sábado, diciembre 31, 2005

Imágenes que hablan a altas horas...

Después de escribir un rato, descanso en la escalera del patio y miro el cielo. De pronto, a través las celosías entreabiertas, veo los ambientes, y el tiempo se detiene: desde lo techos altos la rotación de los ventiladores ilumina el espacio.

miércoles, diciembre 28, 2005

En la vía

En general las navidades pulverizan los riesgos de la fascinación. Uno desaparece, se hunde en sí antes de que lo extraño mimetice y ausente las figuras en la claridad de una forma o de un estilo. Pero la última navidad no fue, felizmente. Fue un día más y tanto el paisaje como Alguien impusieron una marca de estilo por sobre el peso de las figuras y de las concentraciones absurdas de sentido. Al amanecer, de regreso, él percibe en las vías del tren pliegues de una memoria extraña: restos de otra ciudad en el centro de Buenos Aires, restos de otro hombre en el ojo propio. Los colores son excedentes del mundo, y las zonas laterales reservas, disimulados cementerios que ciernen su dominio en susurros mientras el tren no pasa. Él supone que por ese infinito cerrado cursan los recuerdos. Sabe que las fases del paisaje se acentúan por la presencia de Alguien que lo acompaña. Está seguro de que podrían quedarse ahí y el tren no pasaría nunca. Aunque la ciudad al amanecer siempre es espacio nutrido para un ojo anónimo, él intuye que caminando a solas la ciudad sería fragmentación de situaciones temporales -pasarían trenes- y no, como en ese momento, un absoluto atemporal: una ruina cronológica que afirma la escritura dispersa de lo eterno -de una imagen femenina y de ese negativo que retrata el estilo de un cuerpo fuera del cuerpo- donde avanza la fascinación. Mirar, como escribir poesía, es someter la lengua a las causas del brillo y solucionar su defecto retirando del tiempo astillas, objetos y escenas.

lunes, diciembre 26, 2005

La vía de la fascinación

"Alguien está fascinado, puede decirse que no percibe ningún objeto real, ninguna figura real, porque lo que ve no pertenece al mundo de la realidad sino al medio indeterminado de la fascinación. Medio, por así decirlo, absoluto. La distancia no está allí excluida sino que es exorbitante, es la profundidad ilimitada que está detrás de la imagen, profundidad no viviente, no manejable, absolutamente presente aunque no dada, donde se abisman los objetos cuando se alejan de su sentido, cuando se hunden en su imagen. Ese medio de la fascinación, donde lo que se ve se apodera de la vista y la hace interminable, donde la mirada se inmoviliza en luz, donde la luz es el resplandor absoluto de un ojo que no se ve, y que, sin embargo, no deja de ver porque es nuestra propia mirada en espejo, ese medio es por excelencia atrayente, fascinante: luz que también es el abismo, luz horrorosa y atractiva en la que nos abismamos.
Alguien está fascinado, y hablando con exactitud, no ve eso que ve, pero eso lo toca en una proximidad inmediata, se apodera de él y lo acapara, aunque lo deje absolutamente a distancia. La fascinación está profundamente ligada a la presencia neutra, impersonal, el Uno indeterminado, el inmenso Alguien sin rostro. Es la relación que mantiene la mirada -relación neutra e impersonal- con la profundidad sin mirada y sin contorno, la ausencia que se ve porque ciega."

Maurice Blanchot (El espacio literario, Paidos, Barcelona,1992)

jueves, diciembre 22, 2005

Olivia

En el año dos mil dos, recorriendo el norte de Argentina, me encuentro en un bar de la Ciudad de Salta con Leopoldo "Teuco" Castilla. Está con alguien, no recuerdo quién, los vasos de whisky están muy llenos y cuando le cuento que voy hacia Iruya, me recomienda olvidarme de Salta, de Jujuy, de la Argentina. El paisaje real, me dice, está más allá de la frontera. Claro, siempre es así, le contesto. Pero él no está poetizando; me recomienda cruzar a Bolivia, no me voy a arrepentir; me apuesta una botella de JB: habiendo recorrido la mitad del mundo jamás percibió pueblos y tierras y músicas tan auténticas como las del altiplano boliviano. Teuco, hijo de Manuel Castilla, sabe más por viejo que por diablo, recorrió la India, varios países del África negra, el sudeste asiático, Indonesia, se radicó en España y volvió, y todavía sigue siendo uno de los salteños más inconmovibles que conocí en mi vida: uno de los poetas que todavía no han sido valorados en relación a su calidad, y una de esas personas tan involuntariamente misteriosas que, de algún modo, llegan a intimidar como un padre extraño que vuelve después de años.
El viaje por Bolivia, el carnaval de Oruro, las travesías por el salar de Uyuni y los oasis colorados a cinco mil metros de altura, la retahíla de mochileros drogones que alucinaban en el altiplano parajes del Tíbet, deletrearon la sintaxis de lo que en la vida de un joven significa "lo inolvidable". Como en la mayor parte de Bolivia -exceptuando Santa Cruz- no se hablaba castellano sino Quechua o Aymará, según uno se desplazara de oeste a este, y mantenían sus vestimentas tradicionales. Recuerdo que en Potosí, otro lugar memorable, un concejal del MAS me aseguró que tarde o temprano Evo Morales llegaría al poder. Si ningún dirigente indígena hasta ahora había accedido a la presidencia -aún cuando el partido comunista hubiera gobernado esporádicamente, entre interminables revoluciones y golpes de estado-, se debía por un lado a fraudes institucionalizados, y por otro a que muchísimos indígenas -el noventa por ciento de la población- no estaban documentados. Bastaba una lenta campaña de documentación -que está en marcha pero sigue incompleta- para que ese noventa por ciento le encontrara solución a una historia de sobreexplotación de recursos naturales y humanos, fraudes y corrupción por parte de sucesivos gobiernos que, elegidos por minorías, atendían intereses administrativos de grandes transnacionales. El momento de la representación llegó y la Historia, con su mal decir, dirá si Evo Morales fue la figura tardía que Bolivia necesitó en el siglo XX, o si simplemente devino, al igual que Toledo en Perú o Lucio Gutiérrez en Ecuador, dirigente político transformista que, como indicaría la inmanencia capitalista, escenifica la ezquizofrenia de la sociedad mediática.

miércoles, diciembre 21, 2005

Dos poemas de Leopoldo Castilla

   Círculo

   A José Antonio Gabriel y Galán

Concibieron el círculo radiante, su forma
pariendo desde un centro
y en realidad
fue lo exterior, el universo, esa sillla,
un caballo
todo lo externo modulado
para finalizar esa esfera

           tu ojo no emite
           atrae

ese niño con un balón entre las manos
juega
con el último punto de la materia
con el fin del mundo.



    Con los pies en la tierra

       A Mario Trejo

Hay un instante
en que la mesa vuelve en sí
en que el árbol se reúne
y es de nuevo
ramas, hojas y un pájaro lógico

todo recompone la escena
los límites
que hagan verosímil a ese hombre mirando la siesta

él
considera que realmente ha aparecido
que tiene tiempo
y para sobre la sombra del árbol
cree que toca tierra

           dentro de un orden
           el conocimiento
           es eternidad que se pudre

pero el azar absuelve:
el pájaro ya no sostiene
el árbol
torcido por el cielo

III

No hay rosas sin espinas. Al sensato análisis de Quintín en torno a la asepsia que producen ciertas pedagogías literarias para las que la escritura a secas, con su defectuosa potencia -¿no es esa la condición de toda literatura: la vociferación de un defecto perfectible?- resulta un indeseado efecto colateral, se suma esta otra reseña, atendible y debatible, que ignoro de cuando data, cuyo link hace unos días me hizo llegar una lectora del blog (gracias Mariana).

domingo, diciembre 18, 2005

Intuiciones...

Con toda intención, Charlie Feiling, Sudamericana, 288 páginas.

Sin duda C.E. Feiling perteneció a esa casta rara de escritores que reciclan en la lectura prácticas genuinas de la escritura y no estilos bienintencionados. A tono con esta proposición, escribió tres novelas reformulando géneros considerados menores: El agua electrizada -policial-, Un poeta nacional -aventuras-, El mal menor -terror-. Dejó inconclusa una cuarta novela, de corte fantástico, La tierra esmeralda. Por eso, de entrada, no debe sorprender que haya dedicado notas a Stephen King, a P.D. James, a Anthony Burguess, y a la vez haya escrito efusivamente sobre Pepe Bianco, Miguel Briante, Sergio Chejfec, y en un texto que quizás sea el más penetrante de la presente recopilación -junto a sus reflexiones sobre el fantasy-, haya desempolvado la figura de Leopoldo Lugones a través de los capriccios de Borges.
Los artículos de Con toda intención aparecieron entre 1988 y 1997 en distintos medios, y para ésta edición estuvieron al cuidado de Gabriela Esquivada y Alfredo Grieco y Bavio. Feiling se dedicó a la docencia en distintas universidades y en 1990 abandonó la vida académica para consagrarse de lleno a la literatura y al periodismo cultural. Hizo del periodismo un oficio obsesivo y elegante para aprehender las rémoras de la izquierda y las imposturas de la derecha, y sobre todo para pensar la literatura por fuera de las necesidades políticas de la intelligenzia argentina de la época. En su modo de enfocar la literatura soslayando el prestigio de los discursos críticos en boga, eligió discurrir, como Roberto Bolaño, en intuiciones personales y reponer, en una tradición borgeana, un pensamiento intransigente sobre la cultura y la política. Así, con una libertad que pocos se toman a la hora de comentar libros, pudo dirigir una certera crítica ideológica al mesianismo literario de Osvaldo Soriano, o entrar en un verdadero debate de ideas a propósito de un libro de Emeterio Cerro.
En un artículo sobre el crítico literario inglés Frank Kermonde, casi hablando de una postura propia caracterizada por la amabilidad y por el sofisma erudito, escribe: "Kermonde teme que, si el estudio de la literatura en el ámbito académico sigue especializándose y adoptando una jerga que imita vanamente a la de las ciencias, se perderá todo vínculo con el público". Esa preocupación por no perder el vínculo con el público y por apartarse de "la industria de la teoría literaria" es su sello de agua. No faltan pasajes en los que Feiling, al borde de la teoría, opta por un desvío y amolda su prosa a formas coloquiales y humorísticas. Hay crónicas hilarantes, como la que describe un show de David Copperfield en Buenos Aires, o crónicas emocionadas, como esa que refiere en tono de aguafuerte la primera marcha por la muerte de José Luis Cabezas.
Su campo de análisis llegó la crítica de arte, donde su formación a veces lo alejó del motivo conceptual de algunas obras contemporáneas. En este apartado, tanto como en el dedicado a la poesía y al fantasy, puede encontrarse al Feiling más exasperado, el que abjura de la estética corporativa de las vanguardias y de "la jerga profesional", y el que propone un camino afinado en los sonidos del idioma y en la reformulación de los subgéneros literarios.
Uno de los escritos sobre estética, el dedicado al pintor Fernand Léger, finaliza de ésta manera: "No sólo lo que los pintores pintan importa; para entender sus cuadros es bueno averiguar qué piensan." El mismo axioma podría aplicarse a Feiling para comprender empatías -la anglomanía- y discordias -la academia- que a primera vista pueden resultar arbitrarias, y de paso precisar su lugar en la literatura argentina. Ajeno a las coyunturas y a los ascendientes de la historia, Feiling propone una estética sin conveniencias políticas o sociales. Un pensamiento pagano que funciona como el negativo de su obra, esto es, como condición para releer su narrativa y su libro de poemas Amor a Roma. Como todo escritor duradero, es un utopista: de ahí la audacia puesta al servicio del debate, y de ahí su lugar todavía en ciernes, bloqueado en buena medida por las teorías esotéricas de la inteligencia.
A tiempo, Con toda intención le da un marco a esa utopía individual. Cada artículo retrata no sólo a un lector sagaz que sabe destacar en la obra de otros elementos literarios propios, sino a un ateo iluminado que, en el malestar de los noventa, concibió una ética sin azar: esa que proviene de cruzar dos intenciones mayúsculas, la de transferir las pasiones de la lectura, y la de crear un idioma justo, un idioma para infieles.

* Perfil, Suplemento Cultura.

Los fondos

En el aire, El interpretador 21.
Grados de intimidad: grados de estilo y, por ende, estados privativos de la escritura que acompañan con mímica -marcas afásicas del escrito, depradación del sentido de adentro hacia afuera para que el soporte del diario sea la piel-, la banda sonora que en lo íntimo es la animación del pasado.

domingo, diciembre 11, 2005

Rodar y rodar

Por Sergio Julián Monreal (desde Morelia, México, en uno de esos mails colectivos que envía semalmente desde hace cinco años, cada fin de semana, con una artículo o un poema):

Like a rolling stone de Bob Dylan lleva cuatro décadas compitiendo por el título de mejor tema de rock de todos los tiempos. Y aunque semejantes discusiones no llegan a término jamás, no cabe duda que se trata de una canción convertida por derecho propio en importante patrimonio mítico del siglo XX en general, y en específico del espíritu contracultural surgido a la mitad de la pasada centuria.
A partir de los años sesenta, la adolescencia, con todos sus sobreentendidos (rebeldía, desafío, plena disponibilidad energética, amasijo que confunde la más pura inocencia infantil con las más azotadas zozobras existenciales de la edad adulta) pareció adquirir valor en sí misma. El fenómeno ha sido llevado a tal extremo que hoy en día, sin temor a exagerar, bien puede afirmarse que la sociedad de consumo y su salvaje punta de lanza (la publicidad) viven de enarbolar el ser joven como sinónimo automático de ser a secas.
Lo cierto es que, por entonces, la época misma se había vuelto adolescente. La justificada impresión de exilio y desamparo no era cosa de edad, sino sensible expresión de los tiempos. Y tal vez ninguna canción captura tan fielmente la orfandad de esa adolescencia post-bomba atómica (en la que de pronto la humanidad pareciera haberse quedado atrapada pese al fin de la Guerra Fría) como Like a rolling stone.
Resulta curioso, y a la vez inquietante, que los departamentos de publicidad de las grandes empresas vengan convirtiendo los referentes que esta pieza lleva implícitos en emblema de su neoliberal noción de lo cool. Asomémonos a los comerciales; miremos esas parejas de andróginos imberbes que viven en una buhardilla y usan pantalones raídos, pero pagan con Master Card; recordemos la obstinada demanda televisiva de "romper esquemas"; evoquemos el sermón technicolor donde Coca Cola se reivindica ya no refresco sino actitud ante el mundo, representante de los que (¡buena onda!) siempre ven el vaso medio lleno, y donde reduce a música de fondo, para su omnipotente logotipo, precisamente la canción de que estamos hablando.
Curioso e inquietante, decimos, porque si algo revela y hace encarnar Like a rolling stone es el tajante reverso del aliviane cool, tan light, tan soft, tan diet ("el placer al límite y sin complicaciones"). No se trata de una de esas tonadas para las que el mal viento sólo representa un inofensivo pretexto de la buena cara, y donde es casi imperativo esbozarle al término del arco iris un final feliz, así sea como esperanza, utopía o hipótesis. Like a rolling stone no condesciende en ningún resquicio de su horizonte al happy end. Al femenino espíritu que protagoniza su historia, los marginales personajes que la pueblan (los vagabundos, los cirqueros y el Napoleón harapiento) le están vedados incluso en tanto pintoresca decoración para que ejerza el turismo underground, pues tras la caída han dejado de ser excepción idealizada, tan poetizable como desdeñable, y representan la ineludible norma de su cotidianidad. Lo que está diciendo es que te hallas en el fango y no vas a poder ni salir ni apartar la vista, querida.
Dentro de la canción de Dylan, lo cool pertenece en todo caso al pasado; al tiempo en que, como si fuera un juego, de cara al abismo del desamparo cabían las risas, la indiferencia, el coqueteo y las burlas. En Like a rolling stone, y con ella en la médula misma del rock, la disyuntiva entre vasos medio vacíos y medio llenos se vuelve anodina ante la implacable evidencia de vasos, no digamos ya patentemente vacíos, sino irreparablemente rotos.
Hay una distancia infinita entre la demanda de encarar sin disimulos el desastre, lanzada por el maestro Zimmerman y sus músicos cuando hace cuarenta años grabaron esta obra maestra, y la actual invitación de "la chispa de la vida" para que, al domesticado ritmo de sus compases, procedamos a acomodarnos a ciegas y a gusto en medio las ruinas.

martes, diciembre 06, 2005

Estigmas

El pequeño cementerio de Camarones parece terminar en el mar. Es mediodía, lo recorro, inspecciono las lápidas. En casi todas hay un retrato en sepia del difunto, y un epitafio de la familia. Entre sombras, se desliza el sepulturero, podando el perímetro de arbustitos que delimita el camposanto. Las tijeras son antiguas, están oxidadas, se parecen a instrumentos quirúrgicos del año treinta. Espontáneamente, el hombre me saluda, empieza a hablar, pierde edad o en realidad descubre esa vejez etérea que tienen los hombres que han pasado mucho tiempo solos y en silencio. Él es la memoria de los vivos y de los muertos. Conoce la vida de cada uno, y como si encarna la voz de un Spoon River, me habla de quienes habitaron el pueblo, del oficial de correo que enloqueció, del niño ahogado que le habla en sueños a su madre, de la viuda que todas las tardes canta frente a su esposo, del intendente que se hizo construir un panteón lujoso con la fantasía de resucitar. Cuando habla de los vivos, parece referirse a ellos como a muertos del pasado que reencarnaron para que al pueblo no se lo lleve el viento. Todos, de una manera u otra, por lazos familiares, están ligados al territorio que custodia, y todos pasean los secretos de la tristeza bajo su mirada.

Salta de mil nueve noventa a mil ochocientos setenta, menciona a antiguos habitantes indígenas que gracias a una dieta de ñandú y avestruz llegaban a vivir ciento treinta años, hasta llegar Perón, "ese gran hombre que hizo tanto por la Patagonia". Los padres de Perón, entre mil novecientos diez y mil novecientos treinta vivieron en Camarones. Perón paso su infancia acá, ya que su padre era juez de paz, y volvió cada vez que pudo, en Ford T, mientras estudiaba en Buenos Aires. Durante su primera presidencia mandó a construir la titánica escuela desde la que ahora escribo. La casa del padre se transformó en un asilo para alcohólicos, y hace quince años misteriosamente se incendió. El sepulturero dice haber conocido a María Sosa, la madre de Perón, y la recuerda como una mujer paisana, descendiente de Tehuelches, y cuando le hago notar que quizás él, en mil novecientos treinta, no hubiera nacido o fuera muy chico, me contesta que, como buen hijo de inmigrantes, heredó la memoria de su padre galés y su madre rusa, y me guía hacia una lápida. En un daguerrotipo, una pequeña mujer en miriñaque que podría pasar por polaca, y un hombre pálido y con aspecto de campesino protestante, fruncen el ceño y desvían la mirada de ese olvido que ahora arranca un instante imperceptible de la historia.

lunes, diciembre 05, 2005

Camarones

Camarones es un idílico pueblo de pescadores a orillas del mar, en el sur de Chubut. Hay muchas cuestas y desde cualquier punto se tiene una perspectiva de un mar helado y azul. En el colegio del pueblo, donde ahora me encuentro -ya que tienen internet- me sorprende la cantidad de alumnos, todos revoltosos y minúsculos. Por lo menos doscientos, en un patio que debe ocupar media manzana. Aunque sabía en dónde me metía, no esperaba encontrar tantos niños, a ésta altura del año, y me siento un intruso y por ende un monstruo. Hace tiempo que no veo tantos niños juntos, correteando? Si no recuerdo mal, desde hace dieciséis años, cuando terminé la primaria. Juegan como locos en el patio, y da la impresión de que se multiplican mientras intento definir la cantidad, las caras, las edades. Se tiran por un tobogán, uno atrás de otro, sin accidentarse, y gritan, además de improvisar extraños juegos cuyas reglas, en caso de que existan y no sean una determinación del presente puro del juego, no consigo descifrar. Todos llevan sobre los guardapolvos abrigos que los tornan todavía más pequeños. La velocidad íntima del juego es un calco de la velocidad del viento, y una diversión tallada tan honestamente en cuatrocientos o quinientos cuerpitos produce en el que mira una certeza graciosa: la perfección de este mecanismo lúdico sólo puede corresponderse con el de una animación.

domingo, diciembre 04, 2005

Una excursión

En el camino, leo un libro pendiente, Una excursión a los indios ranqueles. Se me ocurre que es un texto ideal para ser leido como diario de lo impropio durante un viaje. Mansilla tiene momentos asombros, un amaneramiento que anticipa las vanguardias, una metafísica del extrañamiento que se ajusta a un idioma retorcido y apocalíptico. Como Hudson, es un extranjero naturalizado en las diagonales del paisaje. Tal es el comienzo del capítulo XIX:

Al día siguiente amaneció la atmósfera turbia y atornasolada.
Las ondulaciones del terreno arenoso, reverberando el sol, formaban caprichosos mirajes, los objetos cercanos se divisaban lejos creciendo sus proporciones.
Veíanse en lontananza grandes lagunas de superficie plateada y quieta; árboles colosales, que eran pequeños arbustos chamuscados por la quemazón; potros alzados que escarceaban y eran aves de rapiña, que aleteando alzaban el polvo sutil.

Pirámides

En Puerto Pirámides, donde quedé hace días varado, donde internet cuesta cinco pesos, donde los personajes pintorescos crecen perfectos y sanos porque se saben alimento de viajeros o de alguna memoria divina, la diversidad de monstruos marinos o la naturaleza a secas representa la metáfora de un deseo incompartible. Se ama la naturaleza porque se encuentra en ella un retorno abstracto, una geometría propia que no es especular sino una superación onírica. Un tajo del futuro. El mar de la Patagonia, tan imperfecto, eterniza. Como todo mar. Manifista la eternidad. Es el estado exacto del tiempo.

lunes, noviembre 28, 2005

La eternidad

En el bus Buenos Aires-Carmen de Patagones no deja de molestarme el confort. El bus cama, como toda sofisticación que excede una utilidad racional, impide el sueño; lo de "cama" es un eufemismo, no existe modo de estirar las piernas en esa especie de tablita de planchar que se retira del asiento de adelante. A causa de ese artefacto inútil, rodillas y tobillos se resienten. Por la noche, mientras detrás del vidrio pasan franjas mullidas de campo y el cielo relampaguea, me doy cuenta de que hace casi tres años de mi viaje a la India. Desde entonces, cada vez que me muevo en bus por Argentina, me remonto a escenas de aquel viaje. Como si mi memoria se hubiera cristalizado ahí y no pudiera volver al presente, la experiencia de viajar funciona por contraste o falsifica un escuálido déjà vu. Siempre lamenté no haber llevado un diario exhaustivo en la India y a eso atribuyo la duración y la precisión de mis recuerdos. Y sin embargo, como un lento exorcismo, la escritura de ese diario imposible ocurre fragmentadamente, en los buses o en los trenes, años después, cuando alguna situación me remite a otra cuya profundidad y color parece parte de un sueño que retrata el pasado y releva la identidad en ese efecto de reconstrucción sin tiempo que hace a la nostalgia.
Ahora me acuerdo el bus que me llevó de Kochi a Mysore. Es una de las pocas zonas sin ferrocarriles y la única alternativa es el bus. No había mucho para elegir: sin o con asiento reclinable. Ambos prehistóricos. A mi lado un borracho -figurita dificil en la India- excitadísmo por mi presencia, cada tanto intentaba sentarse sobre mis rodillas y formulaba la misma pregunta, ¿are you marrried? El hombre parecía incómodo en su pellejo y escupía hacia cualquier dirección y cuando yo le pedía que apuntara hacia el pasillo contestaba meciendo la cabeza, como todos en Tamil Nadu y Kerala: "Yes, sir"... Para enseguida hacer lo contrario y ampliar la compasión y la sonrisa de los demás pasajeros, que también escupían, pero siempre hacia el suelo. Como en el bus Buenos Aires-Patagones, aunque sin pruritos y sin sordina, los pasajeros soltaban sus pedos a piacere, pero la ausencia de vidrios en las ventas mezclaba esas ociosas pestilencias con olores arraigados en la noche. En el bus argentino las ventanillas están lacradas y el aire acondicionado expande y estiliza las flatulencias que el viajante argentino acordona en su vientre. En cierto momento, cuando el rechinante autobús atravesaba una selvática boca de lobo, el borracho reconoció su zona por alguna marca misteriosa en el paisaje, se levantó, se bajó y despareció en medio de la noche. El viaje duró unas ocho horas más y yo dormí una eternidad que si no excribiera invadiría el presente.

domingo, noviembre 27, 2005

Clásico y moderno

El director, Gustavo Ferreyra, Losada, Buenos Aires, 419 pgs.

Si se determinara la calidad de un novelista por la ambición de articular en sucesivos libros un universo sin fisuras, Gustavo Ferreyra podría ser considerado por excelencia el narrador argentino contemporáneo que más lejos ha llevado tal tentativa. Desde su primera novela, El amparo (1994), ha construido una suma narrativa que tiene rasgos de la novela decimonónica y a la vez recupera, gracias a un repertorio de personajes ligados por pintorescas obsesiones y raptos de paranoia, atmósferas de la mejor novela psicológica moderna.
En Vértice, la novela anterior del autor, tres historias rotaban en el espacio hasta confluir en un punto de fuga. En El director Ferreyra retoma una de estas tres historias y la amplifica, pero trabajando la fragmentación temporal de la anécdota y privilegiando el montaje narrativo: el vértice ahora es la conciencia atormentada del protagonista, el director de un colegio primario. El autor intercala con total libertad monólogos interiores fechados en distintas épocas: desde la década del sesenta, pasando por la última dictadura militar, el mundial del ochenta y seis, la década del noventa, los cacerolazos del dos mil uno, hasta llegar al año dos mil nueve. Al igual que cualquier relato lindante con el diario íntimo, el monólogo acá es, por un lado, un salto cualitativo hacia el olvido, y por el otro un ejercicio de afinación literaria que ofrece, tangencialmente, una panorámica de los últimos cuarenta años de política en la Argentina.
Más que disputarse con el lector la memoria del relato, Ferreyra propone una forma de amnesia narrativa en la que causas y efectos se funden en un tono uniforme. La espiral de monólogos -en la que incluso el futuro y el pasado tienen voz propia- contienen tópicos de toda clase: la experiencia pedagógica del protagonista, su divorcio, el fracaso de sus aventuras amorosas posteriores, su cáncer y la inesperada cura, la vida al lado de su madre tras el divorcio. Sin embargo el eje del libro descansa en los fragmentos de una novela que el director ha escrito a hurtadillas tras su separación.
A medida que la narración rota de forma impredecible, esta segunda historia se transforma en el corazón del libro. Se trata de la trascripción parcial de la novela incestuosa que el director escribió y creyó perdida durante años. En el juego magistral de disuasiones que recorre El director, el recurso de la novela dentro la novela está tan logrado que incluye al lector y al protagonista devenido escritor en el mismo círculo enrarecido de felicidad. Así, Gustavo Ferreyra se afirma como uno de los pocos escritores argentinos que en cada nuevo libro mueve piezas, amplía un proyecto de alcances insospechados y desafía la naturaleza entera del realismo.

(Perfil, Suplemento Oh!)

Cruces

En la columna de Breves del suplemento Oh! leo algo auspicioso, algo en lo que hacía unos días venía pensando y que no entendía cómo los grupos editoriales, aprovechando su estructura, y a fin de comunicar a sus autores con comunidades de lectores de distintos paises, no improvisaban más seguido : "La editorial Alfaguara estrena en diciembre el proyecto que dio en llamar Puente literario, y que consiste en un intercambio de autores entre diversos paises de habla hispana del sello, con la finalidad de promover y difundir su obra. Esta idea, que promete ser global (abarcará el mundo hispanoparlante aunque con eje en la Argentina, España y México) arranca con el primer cruce literario entre nuestros país y Uruguay. En el auditorio del MALBA, entonces, y durante tres días, visitarán Buenos Aires los escritores Hugo Burel, Marisa Silva Schultze y Henry Trujillo)."

Percepciones claras

(...)"Cineasta de guiones complejos, de originales mecanismos, Bielinsky no parece haber advertido que la abigarrada homogeneidad de su primera película dejó paso aquí a una mera acumulación de elementos (la epilepsia, la taxidermia, el maltrato a las mujeres, la sordidez acentuada) que, lejos de complementarse con la trama principal, funcionan como adornos del mismo modo que lo hacen una fotografía demasiado lustrosa y una serie de ralentis tan vistosos como innecesarios. Creo que Bielinsky se ha deslizado hacia un cine académico, más ampuloso que profundo y al que la muerte no le sienta bien"(...)

Quintín

(Hoy en Perfil, Contratapa Suplemento Oh!)

viernes, noviembre 25, 2005

¿Berretines orientales?

Por fin el pueblo amante recupera viejos habitos burgueses de la China Imperial y garantiza la actividad de los políticos y los filisteos. Aunque sea puro marketing asentado en la abstracción de estadísticas y de casos aislados, no deja de resultar simpática la tipología exótica de esta noticia.

(Clarin)

viernes, noviembre 18, 2005

Más sobre La joven guardia

Minucioso y muy lector, Quintín a esta altura ha desarrollado sobre La joven guardia un encomiable tratado crítico. No sólo vierte luz sobre los textos recogidos en la antología, sino que interpela a muchos de los libros editados por cada uno de los escritores tomados en ésta, la segunda parte del trabajo.

(Los trabajos prácticos)

jueves, noviembre 17, 2005

Luz cámara acción

Un par de zapatos en una vidriera. Cuando los mira una mujer parecen colgar, como si el espacio se invirtiera en función de los pies. Cuando ellas se retiran, pesan insolados en el escaparate.

miércoles, noviembre 16, 2005

Acusado

Acusado de ser Aníbal Ibarra. Hay que SALVAR EL ILUMINISMO. Con este post, y este otro, Roland Garron confirma que ha alcanzado otra vez el pico de su inconfundible estilo.

lunes, noviembre 14, 2005

Vientos de cambio

En general me entero del rumbo incansable de la antología de La joven guardia tarde a través del blog de Maxi Tomas. Sin embargo ayer me escribió un miembro de Zona Moebius, un sitio que no conocía y que tiene un precioso diseño, inteligentes contenidos, y está dedicado al cine, a la literatura, y a algunas cuestiones de actualidad. Me comentaba que en el sitio habían subido recientemente una reseña sobre la antología. Y súbitamente me vi ante la posibilidad de tener al respecto una pequeña primicia.

viernes, noviembre 11, 2005

Rapado

En la peluquería del barrio veo a un hombre que en lugar de envejecer se ha desviado en el tiempo y según el gesto puede aparentar treinta años menos de los que tiene. Esta vez es él, y no su joven empleado, el que me corta el pelo, y la infinitud de cortes previos, la cantidad de variantes arracimadas en cada tijeretazo que ha dado a lo largo de su vida, parecen suspenderlo en la decisión y pesar en el espejo como si lo físico del oficio escondiera la pasión inorgánica de un asesino. El hombre, con setenta años, parece dudar, y me hace preguntas. Tengo la impresión de que mira hacia el espejo más que yo, como si buscara indicios. Sé que duda porque está olvidando, y al preguntar canta su miedo a la muerte. Nunca sentí que raparme fuera tan complicado y exigiera tanta voluntad, tantas respuestas. Hasta hoy pensaba que el beneficio de la calvicie prematura consistía en entrar a la peluquería, sentarse en el sillón, expresar en una sola palabra "el deseo" y entregarse a una operación lineal sin hablar. Pero en el trance de ese corte simplísimo el peluquero apuesta algo -el tiempo lo atraviesa, la infancia merodea en el espejo y él retorna o va hacia esa zona previa a cualquier experiencia-, y cuando finaliza me acaricia la cabeza, verifica con sus uñas el diámetro de una alucinación muy propia. Recuerda al tacto y me despide para volver a la inercia de los mundos barriales.

domingo, noviembre 06, 2005

20

Acaba de salir El interpretador número 20, ahora matizado con preciosa música para muñecas mecánicas que lloran y se duermen online.

viernes, noviembre 04, 2005

W

Me senté a mirar la película uruguaya Whisky sin muchas expectativas, y me encontré con un film que contenía un entramado precioso de detalles y un tempo narrativo pocas veces logrado desde un lenguaje cinematográfico tan resignadamente personal. Nada en Whisky parece escapar a cierta opacidad latente en relaciones donde todos los recursos humanos están al servicio de deseos postergados y ocultos. Lo queda oculto para personajes que son realmente encarnaciones -no pareciera que ninguno estuviera actuando, un mérito mayor si se tiene en cuenta que la actuación entre nosotros se toca peligrosamente con la parodia- es aquello que el espectador, un poco a pesar suyo, en un devaneo algo incómodo, va descubriendo. Whisky es una película genuina que, con los recursos justos, sin recaer en clisés bizarros, parodias involuntarias o guiños fatuos como los que trasuntan El aura o El abrazo partido, a la vez que a primera vista pone en pantalla un objeto en bruto, ofrece luz propia para descifrar una geometría preciosista. La contrapongo a El aura y El abrazo porque éstas últimas dos están inscriptas en la senda -esteticamente- bienintencionada de la industria nacional y, Whisky, quizás con una cierta ingenuidad y una cierta melancolía que es fortaleza onettiana, articula una estética para volcar una mirada profana sobre asuntos de familia y trabajo. Podrá decirse que tal estética es deudora del aire de Montevideo, pero justamente la ciudad aparece como un no lugar que separa a los personajes de sus propias miserias y sitúa al sujeto del dolor en una inercia de mundos donde la intimidad ha sido silenciada, desterrada de la conciencia.

martes, noviembre 01, 2005

Norte

Camino por Barrio Norte. A pesar del malestar que me genera el teatro de operaciones consumista, trato de observar y sacar alguna constante: lo que caracteriza a la zona es la superpoblación de salones de belleza y spas... A razón de tres por cuadra. Un sociólogo sacaría la conclusión obvia de que la proliferación de spas en determinadas zonas de la ciudad se debe al poder adquisitivo de los moradores. Quizás agregaría que debido a la configuración de un deseo postergado, los moradores/ras imitan a modelos que ven en las revistas, en los programas de chimentos y en los desfiles de moda... Por lo cual todo salón de belleza sería en el fondo un salón mimesis y apuntalamiento existencial, un espacio contractual en el que, más que cumplir con las expectativas escatológicas del cliente -la apariencia y el valor de uso nunca se alcanzan, ya que provienen de esferas virtuales como la del espectáculo, y es esa su condición de supervivencia-, se alienta y se legitima la naturaleza de la apariencia como propiedad privada -la cosa exhibida pero separada de sí misma-; como mercancía que, aunque consumible, o precisamente por eso, es imposible de usar: imposible de ser humanizada ahí dónde la expresión de lo bello se cruza con la apariencia de lo neutro.

lunes, octubre 31, 2005

Últimos movimientos

Escribir poesía se me representa como una ingrata utopía que en los otros es exitosa y que en mi experiencia no es más real que un espejismo al final de la ruta. En mi mundo, escribir poesía es una experiencia incómoda e indeseable, destinada al fracaso y la anorexia: por las tipicas falencias que aquejan a los narradores, uno queda delante de la lengua, monologando, o bajo inmanipulables escombros barrocos, pero a veces uno se encuentra con un libro donde no sabra un solo poema, y en un par de horas toma el pulso de los versos ajenos, se refleja, y de un tirón arranca un poema donde el que escribe no parece fóbico o hipersensible al roce de lengua, sino simultáneo -moldeado- a las posibilidades de su propia enunciación. Acá, el último -y el único- que escribí por los menos desde el dos mil uno.

jueves, octubre 27, 2005

Virtudes del tereré

Debido a la prescripción médica no puedo tomar líquidos calientes. Para revertir la somnolencia que deja el Ibupirac y despabilarme un poco, adopté una modalidad guaraní que pienso sostener en el verano: el tereré. Desconozco sus secretos, pero puedo asegurar que es muy sabroso, la presión diluida del hielo acuna en el agua músculos y reminiscencias tropicales -imagino a Virgilio Piñera tomando tereré en el Buenos Aires del año cincuenta-, y naturalmente es muy distinto a ese mate lavado y tibio que queda de la tarde y que tentados escarbamos al anochecer, cuando para escribir añoramos traficar una lucidez impropia hacia un tiempo íntimo.

miércoles, octubre 26, 2005

Juicio final

En primavera la red asociativa de convalecientes crece en Buenos Aires y el intercambio epistolar entre ánimas maltrechas, asomadas al hoyo de su propia espiritualidad, aumenta en proporción a la depresión que genera el encierro. Entonces el intercambio epistolar es la ventana al mundo. Durante años creí que sólo a mí las muelas de juicio me habían salido torcidas y que debía interpretar éste signo como una alegórica falla genética. Lo que más me sorprendía era que la mayoría de las personas, cuando les preguntaba sobre el tema, confesaran no recordar si las muelas les habían salido o no, y hasta ignoraran todo al respecto. Una de las variantes de la dicha consiste en que las muelas juicio directamente no bajen. Pero una dicha superior, para la cual las combinaciones deben ser muchas, reside en que las muelas salgan derechas y además haya espacio en los maxilares para que estas pequeñas mascotas óseas gocen de diarios ejercicios de trituración. Algo en apariencia imposible pero que, en la realidad, según mis indagaciones, se verifica muchas veces al punto de que, recién hoy, en un intercambio epistolar, una amiga resumió una desgracia similar a la mía al contarme que le habían sacado ya tres muelas de juicio. No obstante, aunque ya no me quedan muelas de juicio -o juicio a secas- juego con la posibilidad tenebrosa y sobrenatural de que las cuatro me salgan otra vez.

viernes, octubre 21, 2005

Soul

Debido a molestias ocasionadas por las empresas creadoras de virus, he tenido que exponer mi PC a una cirugía mayor. El único responsable, el que se excedió bajando centenares de discos en el soulseek sin un firewall adecuado, fui yo. De ahí el castigo divino, aunque injusto e inutil: de haber sido imparcial el elemental que se instaló en el disco rígido habría FAGOCITADO mi pasado inédito y me habría hecho un favor precioso: situarme en un punto neutro del presente, una super-realidad. Sólo desde punto neutro, desde el privilegio de la amnesia, puede maquetarse una lengua pasiva, a la medida de un nuevo realismo. Vuelvo a recorrer locutorios, entonces, por unos días.

Poemas de Elisa Pirichinsky

FRAGMENTO DE DIARIO
(OTOÑO)

La lucecita roja
es la señal
el calor más allá de la grisitud
es la señal
que cubre la noche
que alguien llora
todo vuelve al aire al final
una sombra
fija una sombra
fija el silencio en una voz.

*

El aire entre las hojas
se desliza y me toca
un paso desolado
reconstruye esa extensión sin nombre.

Un sol fuga en laberinto.

La bruma.

*
Un esbozo de orden, 5 de mayo
la tarde detenida en la taza
¿ "es nada entre mis manos" ?,
calma, cielo abierto, hilos
de luz en la ventana.
Me guardo aquí: entre sombra
.y otoño.

*
Borde del cosmos sin edad
una sola ceniza en el hervor
y hora tras hora cadenas
en los pasos dispersos
en el otro lado
lejos la morada y el trueno
lejos el mundo.


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L A CAIDA

¿resbalo? ¿desciendo? ¿regreso?
alejo y ausento
resbalo
soy el suelo y el aire frío
que se deshace entre mis manos
tal vez sea necesario
reconstruir el sueño
para que vuele la palabra

orilla silenciosa
"entre el mar y el espejo".

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" UNO NO ES OTRO"


Uno
un nombre
entrespejo sobrevive


acaso el ángulo
de piedra negra en la ventana
( entrespejo )

hace visible su paso.

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Y así "ida"
desencuentro el punto
el paso perdido expuesta la línea que cierra
extensión sin nombre donde la voz se aleja
extensión sin padre solo y desvelado
piedra sin ley
y tus certezas
en el reencuentro de un sol que se aplaca
resiste lo cerrado
avanza en la mano que abre.

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Danzante
entre bagatelas de beethoven
la transparencia de lluvia enhebra voces.

adentro la piedra afuera dilapida

algo en el aire afuera
sostiene la piedra
adentro

muda la grieta del vidrio
en la estación brumosa


en la letra
edra di lapid la .

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TRANSPARECIAS (2)

Desplegada en vuelo solo
la luz ondula transparencias
dibuja y desdibuja formas
como enjambre de tiempo

desplegada en alto vuelo solo
la luz roza la hoja

donde la memoria oscurece.

lunes, octubre 17, 2005

Amabilidades, pinturas de Andrés Pasinovich

/Argollas/ gajos de un territorio baldío, emergen: abren el hoyo conceptual/ Franjas amplias y uniformes vibran, se aplazan, como terrenos alucinados en la batalla. Se respira la derrota. Zanjas de color para el duelo de la forma. Zanjas de color y una sangría dorada/ Aquí la ocasión del milagro, aquí: un desollamiento intemporal de lo abstracto hacia el concepto /¿Cómo aludir a una falla desde la falla misma?/ Los elementos parciales de la naturaleza fracasan ante la curva huidiza del plano. Entonces el concepto fluye paralelo a la abstracción. Late y enmudece: es su deslizamiento en el lenguaje absurdo de las dos fronteras, el alimento de las víctimas y los incautos/¿Quién recoge la marca, la simiente? ¿Quién?/ ¿O?/ Sí, ¿quién se inclina en la zanja para cavar una voz que es la distancia entre dos líneas?/ Alto/ Lo abstraído, en todo caso, abastece, estructura límites que son la matriz del paso en falso, la marcha de la humanidad, la contracción de la memoria en el soporte de la misma línea reiterada y meditada/¿Para qué preguntar entonces?/ Tiempo y muerte calcados en una fuga conceptual. O mejor, construcción de un segmento para vertebrar el caos, domesticar la divina abstracción, darle una frontera, y plegarla por fin en el sitio de la incertidumbre.

domingo, octubre 16, 2005

Los mundos imaginarios

La maravillosa historia de Meter Shclemilhl, por Adelbert von Von Chamisso. August Eschenburg, por Steven Millhauser. Interzona editora, Línea C.

La colección Línea C surgió a fin del año pasado con un objetivo lúcido: traer al presente destacada literatura fantástica y ciencia ficción contemporánea, con traducciones propias, sin dejar de lado la producción local y ciertos clásicos raros del género. Ya en sus primeros dos libros -Preparativos de viaje del inglés John .M. Harrison, y Plop, del argentino Rafael Pinedo-, quedó en evidencia que la colección, a diferencia de los sellos de ciencia ficción masiva, tenía criterios originales de edición y reunía múltiples identidades literarias.

August Eschenburg, de Steven Millhauser, es el tercer título de Línea C. El autor nació en la ciudad de Nueva York, en 1943, y en ésta nítida y breve novela desmenuzada una historia preciosa partiendo de ese milagro que según las épocas incide, desde una disciplina menor, sobre el curso de las cosas: el del joven prodigio. Fantasías originadas en la infancia alientan en el protagonista, August, un don que deberá ajustar a la dinámica del mundo. Así, como promisorio constructor de muñecos animados, August abandona su pueblo y empieza a trabajar en una gran tienda en la Berlín de fines de siglo XIX. Pero su ambición es desmesurada; el arte de la mecánica funciona en él, al igual que cualquier pasión, como un sistema totalizador de conocimiento. La época exige rendimientos cuantitativos y no expresiones cualitativas, y poco a poco imitaciones vulgares de los autómatas de August pueblan, con mejor éxito, las vidrieras de las tiendas de moda berlinesas.

Tras el primer tropiezo, el pequeño genio tiene una nueva oportunidad en el teatro de autómatas. Aun cuando su talento es ilimitado y su arte capaz de sincronizar y vivificar cuerpos en bellas obritas que él mismo concibe, el gusto de la nueva burguesía otra vez trunca su sueño. La era de la mecánica se vuelve un anacronismo, se impone el cine, y August, con su sueño realizado pero inversamente, esto es, concluido en la razón poética del fracaso, entrega su causa al anonimato.

La maravillosa historia de Peter Schlemihl es el título más reciente de la colección. La historia desarrolla con un sesgo irónico el eterno tema del pacto demoníaco. La versión de Adelbert von Chamisso, un romántico que nació en Francia pero escribió en alemán, multiplica el sentido de la fábula: detrás del argumento se redefinen elementos del Fausto de Goethe y de leyendas como la de El holandés errante. El protagonista, Schlemihl, cede su sombra a cambio de una fortuna inagotable. Pero como el costo del pacto supera lo negociado y se convierte en la razón de una condena, padece todo tipo de humillaciones. Sólo un criado permanece a su lado, como una sombra paradójica, mientras Schlemihl busca en vano el amor, y resiste la posibilidad de vender su alma para recuperar un lugar entre los vivos. Tal resistencia, al final del libro, le confiere una esencia humana superior: Schlemihl renuncia a su fortuna y a todas las metáforas del deseo amoroso, y en una extraordinaria odisea interior por los estados de la naturaleza, inventa su propio amparo.

Perfil, Suplemento Oh!, 16/10/05

viernes, octubre 14, 2005

Ta deinótaton





"Ya comenzó la nueva sección de kurupi llamada to deinótaton: 
en griego algo asi como lo terrible, pavoroso, siniestro
en alemán sería el famoso unheimlich,
la contradiccion de lo rutinario y hogareño, etc...
Empezamos con Folisofía de Murena.
Para dar idea de qué va esta seccion:
son textos de autores infravalorados, de clásicos que nadie lee o sabe
leer, como el caso de Murena, arrojados al baul de la ignominia o el
olvido, textos en pdf descatalogadas, inencontrables, por ahi va la
onda."

En Kurupi, en la columna derecha, justo debajo de "I power blogger"
se puede encontrar la susudicha sección y sólo clickeando bajar Folisofía.
Habrá más... (Gracias Cristino!!!)

miércoles, octubre 12, 2005

Debate

La revista literaria Oliverio convocó a varios escritores a opinar y a debatir acerca de: 1-los cambios que ha tenido la figura pública del escritor en los últimos treinta años (qué ha remplazado al escritor-intelectual de los sesenta y setenta), 2- acerca del significado de "correr riesgos" hoy en la literatura argentina, superadas o perdidas las coyunturas políticas que hacían de la literatura una herramienta efectiva en el entramado social, 3- acerca de la experiencia personal con las tensiones del mercado editorial y la academia y los espacios alternativos, 4- muchas otras cosas más.
La idea era que estos ejes funcionaran sólo como disparadores. Además, organizaron una encuesta cuyo resultado será dado a conocer a su debido momento para determinar cuáles son, en la nueva generación, los cinco libros más relevantes, sin importar el género, del ochenta hasta nuestros días. En el post de abajo, el texto que hace unos días envié y que, junto al de otros jóvenes y gráciles polemistas que quizás se sientan aguijoneados por este adelanto, aparecerá en un número cercano de Oliverio.

Un público privado

La sociedad argentina en su conjunto durante la dictadura y la década de los noventa fue empujada, por razones y modalidades distintas en cada momento, a un proceso de descomposición interna. Fueron épocas en las que la saturación de historicidad suspendió el rumbo de la política. La figura del intelectual sufrió una parálisis y un desgaste equivalente al del tejido que definía su campo de acción. Vale decir que su influencia decreció en todos los ámbitos y quedó relegada, en muchos casos, a la academia, y su espacio de expresión a las revistas especializadas. En resumidas cuentas, por un cambio de paradigma, la potencia ideológica del intelectual quedó vaciada de utilidad política, y recién con el Kuko en el poder ciertos intelectuales que mantuvieron intacto en el espíritu la dioptría peronista, fueron agasajados y pasaron a tener participación, aunque limitada, en la vida pública.

Por su parte, el escritor, menos que cambiar, perdió relevancia en la vida pública -salvo en revistas y en suplementos literarios esqueléticos, donde a menudo tiene que ofrecer casposas entrevistas para darle visibilidad a sus propios libros- porque el curso obsceno del liberalismo así lo determinó. Casi podría decirse que el sentido de cualquier compromiso quedó impugnado por un halo de escepticismo generalizado, y con excepción del tipo de escritor implicado estéticamente en las patologías Lingüístico Espino Psicológicas -los LEP´s, otrora denominados vanguardistas-, casi ninguno tiene verdadera ingerencia en el entramado social. Los LEP´s tienen en el mundo una ingerencia imperceptible pero sustancial, ya que el fenómeno de la lectura se determina a través de afinidades estéticas, exteriores a la moda y a la publicidad del mercado, y ellos representan -¡quién si no!- la expresión de una afinidad idílica que es en realidad utopía política.

Pero volviendo a lo anterior, si la lectura representa algo más que un pasatiempo, la ingerencia que una disciplina menor como la literatura -y más en el caso de los LEP´s- puede tener en una sociedad eclipsada por el mundo del espectáculo, no puede definirse si no como un exceso de trascendencia, una intimidad sobreescrita.

Sin llegar a poner en práctica la premeditada astucia del LEP, puede decirse que entre el escritor y el lector la intimidad de una lengua determina que exista identificación estética y que, de hecho, haya buena literatura -y no novedades editoriales y libros premiados por multinacionales- a lo largo del tiempo. Se trata, simplemente, de la irrupción de un libro en la intimidad del hombre, y de la suma de estas irrupciones se puede inferir una relevancia pública como la que, en su momento, supo tener Borges.

En una literatura de exportación tan en boga como la de hoy en día, en la que los autores apuestan a un argumento racional, a una lengua neutra y sin marcas personales o regionales, la intimidad -el plano de sentido de la literatura en la soledad del individuo- se esfuma, y la publicidad pasa a ser un medio de ingerencia o, más llanamente, una estrategia de identificación comercial: la economía de lo público avasallando la política de lo privado, y no a la inversa, la intimidad -único espacio politizable hoy en día tras el naufragio de las izquierdas- resistiendo la economía pública.

Imagino que el público que consume novedades de libros que apenas lee o que simplemente compra porque aparecen en la lista de los más vendidos, renuncia a esa intimidad porque no elaboró una lengua a la altura de su propio goce. Éste, se me ocurre ahora, es uno de los contrasentidos fundamentales que dan aire al capitalismo y la clave que articula su futuro: el sistema, a la vez que legitima y decodifica objetos y tendencias, dona una lengua neutra e insatisfecha, una lengua insuficiente para sintetizar la experiencia subyacente en esos mismos objetos y tendencias.

La lengua rebajada del marketing, asequible y blandita, es la lengua servil que prefiere la península ibérica y los agentes literarios a la hora de promocionar rentables "obras maestras". Raramente un texto cuidado para el mercado internacional -o para el mercado a secas-, estructurado sobre una buena trama, una prosa limpia y un argumento con intriga pero carente de un tono personal, pueda fundar, en el aquí y en el ahora argentino, esa intimidad que redime a la buena literatura del fraude public(itari)o del buen gusto.

De modo que hay algo que caracteriza a la literatura que apuesta a una lengua y a un universo personal: una relación espectral de apuntalamiento mutuo. Por el contrario, un autor Premio Planeta, desde el momento en que acepta rebajar su lengua y su imperceptible universo literario para capturar a un público masivo, hace pública una impostura, y suprime de su literatura esa intimidad que implica en el texto temporalidad humana -a esta acepción política de lo privado me refería más arriba-. En su lugar sólo queda tiempo financiero, ese flujo tasado por el hombre público, el profesional para el cual cada hora de trabajo debe ser rentable -pues apuesta a la consolidación de una economía por fuera de la política, gesto que remite a la década del noventa-. Tales autores aceptan, en suma, la "responsabilidad social" de producir capital especulativo, y en este sentido cada libro no es más que un flujo financiero en un sistema donde deseos sin objeto se reproducen, a ritmo vertiginoso, infantilizados en pantallas o en cúmulos de papel. En definitiva, son estas, hoy en día, las figuras del escritor: una que funciona políticamente en las coordenadas de intimidad del lector, y otra que, prendida a la economía de los noventa, hibrida al empresario y al profesional de la escritura a fin de obtener rendimientos crecientes.

sábado, octubre 08, 2005

Nuit blanche

En la Nuit blanche que cada año se realiza en París, distintos artistas intervienen el espacio público de París. Hugo Bonamín, artista nacido en Francia, pero con ascendencia argentina y residente en Buenos Aires desde 1999, intervino la Iglesia de Saint Merri el reciente primero de octubre, retirando las sillas y poblando el espacio litúrgio con signos artisticos que, en un lugar en apariencia protegido de las luchas mercenarias que día día libra el hombre contemporáneo, abren en el expectador un lugar paradójico de reflexión: en un refugio invertido por el arte, la institución deviene en forma identificadora, y el hombre encuentra mejor predisposición y potencia para la introspección histórica. Acá, imágenes de la intervención e información objetiva y menos entusiasta acerca de la muestra.

L´infant dans la colline

Si alguien preguntara cómo evitar el encierro perfecto, el artista respondería: mirar hacia atrás, descifrar lo que un niño carga en la ventaja de su inmortalidad. Tal vez sea este el único medio para escindir un nuevo futuro e infiltrar en el arte una nueva generación de imágenes. Ni la predeterminación del arte conceptual, ni las prescripciones de la figuración o de la abstracción, alcanzarían para tasar Enfant dans la colline en una definición.
Responder también es plantar un pie fuera de la abstracción. Asumir la carga de experiencias previas a la representación, plantear un ritmo, sembrar un cuerpo nuevo e inquietar con un lenguaje en el que reverbera la esencia primitiva:
una danza que es teatro de la vida. Para Bonamín se trata de recrear lo humano a través de la infancia, hacer funcionar una cosmogonía en el lugar de un esquema conceptual, y luego conferir a los personajes de su danza un destino: el de dinamitar el banquete de la madurez. Si se quiere, la respuesta de Bonamín es a la vez una contestación al hombre actual, devastado por la memoria ajena del consumo, como un desafío a los problemas sistematizados del arte contemporáneo.
Esa respuesta tiene su propio tono y determina su altura en una combinatoria mínima de elementos: barnices y carbonilla sobre tela cruda; calcos trabajados con parafina. Estos elementos, al potenciarse en el vacío, descubren los resultados de un arte paradójico. La línea es más que un trazo medular que sujeta el sentido de la obra. La blancura no invoca los beneficios del suprematismo: a la vez es síntesis del color e indicio de luz.
Los recursos, específicos y exiguos, contrastan con la intensidad ritual de los efectos. Existe un archivo de figuras del cual una subjetividad implícita extrae personajes informes, en evolución. Desde luego, hay tensión: la voluntad del artista y el anhelo del niño. Cuando la historia de estos dos deseos se superpone, la narración y el movimiento transforman el vacío en origen. En los términos plásticos de Bonamín, experimentación, memoria y movimiento son elementos primordiales para captar, reproducir y atravesar una subjetividad previa al lenguaje.
En definitiva,
Enfant dans colline exhibe temprano la ambición de toda una vida dedicada al arte: una genealogía propia. Primero una memoria que no es descriptiva y evoca, en un soporte etéreo como el calco, un tiempo anónimo. Luego recreaciones de figuras afásicas que espiamos desde el ojo sobrenatural de un Boeing. Más adelante, representaciones simultáneas de personajes que el artista-niño invoca para preparar las condiciones de la experimentación. Finalmente, en el políptico, la composición se acelera, la potencia del vacío cerca al artista, el tiempo de los personajes cava el espacio de la tela cruda y la línea pesa doblemente en los cuerpos superpuestos.
En la última figura, la mano da la vida y a la vez enseña una humanidad hasta entonces desapercibida entre nosotros, los espectadores.
(Texto escrito por el responsable de este blog para una exposición de Hugo Bonamín. Acá imágenes de la mentada exposición, realizada en Buenos Aires en 2004)

Fondo, forma y costura

Éste es uno de los primeros textos que escribí para el amigo y artista franco argentino Hugo Bonamín cuando expuso la serie de las siluetas. La cincunstancia torturante de escribir sobre arte contemporáneo -nunca supe hasta que punto mi sensibilidad para escribir al respecto no estaba supeditada a la amistad- se repitió varias veces -en el post de arriba va un texto más largo y analítico sobre otra exposición- y retengo en la memoria sus cuadros pero no el lugar exposición.

Fondo, forma y costura. Tres sustancias para un arte pensante y provocador: iluminación goyesca que siempre fluye en triángulo. Los personajes de Bonamín retroceden, amenazan en perfiles vaciados, en expresiones anónimas pero eternizadas. En la yuxtaposición y en la multiplicación ocultan el doble filo de la perversión. Hay ironía en la costura, crítica en la línea que separa fondo y forma antes de que mutuamente se devoren. Emerge ahí, en la potencia de un procedimiento que es, como en Goya, aleación descarnada de la virtud y la locura, una lectura del mundo contemporáneo. Una lectura que esquiva todos los clichés del arte conceptual, y crea por anticipado su propia memoria.

Faro

A veces ocurre, uno encuentra una página cautivante y lo único que puede hacer es propogarla incluso sin terminar de hacerse una imagen de lo que la totalidad del proyecto significa. Fin del mundo contiene todo tipo de proyectos experimentales pensados para la web. Dentro de sus diferentes disciplinas (literatura, artes visuales, música), los integrantes (Belén Gache, Gustavo Romano, Rubén Trilnik), emplean el espacio virtual para llenar los márgenes de sus propios campos artísticos y quizás tergiversarlos. Tal es el caso, por ejemplo, de "El diario del niño burbuja", un proyecto blog en el que la autora, durante cien sucesivos, postea textos y fotos halladas en el buscador de imagenes. El texto naturalmente deriva, naufraga, con la inconstancia de todo diario, en una nueva temporalidad sin órdenes lineales o causales. En defintiva en la aleatoriedad de esa disposición, extendida a todas las tentativas multidisciplinarias de la página, son razones que cautivan.

martes, octubre 04, 2005

Proyecto-río

Un amigo está preparando una instalación para Estudio Abierto. A tal efecto, para especificar detalles de la obra, y como requiere la participación de muchísima gente (mietras más gente involucrada más sentido tiene la instalación) abrió este blog. Acá abajo, un adelanto tentador del proyecto:
río se propone recopilar cientos de mensajes anónimos. Secretos, deseos, palabras sueltas, delirios, maldiciones, obsesiones, dibujos?

lo que quieras! todo suma! todo cuenta! todo vale! todos todo!

Cada mensaje irá dentro de una botella sellada que estará llena con agua de río y color.

Todas estas botellas formaran una instalación interactiva que se exhibirá en el festival de arte Estudio Abierto en el mes de noviembre, en Puerto Madero.

Los que visiten la instalación podrán llevarse una de estas botellas a cambio de una palabra escrita. Estas palabras serán enviadas luego a los autores de los mensajes de las botellas. Cada uno recibirá una palabra.


río es un texto. Una red de intercambios que generan un discurso.
Parte de este discurso se encuentra oculto, o transformado a partir de la acción del agua. Y la otra parte es aleatoria? sintética y retardada.
Fluir. El río no transporta sino que contiene los secretos.
Y a cambio de estos secretos vuelven palabras.
Una forma de comunidad.
Una colmena de sentido inacabado.
Siempre en construcción


envia tu parte a:
proyecto_rio@yahoo.com.ar

lunes, octubre 03, 2005

Arácnido

Entre otros texto, estos, En las templadas aguas del origen y Sobre la poesía argentina de los 90', atrapan por su tallado reflexivo y polémico -y consecuentemente disgresivo- en el reciente blog/archivo que Walter Cassara ha armado para poner a disposición del ciberlector poemas, relatos y ensayos de su autoría -y no tanto, ya que también se reproducen textos predilectos como este-, muchos publicados en revistas y en formato libro, y algunos todavía inéditos.

domingo, octubre 02, 2005

Saer y Saer

- ¿Cuáles serían los defectos negativos de la visión posmoderna?

- Me parece que ha venido imponiendo una especie de universalidad abstracta, bajo el nombre de la democracia, la convivencia de las diferencias, la tolerancia. Eso puede ser negasto en el arte. Significa que en el gran supermercado de lo cultural, todas las mercaderías tienen su estante y al cliente le toca elegir la que más le conviene. Los libros de Isabel Allende y de Onetti serían igualmente novelas. En realidad, en el último caso tenemos creación auténtica, y en el otro un entretenimiento biodegradable.

- ¿Le parece un problema la lógica empresarial de las editoriales?

- Siempre ha habido obligaciones comerciales en la edición, pero hasta hace no mucho tiempo era la concepción cultural, o el arte noble, lo que marcaba las pautas. Ahora se ha transformado en una empresa tan grande que se vuelve un fin en sí ganar dinero. Se edita mucho, pero los buenos escritores han quedado un poco como los parientes pobres. Igual, no sé si a un verdadero escritor le interesa demasiado viajar en jet.

- ¿Qué piensa de la crítica?

- Creo que uno de los grandes problemas de este tiempo es la ausencia de espíritu crítico. Ni siquiera los que dicen ser críticos critican: !nunca van al fondo del asunto!

(Entrevistado por Florencia Abbate, Diario Clarín, Ñ, 01/10/05)

jueves, septiembre 29, 2005

La ocasión

Sobre Corrientes llegando a Talcahuano, en Librería Libertador, hay saldos de Galaxia Gutemberg, ninguna novedad si no fuera porque entre ellos, a ocho pesos cada uno, no estuvieran dos libros anhelados: El mar de las Siertes de Julien Gracq y Orientalismo Edward Said. Uno junto al otro, en la mitad del salón, sobre las mesas de la derecha. Esas son las coordenadas.

miércoles, septiembre 28, 2005

Young Riley

(La Monte Young singing Raga Tilang with Terry Riley, tabla, for Radio France, 1982. Palais des Sports, Metz, France. )

De los músicos contemporáneos, quizás sean estos los que más me fascinan. En costas opuestas de Estados Unidos siguen vivos . A través del vocalista y gurú Prandit Pran Nat incorporaron ragas y elementos de la música india clásica al minimalismo que venían desarrollando. Fueron los pioneros de la música electrónica en los años sesenta. Los dos músicos formaron una única columna subjetiva que no volvió a repetirse con tanta intensidad. En los setenta acompañon a Prandit Pran Nat en sucesivos regresos a la India. Residieron en un pequeño pueblo llamado Tapkeshwar, al norte, y estudiaron en el templo del cual Prandit era músico. Reconstruir aquellas estadias siempre me pareció un buen sueño. Viajeros como estos eran los de ayer. Gracias a aquellas estadías la música occidental nunca estuvo tan cerca de oriente, y la influencia de Young-Riley puede rastrearse tanto en Brian Eno como en las corrientes más abstractas de música electrónica.

lunes, septiembre 26, 2005

Compre argentino

El corporativismo y el apriete despuntan hoy en día en la mayoría de las reseñas cinematográficas. Así como gracias a un inmenso operativo de prensa El aura ha sido disfrazada de obra maestra, Iluminados por el fuego, por rencillas políticas, puede ser considerada una "película", puede competir en un festival medianamente prestigioso y en el reparto de la torta ganar el ¡Premio del Jurado! -jurado nada competente, la presidenta fue Angelica Houston-. Los críticos de cine a esta altura trabajan de publicistas -son el doble culto del que produce los costosos y coloridos anuncios que ocupan media página los domingos-; al igual que los políticos y los encuestadores, mienten para crear una mezcla de verosímil psicológico financiero: ese laudatorio aval exterior que incrusta opiniones donde no las hay y, sobre todo, perpetúa una relación de dependencia mediática en quienes nunca formarán criterios independientes. Al que chiste se lo censura, si no ver esto. De todas maneras hay que decir que Bernades fue demagógico, quiso impartir un seis, en vez de ese cuatro nada demagógico que sí merecen, en cualquier diario, las operas primas -cuyo presupuesto a veces es escaso y cuya inversión en publicidad es nula- de jóvenes desvínculados del furor del nuevo cine argentino.

domingo, septiembre 25, 2005

Hombres solos

¿Qué hacer con las dos caras del tango? ¿Qué hacer con el mohoso universo de anécdotas y con la realidad de los que escuchan y siguiendo la letra fruncen los ojitos en una bar del Abasto? Qué hacer equivale a decir ¿cómo transformar una escena cotidiana en un eslabón más de la literatura que se pierde día a día? Y luego, para seguir indagando en el ámbito socarrón de los hombres solos, ¿qué hacer con las bromas escuchadas al azar en el vestuario de un club? ¿Cómo desarticular esos materiales obscenos y romper la placenta discursiva que en los hombres solos alimenta dos misóginos?

miércoles, septiembre 21, 2005

El aura

¿Qué decir de "El aura"? Después de tanto elogio desmedido y obsecuente en diarios y revistas, es inevitable salir de la sala un poco decepcionado, aún intuyendo que el film en efecto es valioso. Ni Ricardo Darín hace el mejor papel de su carrera -en realidad puede decirse que es la primera vez que actúa realmente y deja de hacer de Darín- ni Bielinsky es un director personalísimo -o lo es, pero en el prospecto del cine industrial, vale decir, interpreta, con una permisividad artística convenida de antemano con los productores, lo que cierto público espera del cine masivo de calidad.
Mientras escribo noto que me decepcionó menos la película que la actitud de los críticos cinematográficos argentinos. Es posible que la mayor parte del público vea en "El aura" una obra maestra; es posible que muchos encuentren encarnadas y correspondidas ahí las expectativas que han puesto en el cine, y me parece razonable. Pero un crítico no puede condescender a un gesto semejante e implicarse en una demogia -un existismo tipicamente nacionalista- que ni siquiera el director hizo tácita, al colegir de una buena producción, de un guión ingenioso y de una fotografía impecable, los atributos de una obra maestra. Quienes en la semana anterior han firmado críticas hiperbólicas intimamente saben -porque alguna vez tuvieron sensibilidad artística- que "El aura" es un producto prolijamente filmado y montado, quizás el mejor producto que el cine nacional haya dado, pero no llega a ser cine de autor, no es "La ciénaga" ni "Los muertos", simplemente porque el modo de filmar de Bielinsky es neutro, como todo lo que en el mundo del espectáculo está destinado al éxito instantáneo. Tiene una gramática amable, secuencias cortas, explicaciones para orientar al expectador en el laberinto, climas acelerados, suspenso para salvar ciertas inverosimilitudes de la trama, infaltables toques bizarros que son ante todo la pesada herencia del policial argentino. En fin, un surtido de recursos que un profesional fiel debe adoptar para entregar una pieza de alta calidad comercial. Vale la pena resaltar la ausencia de tópicos for export acerca de la última crisis econcómica, y este quizás sea el punto más destacable y genuino de la película: la extraordinaria autosuficiencia de su universo. Pero como "Hombre mirando al sudeste", "El aura" es otra alhaja sobrevaluada -aunque bienvenida- en el casino portátil del cine nacional.

domingo, septiembre 18, 2005

Bendición

Temprano a la mañana se repitió el fenómeno que hacía un par de semanas, casi todos los días, le cortaba el sueño: el sonido del portero eléctrico. Como tanta perseverancia le intrigaba, O. aprovechó el día soleado para salir de la cama, atravesar el patio y atender. Del otro lado, de inmediato, una voz joven e impune soltó la siguiente frase:
- Señor vecino, hoy en día la violencia y la inseguridad cercan a los vecinos y venimos a traerles la protección el Señor.
- ¡¡¡Cómo!!! -interrumpe O. al predicador.
El visitante repite mecánicamente la misma frase con el tono plañidero y macabro de los predicadores televisivos.
- ¿Usted me quiere decir que me toca el timbre todas las mañanas para eso?
- La violencia es un flagelo hoy en día y el mensaje de nuestro señor Jesucristo...
- Si me vuelven a tocar el timbre salgo con un rifle.
- ¿Perdooooón? -a la voz del pastorcito se suman detrás voces de damas alarmadas.
- Que voy a salir con un rifle, acuérdese de este timbre, me tocan una vez más a la mañana y salgo.
La horda evangelista rumia algo y el pastorcito concluye:
- Disculpe señor, disculpe, no va a volver a ocurrir.

Después del incidente O. quedó desvelado y sopesó la posibilidad de que los evangelistas, para tomar represalias, en adelante lo visitaran todavía más temprano. Consideró la idea de diseñar un cartel con el siguiente lema: evangelistas, testigos de Jehová y predicadores de cualquier índole abstenerse. Paradójicamente, como si hubiera sido bendecido por el diablo, O. trabajó desde el mediodía hasta la medianoche en la corrección de su inminente novela, se concentró como hacía tiempo no le ocurría, y hasta tomó notas y encauzó el rumbo la novela realista que tiene entre manos. A altas horas de la noche, antes de desplomarse, escribió unas últimas líneas: "si todos los días tuviera a alguien a quien amenazar bien temprano -por un momento pienso que la alternativa inmediata sería casarme-, trabajaría con la misma convicción. Siento una extraña gratitud hacia los visitantes de la mañana y hasta deseo que vuelvan."

sábado, septiembre 17, 2005

Deficientes

Se sabe que padre e hijo andan con una cañita o un rifle siempre a mano para embolsar a algún animal que se les cruce en el caminoy asarlo, aunque casi nunca ocurre: ambos desconocen los rudimentos de la cocina americana, y a ciencia cierta en momentos de ebriedad obtienen por error sus escasas presas. En esta foto, padre e hijo, cuando intentaban la travesura de extraer del lodo a un jabalí ahogado con una caña de pescar, obtienen de casualidad una preciosa trucha que paseaba por el parque recreativo de inundaciones New Orleans. Posan para la foto antes de reclutar a algún evacuado para que les ase la presea en la popa del yate God save the president.

miércoles, septiembre 14, 2005

Secretos vanos

Este sitio es un reservorio de secretos que van de lo más vulgar a lo más infantil, pequeñas miserias o fantasías ridículas, muchas tribulaciones de adolescente, algunas bromitas (Ejemplo: Debo confesar que deseaba que Castells muriera de hambre. Lo más absurdo es que el tipo me cae bien, pero me molesta que lo que hacen huelgas de hambre jamás mueran ó LLoré cuando murio Doly, la primera oveja clonada ó Tengo serias fantasias con uno de los pastores de la iglesia universal del reino de dios...soy una pecadora?). En este sitio cada uno tiene derecho a donar su secreto, darle sentido, y permanecer en el anonimato. Leí varias páginas con confidencias absurdas, infames, inofensivas, infantiles, etc., pero nunca encontré el secreto que esperaba leer. Sin embargo, estos secretos devaluados generan una insaciable curiosidad sociológica y confirman algunas intuiciones. Vale la pena echarle una mirada, a riesgo de caer en una pequeña adicción. Al sitio me lo reveló un amigo, aunque yo consideró que se trató de un obsequio deliberado, considerando las nuevas obsesiones realistas que intento trasladar a la próxima novela. A propósito, este amigo, Andrés, está tramando una instalación en la que recopila secretos y los entrega al olvido sin leerlos. A los dadores de secretos les devuelve -quizás por correo- una cifra, una palabra. Pronto abrirá un blog para desglosar los conceptos de esta instalación. El agua de río es el elemento de la alquimia. Andrés la envasa en botellitas con colorantes, y en el interior de cada una el secreto se diluye. El espectador que se apropie de una botellita deberá legar en ese gesto una palabra, la cual más tarde le llegará a uno de los quinientos que ofreció un secreto. Esto a grandes rasgos. Se verá en Estudio Abierto, en Puerto Madero. Habrá más adelantos. Necesita, naturalmente, dadores de secretos.

domingo, septiembre 11, 2005

El pasado como espejo

Reapareció Perfil. Primeras y rápidas impresiones después de que se me borrara un extenso post que venía escribiendo desde la tardecita. El suplemento de libros, cine, artes, espectáculos, etc., OH!, junto a la revista Luz -con más doscientas fotos color de lolitas posando, Luz parece destinada exclusivamente a un público femenino frívolo y a un nada despreciable público masculino onanista-, son el fuerte del diario y tienen un diseño sofisticado en relación al del cuerpo principal.
OH! no cuesta cincuenta centavos, y trae algunas entrevistas: entre otras, una a Kuitca y otra a los Reincidentes. En la parte de crítica de cine el bodrio de Tristán Bauer recibe dos ecuánimes palitos sobre el máximo de cinco -excelente-. También hay una sección de televisión que no entiendo porque no sigo la programación. Lo bueno viene al final: dos aguerridas columnas de contratapa de Tomás Abraham y Quintín. Existe desde luego la sección de libros, y ahí Link y Pablo Ramos salen agraciados por obra, respectivamente, de Piro y del responsable de éste blog. Además, en una preciosa nota recuperada, el huraño Nabokov, como si intentara aliviar desde la tumba las penas de muchos escritores argentinos contemporáneos, refiere detalles de su relación con el editor de Lolita, Edgar Girodias: "Fui confrontado con la peculiar atmósfera que rodeaba sus relaciones comerciales, una atmósfera de negligencia, evasión, demora e hipocresía. (...) Nunca fui expuesto a nada parecido a este tejido de deshilachadas maniobras y tergiversaciones con que Girodias envuelve a sus víctimas (quizás no deliberadamente, más bien parece ser parte de una naturaleza bizarra)." A continuación Nabokov refiere cómo Girodias durante dos años evito rendirle cuentas por las ventanas, una y otra vez...

Continuará

viernes, septiembre 09, 2005

Cuando el papel no alcanza

El título de este post es el de la nota de Cecilia Bazán. (Acá, la versión ampliada). Ésta periodista de La voz del interior rastreó a cuatro escritores bloggers, los entrevistó por mail, y logró compactar las respuestas con un precioso tono que deja algo en claro: si existe hoy en día un espacio de intercambio crítico donde el escritor y el lector pueden excederse y ejecutar todas sus libertades -o suprimirlas en la auto/adulación-, este medio es el blog. Como en otro tiempo fue el café -TH dixit-, ahora la circulación de ideas y puntos de vista se acelera en el blog. Quizás, como muchos cafés históricos se afearon tremendamente en la década del noventa, hoy seamos un poco más sedentarios que en el pasado y prefiramos editar la propia voz en la pantalla.

jueves, septiembre 08, 2005

Dos

Dos páginas. Por un lado El interpretador lanza su número 18, con textos de Marcos Herrera, Silvio Mattoni, Christian Ferrer, entre otros, y la infaltable columna de Elsa Kalish.

Por otro lado, Quintin reaparece en Los Trabajos Prácticos y ofrece, sin aspirar a síntesis morales o a satisfactorias demagogias que orienten a un lector perdido, la primera parte de una lúcida reseña sobre la antología La joven guardia.

miércoles, septiembre 07, 2005

A los bastonazos

Este monstruo, seguramente uno de los que nunca se detienen cuando a lo lejos nos ven correr con el corazón en la boca para alcanzar la parada a altas horas de la noche, molió a un ciego, aunque los resultados de la contienda aún no son tan claros. Al parecer la mentalidad del colectivero prototípico, al igual que la del taxista, no es pragmática, y el chofer detuvo en seco al ciego no porque desconfiara de su discapacidad, sino porque algo así como el carnet de ciego provisto por e l Estado no había sido renovado.
Un chófer así de sobreexitado entró hoy a la tarde al café de la vuelta de casa; en complicidad con el mozo rompió el hechizo del lugar e impuso en la T.V. el partido de San Lorenzo-Boca. Quienes miraban el desempeño artístico de Coria en Flushing Meadows -en realidad yo era el único en el lugar- tuvimos que emprender la retirada para corroborar desolados que en los demás bares de Boedo todo era fútbol.

martes, septiembre 06, 2005

Barberos, raros y bárbaros

Cuando entro veo a tres hombres sentados hojeando revistas. Intercambian comentarios picarescos que enseguida me remontan a los que alguna vez escuché en vestuarios. Atienden un anciano y su hijo de cuarentón. El salón es antiguo y, a juzgar por el olor a nuca sucia y caspa, no se respeta la consigna del lavado previo al corte. La pequeña empresa familiar ni siquiera ha contemplado la posibilidad de lucrar, como es común en los desalineados salones de neón y cristal que se multiplican en Buenos Aires, con lavado y enjuague previo al corte. No existe ni siquiera el piletón con esa base ortopédica y ovalada que, todos los que alguna vez tuvimos melena, recordamos con simpatía: gracias a ese artefacto inexplicable, una dama de escueto delantal blanco, mezcla de enfermera y meretriz, en la temprana pubertad se demoraba enjuagando nuestras mechas y frotando nuestro cuero mientras el agua tibia corría y concentraba grumos de sangre en los extremos.

En esta peluquería de barrio es imposible pedir turno. El lugar conserva la fisonomía y los rituales empalagosos de lo que otrota fueron las barberías. Se usa gomina, se afeita con brocha y navaja, y el sillón y los espejos tienen el peso ideal -el peso neutro- de los objetos diseñados en la década del treinta. Las prioridades se establecen por orden de llegada, y si uno decide salir a tomar un café pierde su lugar. Así me ocurrió, y la espera fue doble. A pesar de ser calvo, no quise aplazar más el rapado. Esperé. E intenté identificar el origen de ese tufillo irredento, esa lascivia sin destinatario, inversa a la de aquellas hembras entalcadas que enjuagaban el cabello para empujarnos al futuro.

domingo, septiembre 04, 2005

jueves, septiembre 01, 2005

Ex tenista con futuro

La futura mirada del ex tenista es el primer disco solista de Sebastián Kremer, próximo a aparecer en Argentina, y no es sólo un hallazgo por su título, equivalente al de Peter Handke en El miedo del arquero ante el penalty. Tiene temas buenos, inusualmente buenos para alguien que canta en castellano. Pareciera cantar en otra lengua. Por curiosidad -o por el interés que me generó el título- me puse a escucharlo. En este blog se puede descargar su disco.

lunes, agosto 29, 2005

(El) mañana, todos invitados

Música de rengos

"Salí de mi casa en plena madrugada a buscar cigarrillos del kiosko. A diez metros míos, caminando en la misma dirección, un rengo. Un rengo de espaldas, lo que constituye lo contrario a un gato negro de perfil pero mucho más tenebroso..." (sigue en Moscas)

domingo, agosto 28, 2005

Tren

¿Qué quiero decir cuando escribo que cada minuto está repleto de sí? Creo que hablo de cierta temporalidad indivisible: cada segundo del tiempo real coincide con una forma o un olor que concluye en otro olor, y así sucesivamente.
De pronto, en el tren que va de Kotayam o Kochi, instigado por una imagen, y sobre todo por la imposibilidad de eternizarla, me remonto a una situación lejana. No sé si existió: mi abuela y yo, con cuatro años, salimos de un extinguido cine de la calle Esmeralda y caminamos hacia su casa por Tacuarí. Escuchar un tango en un tren inglés de la colonia, donde los comportimentos de tercera son como celdas y los ágiles y verborrágicos pasajeros le dan a los portaequipajes función de literas, potencia la capacidad de recordar... Recuerdos que parecen perdidos chispean de la nada, o traídos por un detalle que sin duda vive en otra lengua. Supongo que esa reconstrucción de la memoria es el escenario continuo del viaje. El mismo déjà vu que experimenté al pisar este territorio y notar que ya había vivido en sueños ésta temporada sin mortales.

jueves, agosto 25, 2005

La orilla restante

El misterio de Benarés se asemeja, en intensidad, al de algunas calles espiraladas de Estambul. Pensandolo bien, Estambul es Benarés duplicada. Como en toda duplicación, hay un derrame, y se pierde algo: tensión. Benarés es una cornisa repleta de signos a punto de quebrarse y ceder memoria. Una ciudad antiquísima cuyos tesoros nauseabundos pueden ser saqueados por cualquiera -ahora o en el futuro, como parte del pasado- excepto por esos occidentales que tomaron la vía mística y andan por el labertinto de callejuelas disfrazados de indios . Estambul es un ciudad férrea, impenetrable en su idioma y en su gente. Pero sólo porque el Bósforo tiene dos orillas y los muertos están redimidos -y ocultos- en la potencia del Islam.
Del otro lado de Benarés, en la segunda orilla que no debe ser llamada la otra orilla, crece un desierto: el de los muertos, las almas en pena . Los oigo por la noche, cuando vuelvo de jugar al ajedrez con Nicolás, un amigo francés al que conocí en La Paz y al que me encontré acá de casualidad, el primer día, mientras desayunaba idlis en una tienda ignota de este enorme laberinto. Podrían ser ser niños, leprosos, sadhus que no fueron cremados porque se purificaron en vida y buscan la salida al desierto real. Pero sé que el murmullo proviene de los animales que descansan en la oscuridad.
En el Ganges, la única orilla es la de la muerte, la orilla inahabitada. La orilla inhibida. Después de unos días de contacto con el humo de huesos y la mierda de búfalo acumulada en cada Ghat y en cada pasaje, uno se siente en el paraiso, y la angustia de la mortalidad parece sólo un defecto de los que creen.