No recuerdo cuándo ocurrió, en qué momento Latinoamérica pasó a ser, para mí, como lector, el manantial de voces que conectaba un pasado imborrable – Borges, Cabrera Infante, Piñera, Onetti, Lispector, entre otros – con las posibilidades y las razones de la escritura. Pese a las modas literarias y pese a tendencias temáticamente utilitarias en una literatura que no adujo estereotipos internacionalizables hasta el boom, Latinoamérica siguió dando escritores únicos. (sigue en Ñ...)