convocó una cantidad de público inusual. Como en la feria de Santiago, donde se originó y se llevó a cabo por primera vez, la necesidad de intercambiar puntos de vista produjo mesas de alto voltaje y salas muchas veces llenas. Además de once paneles, cada uno con su eje temático, hubo quince autores latinoamericanos invitados, entre ellos los chilenos Rafael Gumucio, Alejandro Zambra y Alejandra Costamagna, la mexicana Guadalupe Nettel, el uruguayo Ercole Lissardi y el puertorriqueño Eduardo Lalo, junto a otros tantos argentinos. Estos cruces confirmaron que en esta coyuntura excepcional para Latinoamérica, la literatura también puede encarnar una unidad heterogénea y potente. Es que entre muchísimos interrogantes abiertos algo quedó claro: que la lengua y la geografía esconden matices y diferencias que a falta de debate pueden disolverse detrás de generalizaciones. Deshacer la trama idiomática latinoamericana, desgranar el mito del Boom, modular la relación entre violencia y erotismo, aquilatar las experiencias urbanas y la exuberancia de nuestro paisaje, fueron algunos de los tantos desafíos o, podríamos decir, sueños realizados que dejó este Diálogo que sigue, como en una carrera de relevos, en la Feria de Lima. El eje de estas mesas y el entusiasmo que las acompañó fue, en definitiva, una señal de los cambios que la feria experimentó este año: dejó de ser un acontecimiento de carácter exclusivamente comercial para volverse una zona hospitalaria, de tránsito y reflexión para escritores contemporáneos.


Publicado en Página 12