jueves, enero 06, 2005

Balanceo

En el andarivel rápido, un nadador manco avanza como una figura mitológica, un minotauro contemporáneo. La parte ausente conserva su función y sólo en esto reside la perfección de su desplazamiento. A fin de preservar el balanceo del crawl, traza la parábola de la brazada con el brazo ausente. La respiración, puro tiempo, sella los intersticios: todo un dispositivo para vencer la asimetría y tornar eficiente la impertinencia de un cuerpo que se ha encaprichado con la ficción de un deporte ideado, precisamente, para que todas las partes operen en simetría. La parte ausente zurce la atmósfera, y el zurcido no es un soplo escatológico, sino una virtud, un pecado derivando en el agua. Él nada, rema de manera imperceptible: ignora que en cada brazada hace trizas la naturaleza. Ahora bien, ¿qué recuerda el nadador cuando proyecta la brazada y emerge el vacío y la respiración aquilatada....? En cada brazada pone tanta voluntad que parece que de un momento a otro algo se va completar. Algo va a suceder. La nada: desde una empinada cúpula de vidrio, la tarde enciende el natatorio.

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