domingo, julio 31, 2005

Vuelta

Pensé que no iba a volver nunca al blog. Pensé que había perdido pulso y pulsión. Pero las primicias que envía Mr. Brauer -capaz de imitar a un enano, enterrar con una cucharita de sopa al señor presidente en el cantero de mi casa y entonar el Requiem de Mozart, todo a la vez- me empujan a remontar de a poco la actividad blogueril.

martes, julio 26, 2005

Humo

Me levanto maltrecho. Algo ha sucedido. En mi boca levita el gramaje de un pequeño crimen doméstico. Después de una feliz velada junto amigos, después de haber presenciado a Mr. Brauer encarnando un animal mitológico bajo los crocantes focos de un humo negro, quedo solo y descubro su garganta sedada en un objeto. Estoy inmóvil en el cuarto de techos altos y pisos huecos. Es ella, recostada en la clepsidra mañosa de mi sueño. Despierto. Pierdo. El frío estría colmillos en las paredes blancas y miniaturiza restos de la madrugada. En la curva crepuscular de la lámpara relampaguea una mujer ahorcada. El presente de la voz ha entrado en el futuro ancho de un cuerpo.

viernes, julio 22, 2005

El azar

Algunos encuentros están regidos por un azar noble. Ese azar noble, contracara del determinismo de Spinoza, descubre en una mujer el perfil ocelado, la grafía más genuina e inteligible del deseo. Entonces la belleza es anterior al cordón del ojo, es el calco umbilical de una costilla faltante, como si la sincronía amorosa no pudiera darse de otra manera: primero la carga de la voz, luego el moroso engranaje de la piel adherido al espacio como ilegible seda.

miércoles, julio 20, 2005

Uñas

La salud pedigráfica es y será un enigma para fetichistas irredimibles. Un poco ingenuamente uno podrá preguntarse por qué algunos hombres tienen pies proporcionados y otros deben ocultar esas cápsulas amuñonadas de carne y callos en zapatos de rígida hechura. ¿Por qué algunos, como yo, tienen tendencia a refriarse por los pies, debido a lo cual, en invierno, prácticamente no espían la vendada arquitectura de sus plantas? El misterio se suaviza y arena en las mujeres: al revés que en los hombres, todo pie femenino coontiene formas atendibles, mapas añiles de melancolía o una preñazón de signos amorosos, y siempre merece una pesquisa sensual como la que destella Sophrosine en relación a los varones que conoció.

domingo, julio 17, 2005

Identificación de una mujer II

De acuerdo, una mujer desaparece para dejarle al hombre un espacio decisión. En esa desaparición el hombre decide buscarla y corregir el enigma que más tarde dará lugar otra desaparición. Lo que Badiou deja fuera de campo en su lectura de la película de Antonioni es que a menudo el hombre, al buscar a esa mujer puede renunciar identificarla no porque duscubra su imposibilidad, sino porque encuentra en el lugar del enigma a otra mujer. Ahí reside la paradoja: identificar a una mujer es imposible porque lo que de ella se identifica está en otra mujer. Ese es el verdadero espacio de decisión que, sin saberlo, propone una mujer al retirarse: no exige una decisión respecto al amor, si no respecto a esa otra mujer -pasada o futura- que interfiere su posibilidad de ser identificada. A pesar de todo esa otra mujer, a la manera de un negativo, delata a la anterior -siempre tardíamente-, la incluye y la encadena a todas las habidas y por haber. Ésta otra mujer seguramente desaparecerá porque la decisión de un hombre nunca alcanza: si esa decisión es sincera, entonces la mujer tiende a transformarse en la otra para abrir la exigencia de otra definición, o bien elige flotar en el pensamiento encarnado del amor, o bien huye espantada por los anatemas del hombre que se sabe enamorado y lo confiesa porque ha identificado en ella... a una mujer en pasado.

sábado, julio 16, 2005

viernes, julio 15, 2005

Correspondencia Carl...

para vengarme por la frialdad con la que me trataste ayer diciéndome que olvidas mis mensajes y que te da lo mismo contestarlos o no, soñé con vos, que estábamos en una fiesta del under de los noventa (un lugar que era una mezcla del morocco, byf y the age of comunications) y que el cartero tocaba el timbre y era una carta para vos. te daban un trabajo como médico en un país de Africa, debías partir urgente la semana próxima a más tardar, vos me mirabas y justo cuando ibas a hablar sonó el timbre y me desperté. nada, un sueño. Carlota

jueves, julio 14, 2005

Identificación de una mujer, de Antonioni, por Badiou

"(...)Comencemos por el título. Identificación de una mujer es una verdadera traducción del verdadero título italiano. Digamos que es un verdadero título, o más bien, el titulado de una verdad. ¿Qué verdad? La siguiente: aquello de lo que el cine es capaz en cuanto al sexo o a la sexuación, aquello de lo que incluso sólo él es capaz, es de figurar sensiblemente, corporalmente, no -como se cree demasiado a menudo- la distribución de los roles sexuados o las imágenes de esa distribución, si no -y esto es infinitamente más delicado y más original- el proceso de identificación de lo que se sexuado significa para un sujeto.
Que una mujer ame a un hombre designa a ese hombre como identificador de esa mujer. Amar es un deseo, por lo tanto un deber, pues deseo y ley son una sola y misma cosa. Amar a una mujer le fija a uno el deber de identificarla. ¿Será usted capaz de sostener ese deseo, ese deber? Pregunta que no es en modo alguno la de un rol, o la de un tipo, porque constituye a un sujeto.
En el filme de Antonioni, una de las dos mujer sometidas a identificación, la segunda, Ida, le dice a su identificador masculino, el creíble Niccolo: "Soy una persona como tú. Es un azar que no sea del mismo sexo." Me gusta pensar que de lo que se trata en el cine, en cuanto a la sexuación, es de ese azar, de la captura de ese azar y todas las consecuencias de ese azar: ser de tal o cual sexo.

(...) El cine plantea, a través de la exhibición y la evasión de los cuerpos, y en el machaqueo de los signos, los siguientes interrogantes: si el sexo es el suplemento contingente que afecta y divide a la humanidad genérica, ¿se puede esperar reunir ese suplemento con esa genericidad? ¿Existe una humanidad de la sexuación, o es esta de esencia inhumana? Sólo se puede responderá esta pregunta mostrando, en situaciones a la vez singulares y típicas, cómo se hace, desde el interior del amor o de su suposición, la identificación del otro sexo. Pues si esa identificación es posible, nada impide que se la pueda reunir con la potencia de identidad y de semejanza de la humanidad genérica. Si es imposible, la división es irreparable, y el motivo mismo de la humanidad, en el mínimo de identidad que requiere, está herido, lastimado.
Se puede hacer de otro modo la pregunta: ¿el amor es la escena donde el fundamental Dos de los sexos produce laboriosamente un pensamiento identificante de su propia dualidad? ¿O es siempre el testigo desgarrado de una identificación imposible, de un Dos que sólo existe amorosamente en el enigma y en el exilio?
O también: ¿el amor es humano o inhumano?

(...) Quisiera demostrar que lo que el filme de Antonioni nos invita a pensar es lo siguiente: el proceso de identificación de una mujer en el amor depende, en lo que al hombre se refiere, de una capacidad de decisión que falta en la mayor parte de los casos. O también: se cree que una mujer es un enigma mientras se cree que de lo que se trata es de conocerla. Pero en realidad se trata de decidirla.
El genio de Antonioni consiste en sumergirnos en orden ideológico de la representación masculina, que coloca el enigma en puesto de mando, y en hacernos ver, discretamente, que una decisión efectiva hubiera clarificado todo.
(...) Si miramos bien de cerca, y especialmente si revemos todo a partir de lo que denomino el momento fílmico del no actuar, hay que pensar de otro modo: la mujer huye para crearle un espacio de decisión a aquel que ama, pero del que no puede saber, justamente a falta de decisión, si la ama a su vez. Si ella desaparece el deberá al menos decidir buscarla. Y como dice Pascal, si la busca es porque verdaderamente la encontró, es decir, la amó.
(...) Lo que pone la identificación de una mujer en el orden del día es el azar amoroso de un encuentro por el cual, de pronto, dos fragmentos de la humanidad indivisa entran en el juego de la diferencia y de su pensamiento. La brutal sexuación de las cosas por el azar de un encuentro: eso es lo que introduce, mucho más allá de las aporías del acto sexual, en el laberinto de la identificación.
Pero lo que la hace fracasar, al menos para Antonioni, pero también para muchos otros, es, dicho llanamente, una contradicción filosófica. Para la polaridad masculina -y es tal vez aquello que le es más esencial- identificar es conocer. Y como en realidad no hay nada que conocer y la desnudez pornográfica misma no da a conocer nada de una mujer, hay forzosamente un misterio que, poco a poco, invade el universo. Para la polaridad femenina toda la cuestión consiste en que el amor se decida explícitamente, aunque no sea más que por una declaración de amor. Esta vez se trata del acto, no del conocimiento. Si demasiada indecisión inicia demasiado misterio, se lo agravará por el retiro o la desaparición que brinde así, por un añadido deliberado de enigma, una última oportunidad a la decisión.
Antonioni es un maestro singular en lo tocante a ese movimiento del enigma, y a esa cuestión del acto faltante, que es el que disiparía su amargo encanto. Por eso es justamente un cineasta de la identificación de la mujer, en la medida en que esa identificación, por el hecho de ser imposible para un hombre, sigue siendo uno de esos escasos reales que, todavía hoy, se le proponen."

Fragmento del libro Imágenes y palabras. Escritos sobre cine y teatro. (Manantial, Buenos Aires, 2005)
Alan Badiou

lunes, julio 11, 2005

Interpretadores

En estos días me llegó al mail el interpretador número 16: los suplementos quedan hechos aÑicos .
A la vez aparece otro nuevo blog , cuyo responsable es bien identificable por sus letrotas y sus humoradas garroneras.

viernes, julio 08, 2005

Ed van der Elksen

Sin duda el trabajo de este tipo, el niño terrible de la fotografía holandesa en los años cincuenta, es más que interesante. (gracias Helena)

jueves, julio 07, 2005

Correspondencia H

"(...) Destacas un breve párrafo de la nota que Pauls escribio sobre Herzog el domingo en Radar y si bien quizás resume lo que Herzog es como cineasta (para que decir como persona si para H. el cine y las formasde expresion son físicas) para mi lo que más lo resume como cineaste está sobre el final de la nota, cuando Pauls cuenta la anécdota que llevó a Herzog a peregrinar desde Munich a Paris por su amiga LotteEisner. Esa anécdota resume el espíritu totalizador de Herzog: ve al cine como un total de la vida, la cámara como una extension del físico, la lente como una extensión del ojo, que es la manera de filmar clásica de los documentalistas: filman porque no saben hacer otra cosa. No hay desprecio en esa observación sino un inmenso acto de fe, una entrega a lo que el destino designó y ellos decidieron contruir. Como el barco subiendo por la montaña.
Sin duda para mí los grandes heroes del mundo del cine son los documentalistas, pero Herzog aparte es un quijote que se atreve al celuloide en un género que quizás no admite corte tras corte.(...)"

Helena

miércoles, julio 06, 2005

Sabuesos

"Los enanos también nacieron pequeños" es una de mis películas favoritas. Después de verla decidí que aceptaría, si se dan las circunstancias, tener un hijo enano y sumirme en un mundo maníaco, un mundo desasido de la literatura -o asido ferreamente a su entraña monstruosa-, en el que los insectos son titiriteros.

Es que las criaturas de Herzog, son, como glosa esta totalizadora nota de Pauls, "monomaníacas, sabuesos insolados, titanes majestuosos y payasescos capaces de extenuar el mundo con tal de consumar los designios más oscuros o los sueños de grandeza más sublimes."

Todos respiramos el hedor de esos sabuesos alguna vez en la vida; nos preguntamos si la historia humana no será una cadena de reacciones absurdas ante ese olor que el conquistador, el extranjero o el peregrino transportan, como Ulises, en la mirada. Entonces descomprimimos una pasión maniaca que parece venir del fondo de la historia y que el artista, de una manera u otra, para salvarse de sí, repele hacia el exterior de un mundo imaginario. Por suerte Herzog, ese martir del cine contemporáneo, no se ha salvado de ser Herzog, no ha encontrado una orilla escarpada para el descanso, no ha curado la pureza del megalómano ni siquiera envejeciendo, y ha documentado los cuadros de un universo que, de tan personal y repleto, congela el perjuicio del tiempo: lo devuele a un cauce inmóvil en que el hombre, aplanado por naturalezas animistas, todavía repara su propia contingencia.

sábado, julio 02, 2005

Al maestro con cariño

Vértice es una novela única: es la novela totalizadora de Gustavo Ferreyra. Al momento de leerla no sospechaba que más adelante, cuando me dispusiera a reseñarla, me toparía con un jugoso sistema especulativo que imperceptiblemente se filtraba por todas los hendijas de la crítica e inundaba el texto. Acá, el comentario.