La muerte de un gato negro. Este es el hecho que atormenta a un hombre durante toda su vida. La muerte de un gato negro en sus narices. Llegado cierto momento, empieza a recoger de la calle no animales si no humanos moribundos. Niños, ancianas, mendigos. En un hospital de curas doméstico, montado en la cochera, los alienta, los trata, sí, pero les transfiere una siniestra marca personal para privarlos por siempre de su propia particularidad.
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