martes, enero 25, 2005

Cuando la luz argentina...

Algo se ha paralizado. Presiento que ha habido un corte de luz. Necesito averiguar. Levanto el portero eléctrico. Una voz femenina habla en francés, sin pausas y sin interlocutores. Salgo al palier. Una mujer, de espaldas, introduce por la puerta enrejada del ascensor un paraguas colorado, y lo empuja con un golpecito. Como si hubiera sido sorprendida infranganti, ella se vuelve. Descubro que es A. El hecho me parece de una naturaleza macabra, casi como si en lugar de un paraguas ella hubiera arrojado al vacío un bebé. Está borrando las pruebas, pienso. A. me da la espalda y... arroja al vacío el mismo paraguas. Entro. Algo se ha paralizado. Presiento que ha habido un corte de luz. Levanto el portero eléctrico. Una voz femenina habla en francés, sin pausas y sin interlocutores. Salgo al palier. Una mujer, de espaldas, introduce por la puerta enrejada del ascensor un paraguas colorado, y lo arroja al vacío. Enseguida se vuelve, como si hubiera sido sorprendida en medio de una tarea comprometedora. A. está borrando las pruebas, pienso, las pruebas terribles del corte. Me da la espalda... y arroja al vacío el mismo paraguas. Entro. Algo se ha paralizado. Presiento que ha habido un corte de luz. Tomo el portero eléctrico, escucho. Una voz femenina relata en francés, sin pausas y sin interlocutores. Salgo al palier. Una mujer, inclinada de espaldas, introduce por la puerta enrejada del ascensor un paraguas, y en cuanto lo arroja al vacío se vuelve hacia mí, como si hubiera sido sorprendida mientras borraba las evidencias del corte. De inmediato me da la espalda... y arroja al vacío el mismo paraguas. Entro. Algo se ha paralizado. Presiento que ha habido un corte. Se ha roto la cadena temporal, se ha quebrado el ciclo de los acontecimientos. Ya no es necesario levantar el portero eléctrico. Estoy resignado, no hay salida. Esta vez sí Dios ha muerto, pienso. La temporalidad ahora es regresiva y circular, barre el recuerdo. Es el vacío el que vuelve hacia el paraguas, hacia A. y hacia mí. Es hora de despertar. Lo intento, pero despierto en el sueño, una y otra vez: sueño que despierto, sueño que escribo el sueño, sueño que vuelvo a dormirme, pero retorno, indefectiblemente, a un mundo en el que la temporalidad abolida es la pesadilla y el paraiso del inmortal .

1 comentario:

Anónimo dijo...

Aira no lo hubiera escrito mejor.
Maxi