jueves, marzo 31, 2005

Mini serie

El caso Piglia en efecto ya tiene formato de telenovela. El hijo bastardo exige ser reconocido y el padre, gaga, invoca a una hueste notarial. Naturalmente, resta saber quién ha quedado embarazado. Y de quién. En todo este escandalete el Papa tiene un papel vital. Ha viajado a Argentina a hurtadillas y ha dejado en el Vaticano a un muñecote/marioneta que en Pascua se asoma y mueve los bracitos de algodón y papel maché para bendecir. Tras ser asesorado por Mr. Brauer (que le aconsejó no oponerse a la vía recta y lo alojó en su demencial monoambiente mientras ultimaban detalles de la estrategia y miraban viejos videos de Cha-cha-cha), Wojtyla se reunió con las partes damnificadas en un bar de Constitución. Nielsen, acompañado por Fogwill, desplegó el papelerío para acreditar su condición de hijo legítimo, y vio atónito cómo el Papa mezclaba Seven-Up con cerveza Palermo y ensayaba en el aire el gesto "viejita". Fogwill., como buen observador, además de catalogar el culo de las mozas y de los travestis obesos que se paseaban del otro lado del vidrio, notó que el Papa llevaba debajo de la sotana zapatillas imitación Topper. Empezó a intuir algo extraño... El Papa no era el Papa deseado, y Piglia no llegaba a la escena de conciliación obligatoria aconsejada por la Santa Sede.
Lo que hasta el momento parece una llana telenovela toma visos de super acción. De un Ford Sierra azul, dos encapuchados, Guillermo Piro y el responsable de este blog, bajan y se dirigen directo a la mesa de Wojtyla. Raptarlo es cuestión de segundos. El único que atina a oponer resistencia es Nielsen, que pide paciencia y un cuarto intermedio para que el padre bastardo llegue y estampe una humilde firma en su partida de nacimiento.
Ya en el Ford Sierra, notamos que el Papa está borracho y no podemos presentarlo así ante el ojo del Gobierno Nacional. Nos detemos en el sauna A Full, entramos, y preparamos a Wojtyla para un baño turco. Cuando lo desnudamos, descubrimos que con las Topper no usa medias, que en el pecho lleva el tatuaje de la lengua Stone, y que, por efecto de una mala tradición entre los Sumos Pontífeces -usar calzoncillos de lana- tiene ladillas. Después de manguerealo un rato, lo metemos en el baño turco, lo sacamos a la hora escuálido y hecho una pinturita, lo vestimos, salimos, lo escondemos en el baul del Ford Sierra previendo alguna operación de contra espionaje de la Side, y arrancamos directo ¡hacia la Casa rosada! (continuará)

martes, marzo 29, 2005

Siete diferencias

Diferencias entre el stalinismo y el nazismo, sin recurrir antinomias, cinceladas por Zizek. (Se escribió mucho sobre el totalitarismo, y esperamos que enhorabuena las exploraciones del pensador esloveno en tierras criollas desemboquen en una aliviante exégesis del peronismo.)

domingo, marzo 27, 2005

Una historia de vida

En una cálida entrevista, hoy Mirtha Legrand nos informa que ha leído libros de novescientas páginas, que ha padecido una pancreatitis por stress laboral, que se ha ido a vivir Villa Gesell en busca de un universo bucólico -¿Mirtha, no sería mejor tomarse un plato volador a Goa y dejar de joder con frivolidades intuitivas?-. De tanto leer, nos cuenta Mirtha, tuvo que hacerse recetar anteojos. Y de a poco se transformó en una ama de casa prodigiosa. "Sentí nitidamente que empecé a pensar mejor. Mi cabeza se vacío", declara.

sábado, marzo 26, 2005

Solícitos

Está solicitada es tan risueña como la apócrifa que, justo acá abajo, firman Carlos Fuentes y compañía. Piglia, como cualquier acusado que se considera inocente, sí puede creer que se lo acusa de ser Piglia, y esa al parecer fue su coartada ególatra en aquel artículo en Radar. Pero no es así. Está muy claro que se lo condena por haber participado en un premio violando ciertas normas. Que haya sido instigado por su manager es otra cosa. Como bien dice Fogwill, en el "proceso" Piglia podría haberse sincerado y haber saldado cuentas con su agente -además jurado del premio-, que es el verdadero responsable del escándalo. Prefirió la fidelidad. En este caso, una postura menos ética que política.
Lo triste es que sea Piglia y no un escritor mediocre quien haya quedado involucrado en un escándalo de este tipo. La querella de Nielsen apunta en particular a Planeta y Shavelzon, y en general a denunciar, quién sabe por qué manía reivindicativa -a esta altura, creo, pueden descartarse el resentimiento y los celos-, a través de la justicia (vale la pena preguntarse si formularla en este ámbito extraordinario para la literatura no fue una consecuencia inevitable), una práctica común en los grandes premios y, más especificamente, a denunciar aquello que en el campo de la literatura y el arte se ha transformado en una práctica y en una estrategia de mercado.
De modo que para abarcar la dimensión de los hechos, conviene separarse del aprecio que se le pueda tener a Piglia como escritor. La querella de Nielsen puede leerse de distintas maneras: acto estético de psicopatía como yo creí al principio o, pensándolo mejor -y pensándolo en relación a su obra-, performance contrapolítica en el centro de un capitalismo tardío que, paradójicamente, en el recurso legal a veces aloja la reserva para obturar ciertas prácticas que aseguran, precisamente, la eficiencia de un sistema y la circulación ficticia de la producción (al saturarse en un punto, el capitalismo se recicla a través de la excepción, la puesta en acto del fundamento de la ley). Y si bien es lamentable que la justicia interfiera en el campo literario, convendría evaluar si la fatalidad de esa injerencia no se debió a una hipocresía generalizada o, más precisamente, a la enajenación actual de la Cultura en la cultura del mercado. En otras palabras, vale la pena preguntarse si para que la denuncia de Nielsen cobre un matiz contrapolítico y circule como una riesgosa intervención en la res publica, recurrir a un límite exterior, el de la justicia, no era la única alternativa, la más audaz de todas las pensables. De cualquier manera lo que ya es una intervención pública al parecer está lejos de desalienar a alguien... Todavía muchos creen que acá hay nombres y que hay un individuo daminíficado -Piglia o Nielsen-, pero en realidad hay algo más obvio que, detrás de la indignación de Piglia y de la solidaridad de intelectuales que "respetuosos" de su sólida producción cierran filas en un solicitada, ha quedado en un claroscuro: ha sido sancionado el conglomerado de multinacionales y agentes que rige el mercado editorial. Ha sido condenada una práctica y una política de mercado. Pero por lo visto, ante la falta de reacción y discernimiento -que un escritor como Piglia, alguien que podría prescindir de esas prácticas, sea el condenado, genera una escena contradictoria, eso es cierto-, la misma intervención lamentablemente está destinada a disolverse en su propia excepción para que, después de todo, los premios sigan arreglándose, pero de un modo más discreto.

miércoles, marzo 23, 2005

Gacetilla

Ante hechos de público conocimiento que dañan la moral del pueblo méxicano, los aquí aquí firmantes reopudiamos la detención de Epigmenio León acaecida el 10 de marzo en la Ciudad de México. La gravedad del hecho se acentúa si consideramos que su blog ha sido fuente de inspiración y plagio para los aquí firmantes. Nos complace que la nueva generación de escritores siga la ética etílica de Epigmenio, y nos vaya liberando de la amenaza de parridicio que percibimos en Heriberto Yepes. Por todo esto, exigimos que Epigmenio sea puesto el libertad de inmediato y siga con su blog.

Firmantes: Carlos Fuentes, José Agustín, Elena Poniatowska, Ángeles Mastreta, Jorge Volpi, Ignacio Padilla, Pedro Angel Palou, Paco Ignacio Taibo II, y las firmas siguen...

martes, marzo 22, 2005

Madrugador

Ahora está todo claro. A las cuatro de la mañana otra cosa no puede salir. Dan Brown debiera probar acostarse, no levantarse a la madrugada.

Caridad

Si algún incauto piensa colaborar para que Toby no sea asado al vino blanco, le cuento que yo, años atrás, preparé un conejo de la misma forma. Recuerdo haber cortado el cogote y haber guardado la cabecita en el freezer, para un amigo pintor que pensaba incorporarla a un obra.
Digamoslo claro: el manjar vale la pena y compensa las molestias que puede ocasionar la cría de este tipo animalitos compulsivamente fornicadores y defecadores. Cualquier restaurant español aledaño a la Avenida de Mayo sirve ese tipo de conejos adobados. Claro que Toby, por el cariño que ha recibido, debe tener carne más tierna.
Si todavía hay algún pertinaz, como buen Coelho estoy dispuesto a recibir una suma bastante inferior -piense el interesado que el acto de caridad depende de la calidad y no de la cantidad- para la alimentación de Conejo padre. Prometo, sí, no comérmelo.

lunes, marzo 21, 2005

El mismo, en otro lugar

Me senté a escribir en una computadora ajena y en una casa extraña, sólo para adivinar dónde descansa mi actual vacío, enfrentar una página en blanco que sea real, porque ese vacío muchas veces se superpone a la ficción de la memoria.
Por fin la página en blanco. Quienes la esperan no saben lo que les espera. Una página en blanco no coincide exactamente con el vacío de la página: es la resta de la escritura, su propio olvido y su devenir. La página en blanco preanuncia el esqueleto de la tragedia y una potencia otra vez deshabitada, negativa. La página en blanco: un velo plural.
Ese velo omnívoro se multiplica sobre el que escribe a medida que no escribe. La página en blanco advine como herejía o como vacío. La última vez que la enfrenté esa página se había yuxtapuesto a la crisis del 2001. Y mi salvoconducto, la sustitución absoluta de lo real, consistió en una supresión del tiempo que denominé futurismo pero que en realidad era una extracción mitológica: lo divino arrinconaba la voluntad humana en una geometría apolítica que, por intervención del Estado, sólo podía corresponderse con la del mundo animal -en definitiva, lo que implica en el hombre cualquier tipo de relación con la Naturaleza es la mimesis: el abismo inverso.
Me pregunto sobre qué estoy escribiendo en este momento. Supongo que sobre mi pasado y las implicaciones de mi deseo en la exigencia de un futuro que siempre es la ambición perfectible de un semblante. Eso es lo que pesa del velo o de la página en blanco. No que detrás haya una pasado. Sino que el pasado este presto a aparecer bajo otro rostro y otra pregunta.

¿Alice?

Ella pone a Nick Drake, cocina arroz con nueces y cabellos de ángel tostados a las dos de la mañana. Venimos del teatro, y me sorprende no sólo mi incapacidad para adivinar si la obra en cuestión me interesó, si no mi ausencia durante toda la representación. Soy incapaz determinar dónde estuve, qué vi, dónde estoy. No fui raptado: estoy sustraído. Ella cocina, la veo pasar de un lado a otro, y se me vuelve una mujer sobrenatural -o demasiado familiar-, como si de pronto la soledad de la escritura se astillara ante lo salvaje de una presencia que está más cerca de un espejo que de una celda terrenal. Cada tanto me ofrece algo de tomar: si no fuera porque es una de las pocas mujeres que toma whisky y tiene una botella de Teachers preparada, creería que ella está del otro lado y yo ensayo la pesadilla de un inglés que duerme solo.

El peligro del piropo

En casi setenta años la situación no ha cambiado mucho qué digamos. Acá, Mr. Brauer nos ofrece un fragmento de un manual para turistas británicas, publicado en 1937, que ya capta la conducta descarriada del flaneur argentino.

viernes, marzo 18, 2005

Estación central

La estación de subte Boedo tiene doble andén. El pasajero en cuanto baja de la formación de subte siente una leve puntada de vértigo: en todos los carteles de Salida se consigna Escalera fija. Para alguien como yo, que ha decidido abandonar su departamente en el barrio de Congreso para evitar subir y bajar, por culpa de sucesivos olvidos, más de diez veces a diario dos antiguas escaleras caracol de mármol con ciento treinta peldaños cada una, la falta de previsión de Metrovías es imperdonable. Una vez que uno logra evacuar su exitencia por escaleras tan empinadas que recuerdan la popular de la frágil Bombonera, queda sólo atravesar los molinetes, y enfrentarse a una disyuntiva más generosa. Cada boca de salida da a una esquina, y cada esquina, en San Juan y Boedo, tiene un nombre: Homero Manzi, Elias Castelnuovo, Alvaro Yunque, y si no recuerdo mal José González Castillo.

Correspondencia

"Podría colaborar con tus posiciones aportando elalegato de Gombrowicz en su famoso texto Contra los poetas, en donde el Witoldo fulmina toda la cháchara que existe alrededor de la especificidad de lo llamado poético y, por extensión, de lo literario, refugiándose, en su denuncia, en que lo que se llama "bueno y verdadero" no es más que el resultado de lo contextual y, al fin, de lo político.
Como los sofistas, yo puedo legitimar tanto una posición como la opuesta; eso nos dice el polaco. Podría servir como modelo de la crítica del gusto y de los valores actuales de lo literario el ejemplo de la crítica de jazz: la obra que se distancia de lo muerto, esclerosado y repetido es la que marca el parámetro a seguir por los críticos; el texto primero y, después, la crítica. Toda postura que no mire las creaciones contemporáneas peca de anacronismo y de licuescencia. Nos quiere seguir llevando hacia posiciones del pasado, nostálgicas y rígidas, no creativas. En el fondo lo que se defiende es lo político del poder de una verdad que no se quiere acomodar al vértigo de lo nuevo."
Cristino Bogado (con su habitual elocuencia desde su awitoldada Asunción)

martes, marzo 15, 2005

Cuando ya no importe

Piglia monologa. Evidentemente el trajín jurídico ha modificado su tempo literario. En vez de aprovechar la ocasión para tomar distancia del escándalo y despegarse del mercado editorial que lo traicionó al ofrecerle a un precio extorsivo lo que pocas veces se da en un escritor argentino, esto es, perfil de escritor serio y notorio, difusión internacional y "calidad de vida", Piglia decide atesorar sus fichas quemadas, reforzar sus ases, y decepciona al especular todavía con la lógica de lo correcto. Probado está que ésta lógica nada asegura. Ni siquiera el supuesto reconocimiento que atesora un premio.

En un juego nefasto de asimilaciones, en un artículo aparecido el pasado domingo sigue negando lo evidente, que le tocó ser un chivo expiatiorio, y sigue aplazando el olvido. Pareciera no haber leído esa editorial en la que el periodista Claudio Zeiger, bastante livianamente, refería que los premios editoriales terminaban arreglados por la fuerza porque "el material presentado no cumple un mínimo de condiciones para ser tenido en cuenta" -¿no será al revés, no será que como los premios editoriales son farsas notorias y los escritores más o menos formados saben qué espera el mercado de ellos, no se postulan para no dilapidar fortunas en fotocopias?-.

Como si el juicio no hubiera terminado, Piglia presenta un alegato -!La lógica de los hechos!- inverosímil. Intenta presentar pruebas para redimirse socialmente y situarse en la posición de la víctima, usando primero una anecdota borgeana y luego poniendo de su lado los mismos argumentos risueños de su querellante. Probablemente logre convencer a algún incauto que de lector no tenga nada.

La única redención posible -de eso se trata, Piglia, de posibilitar el olvido para crear- consiste en seguir escribiendo, renunciar a ese par de ases brillantes que van unidos y que son dinero e imagen pública -que yo sepa la patología de un escritor no es la de un senador, aunque las puestas en escenas del mercado a veces así lo quieran-, tomar whisky más barato pero nunca nacional, y dejar de usufructuar un pasado literario que quizás, como ocurrió con el verdadero Daneri y con el siempre bien postulado nobel Eduardo Mallea, el tiempo diluya temprano. Supongo que cualquier escritor merece este destino si cree que es posible ?ser inocente?, mantener impoluta una imagen como lo aconsejaría cualquier agente o editor para que no mengüe la expectativa de ventas. ¡Y encima sin renunciar a nada! Piglia no sabe que hay algo que ya no importa... Perder la partida y pagar el costo puede ser la inversión de un milagro para apostar por la escritura.

lunes, marzo 14, 2005

La ruleta de Rulfo

Pasó mucha agua bajo el puente, y Rulfo en México sigue dando que hablar. Este parrarafito de Heriberto Yepes ("Rulfo es lo más alejado que hay del costumbrismo") quizás dé en el blanco, aunque está lejos cancelar el misterio de este hombre que, cierto día, frente a la insidia de la escritura, reforzó el célebre "prefería no hacerlo".

sábado, marzo 12, 2005

Menards re-tardíos

"El museo Ramón Gaya, de Murcia, propone a la ciudadanía la trascripción colectiva de la novela El ingenioso hidalgo don quixote de la mancha, siguiendo los primeros renglones realizados por el presidente de la comunidad Autónoma, el alcalde de murcia y otras personalidades."* (gracias Xtino)
(*)El punto de las artes, 21 al 27 de enero.

Barítono

Después de muchos años, cuando creía haber subsanado cualquier fatalidad ortográfica, descubro que no es así. Basta un contra ejemplo: siempre creí que varita se escribía barita. Gracias a mi etimología doméstica, relacioné "mi" barita con la batura del director de orquesta y con la omnisciencia motriz de un bastón. Nunca habría intuido que la fatalidad más obvia asomaba en mi vida: varita es el diminutivo de vara, o en todo caso un tropo peyorativo de verga. Aunque la imaginación siempre va más lejos y deja, como le ocurre a Aira en el comienzo de Cumpleaños, lagunas increíbles que realimentan la ficción.

viernes, marzo 11, 2005

Pedido de opinión al visitante para amigo español

"Estimado Oliverio, ¿cómo va todo? Imagino que disfrutando del veranito porteño (o padeciéndolo). Estoy terminando ya mi tesis doctoral sobre Piglia y quisiera recurrir a tus conocimientos sobre la actualidad literaria argentina. En el capítulo final de mi tesis intento mostrar la influencia de Piglia sobre escritores jóvenes argentinos o al menos intento trazar una posible senda narrativa que la obra de Piglia haya podido marcar dentro del panorama nacional. Me gustaría que me dieras tu opinión al respecto de algún autor "pigliano" que pudieras conocer. Por mi parte, creo que un posible autor apegado a la poética intelectualista de Piglia podría ser Pablo de Santis (La traducción, Filosofía y Letras....).También hablo de otros autores de quienes quisiera conocer más como Juan José Becerra, Aníbal Jarkowski o Miguel Vitagliano, pero sus obras desgraciadamente no llegan acá. Asimismo, tengo interés en una obra de Alberto Laiseca (El jardín de las máquinas parlantes) a la que no he tenido acceso pero sospecho que tiene algún vínculo con la máquina narrativa que aparece en La ciudad ausente de Piglia. No sé si tú puedes arrojarme un poco de luz al respecto. Cuéntame cómo te va. Gracias y recibe un fuerte abrazo desde el corazón del frío.
J. M."
"J.M., no sé quienes podrían ser esos jóvenes, por eso me he demorado indefinidamente en responderte. Sólo se me ocurre Marcos Herrera, que fue tocado ostensiblemente por la varita del maestro. Por lo que sé, el universo ralentizado de Becerra no tiene ninguna relación con el intelectualismo de Piglia. Vitagliano y Jarkowsky me parece que tampoco, aunque no los leí mucho, y necesitaría, dado el caso, una tercera opinión. De Santis... Puede ser... Laiseca no, debe tener la edad de Piglia, y en todo caso El jardín (...) es anterior a La ciudad ausente. Como no soy muy ducho en esto, voy a poner tu carta con mi desolada respuesta en mi blog -para este tipo de apuros, el formato blog es ideal-, y estoy seguro que algún visitante más ilustrado sabrá postear en un comment -aunque sea anónimo- una respuesta más optimista. Un abrazo
OLV"

jueves, marzo 10, 2005

El matadero

No todos los intelectuales ilustres que visitan Argentina tienen la mala suerte de Zizek. Algunos vuelven ilesos a su país de origen o a universidades norteamericanas. El pensador esloveno, a pesar de ligar jamón del medio -o precisamente por eso- fue ajusticiado en Puán mientras en un aula aislada se disponía diseccionar El matadero de Echeverría. La emboscada estuvo encabezada por un grupo comando formado por alumnos y profesores eminentes de la carrera de Letras. Acá, la crónica de los hechos.

miércoles, marzo 09, 2005

El desencanto de la burguesía

La mató porque le criticó el auto... Sí... Hay fierreros cuya fantasía se ve correspondida por la altura de una buena máquina. No es el caso de Yacoretti, el perturbado dueño de un viejo Ford Falcon que no arrancaba una noche de invierno. La víctima, Marta Maldonado, pasaba por ahí y al presenciar las penosas maniobras de Yacoretti, le dijo: "Cómo vas a andar con esa batata, prendele fuego". Yacoretti de inmediato se bajó, desenfundó y apuntó a la colita de Marta con tal mala suerte que esta murió a los diez días en un hospital. Yacoretti tiene para once años en prisión.
El jardinero, la profesora de canto y el marido burgués. Monsieur Manent vendía autos en Pilar, no soportó más los celos y un día sobornó al jardinero con una misera suma -que encima no pago- para que elimará a su propia esposa. No pudo tolerar que ella, profesora de inglés, cruzara lengüitas con una profesora de canto, justamente por donde cantan las mujeres.

Después de Sade

Dos años atrás, en la Universidad de Noreste, donde conocí a los geniales moradores de Asunción Cristino y Montserrat, había unas jornadas. La consigna de mi mesa era "Literatura y erotismo", y preparé una ponencia vaga y disgresiva, convencido de que entre el público concurrente no habría más que escolares arrastrados, para hacer bulto, por sus perversas maestras. Y así fue. Ahora leo la ponencia y no percibo más que apuntes simpáticos e hipótesis arbitrarias. Pienso que debiera corregirla, pero el trabajo es arduo, y además le quitaría al texto ese aire espontáneo y entusiasta que sólo da una juventud desprevenida y una formación caótica.

Infierno y fatiga en un invierno anticipado

Desde hace unos días, en cuanto me siento en la computadora y pienso en postear algo, el cansancio me vence. Una especie de resfrío inocuo me ataca a la noche y hace trizas el anhelado descanso... Por esa razón, durante el día, mis fuerzas menguan, me faltan ideas, y apenas puedo cumplir con las tareas absurdas que me encomiendan los obreros en mi casa. Naturalmente, casi abandoné mis arrebatos de proletario: no despinto puertas, evito el decapante. A veces los fines de semana intento congregar a un grupo de amigos, pero la mayoría (jóvenes hedonistas) le ha rehuido a cualquier tipo de esfuerzo físico desde chico (algo en común tenemos, aunque yo planeo organizar mis inminentes calistenias en algún club barrial), y han dedicado sus horas de ocio -y algo más- a beber, leer y fumar, cosa que no dejan de hacer cuando los invito a mi futuro hogar a despintar zócalos con soplete y removedor.

Una de mis absurdas tareas para el día de hoy consistirá en trasladarme hasta el Mercado de pulgas de Dorrego, buscar en los fondos un carpintero que se preste a hacer un trabajo pequeño: reponer un tramo de contramarco y tres zocalines que antaño fueron devorados por una negligente pérdida proveniente de baño (el lavabo había perdido su caño de desagüe y desagotaba en una especie de pozo ciego, por lo cual bajo tierra se formó una ciénaga con todo tipo de alimañas y bagres). Luego buscar unos vidrios color vino que dejé olvidados en el taller del herrero. Después, comprar la caja de azulejos que, por un error de cálculo mío, faltó para la cocina. Finalmente, llevar todo (zocalín, contramarco, azulejos y vidrios color vino) a mi futura casa, en México y Castro Barros. Supongo que estaré de regreso a las ocho de la noche para seguir gozando de mi reciente adquisición : Reflejos en un ojo de dorado, de la increíble Carson McCullers. Aunque ahora que lo pienso bien, debería visitar a mi abuela, que de su casa en San Telmo, por sus diversas afecciones e infecciones, pasó a un sanatorio -a propósito, ayer la visité y en realidad su escenificación bajo las sábanas, la piernita culebreano mientras ella vocaliza dietas, no difiere mucho de la que monta en su casa). En otro post, precisaré un tercer Delirium Tremens.

lunes, marzo 07, 2005

Gonzo suicide

"La noticia ya recorrió el mundo: Hunter S. Thompson, ícono contracultural de los 70s, creador del periodismo gonzo, autor del libro Fear and loathing in Las Vegas, decidió ponerle fin a sus 67 años de vida en el día de ayer mediante un disparo.
Lo que sigue a continuación, no es más que una anécdota de cómo Thompson, hippie, drogón y enemigo acérrimo de la CIA, se inventó el éxito de una manera bastante peculiar.
Nos mezclamos entre las altas personalidades y ahí vino el drama. Yo estaba fumando un porro y descuidadamente tiré la ceniza, todavía ardiente, sobre el traje del gobernador. Nuestra culpa era evidente. Tuvimos que huir como ratas." (sigue acá, gracias Cristino)

domingo, marzo 06, 2005

Tramas visionarias

Otra vez, Iain Sinclair. También un comentario sobre uno de los más exquisitos narradores británicos actuales, M. John Harrison. Ambos fueron editados y traducidos acá... Señal de que hay curiosidad y además hay lectores cansados del afónico mainstream británico que difunde Anagrama -Martin Amis, Julian Barnes, Ian McEwan, etc...-, White Chapell, trazos rojos y Preparativos de viaje, gracias a una dosis única de excentricidad y calidad literaria, fueron muy bien recibidos por la "crítica local". Acá, dos nuevas reseñas.

viernes, marzo 04, 2005

El rostro

No sé si se puede hablar de fenomenología del rostro, puesto que la fenomenología describe lo que aparece. Por ejemplo, me pregunto si se puede hablar de una mirada vuelta hacia el rostro, pues la mirada es conocimiento, percepción. Pienso, más bien, que el acceso al rostro es de entrada ético. Cuando usted ve una nariz, unos ojos, una frente, un mentón, y puede usted describirlos, entonces usted se vuelve hacia el otro como hacia un objeto. ¡La mejor manera de encontrar al otro es la de ni siquiera darse cuenta del color de sus ojos! Cuando observamos el color de los ojos, no estamos en relación social con el otro. Cierto es que la relación con el rostro puede estar dominada por la percepción, pero lo que es específicamente rostro resulta ser aquello que no se reduce a ella.

Ante todo hay la derechura misma del rostro, su exposición derecha, sin defensa. La piel del rostro es la que se mantiene más desnuda, más desprotegida. La más desnuda, aunque con una desnudez decente. La más desprotegida también: hay en el rostro una pobreza esencial. Prueba de ello es que intentemos enmascarar esa pobreza dándonos poses, conteniéndonos. El rostro está expuesto, amenazado, como invitándonos a un acto de violencia. Al mismo tiempo, el rostro es lo que nos prohíbe matar.
Emmanuel Lévinas. Ética e infinito, Madrid, La balsa de medusa, 2000. Pag. 71-72

jueves, marzo 03, 2005

Persecución

¿Nielsen paranoico? De ninguna manera. Los hechos siempre fueron claros como el agua... Ya nadie pone en duda que aquel premio estaba digitado... También los actuales premios: el mismo cuestionamiento podría recaer sobre Martín Caparros o Guillermo Martínez -escritores que venían publicando por Planeta y aceptaton las reglas publicitarias impuestas por editores y agentes- si hubiera existido escándolo en la prensa y entre los finalistas hubiera quedado un tipo tan jodido como Nielsen (cuya primer novela, La flor azteca, había sido finalista del mismo premio conflictivo, y publicada, casualmente, por Planeta)... Porque ningún escritor que se presenta a uno de esos premios, en Argentina, en España o donde sea, ignora cuál es el modus operandi: los premios son justamente operaciones de prensa para promocionar autores de la casa. La mala fé de las editoriales es parte de una cláusula implítica y tácitamente convenida. Ningún escritor formado se toma en serio las bases de un concurso. Sabe a qué se expone cuando se presenta; después no hay peros: el que chilla no llora... En todo caso, también hay mala fe de parte de Nielsen, que no llegó justamente a ser finalista porque mandó su manuscrito por correo y con seudónimo. Sus argumentos en el juicio dan fe de esa mala fe: "el concurso literario literario es el único medio digno a fin de que, tal vez, el autor sea valorado en el medio cuando no cuenta con recursos propios para lograr la publicación de su obra, de manera que los concursos deber seguir manteniendo la pureza que los convierte en máquina de sueños donde se involucran cientos de esperanzas"... Un poco ingenuo. ¿Quién se lo cree? Yo me lo creí hasta los veinticuatro años. Pero Nielsen tiene cuarenta y monedas. Es vergonzoso y curioso que su mala fe, aún cuando El amor enfermo sea una novela más interesante que Plata quemada (de eso puedo dar fe, y me sorprende incluso que haya sido finalista de un premio destinado a catapultar bodrios), superponga las normas del mercado literario con la legalidad de una justicia que en Argentina se ha demostrado ilegal. La querella de Nielsen no puede definirse si no como un acto estético de psicopatía: una vengativa vuelta de tuerca a aquello que, excluido de la letra, es la norma en sí; a aquello sobre lo que no se dice nada porque es la verdadera condición de la legalidad. Y no viene mal que un Grupo como Planeta se coma una pálida de este tipo. ¿Pero de ahí a que Piglia sea el chivo expiatorio...? ¿No tiene bastante con la persecución judicial que le iniciaron sus propios personajes?

miércoles, marzo 02, 2005

Archivos

Entre las muchísimas entradas que aparecen cuando uno busca en el google Barreda odontólogo, abajo resumo y pego una de las más literarias. Leyendo archivos sobre el caso noto que hasta hoy estaba bastante desinformado: por empezar, Barreda no usó una motosierra sino una escopeta. Tampoco sabía que hubiera matado a tantas mujeres. Probablemente en ese entonces, con quince años, no me causara intriga un especimen de este tipo. Me pregunto qué hara en sus ratos libres, en la cárcel, el monstruoso Barreda... No entiendo por qué, después del cuadrupe asesinato -como sería lógico y cómo lo marca la tradición del crimen pasional- no se mató. También leo que confirmaron su reclusión perpetua. Al parecer Barreda habría intentado apelar la sentencia anterior para ser acogido en un manicomio -creo que éste es el sitio que le corresponde-.
"(...)El odontólogo, cuya familia era reputada y muy conocida las mató a tiros de una escopeta marca Víctor Sarrasqueta que le había regalado su suegra.
Al ser detenido tras los homicidios, Barreda expresó a un policía que "harto de cargadas, odios, indiferencia y desamor", subió al primer piso de la casa, tomó la escopeta, bajó y comenzó a disparar a su esposa, a su hija menor y luego a su hija Cecilia.
"Luego disparé a la vieja, ésta me arruinó la vida de casado, de soltero y de mi familia", confesó Barreda.
En su indagatoria ante el juez de instrucción, el odontólogo reconoció que al verlas en el suelo y pensando que estaban muertas sintió "satisfacción,alivio, liberación" y que había "hecho justicia". La conducta criminal de Barreda al parecer surgió como un delirio reivindicativo dirigido contra su propia familia. La última actitud de agresión fue cuando su esposa lo mandó a podar una parra porque son trabajos de un conchita.
En su descargo durante el juicio oral y público, mientras en las canchas de fútbol era aclamado, el dentista había dicho que mató a su esposa, dos hijas y su suegra debido a la humillación y degradación a las que era sometido constantemente.
"Si las circunstancias se volvieran a dar, yo actuaría de la misma manera. No podría haber evitado lo sucedido, estaba bajo un cuadro de degradación y humillación", dijo Barreda en ese momento."

martes, marzo 01, 2005

Monstruario

Si algo no se le puede reprochar a Clarín es el seguimiento exhaustivo de los casos policiales más inhóspitos. Como ningún diario argentino, Clarín, para beneficio de almas curiosas y literarias, detalla los casos más escatológicos: esos casos que desatan en la barra del bar la sonrisa perversa. Recuerdo que la cobertura del caso Barreda, odontológo de profesión al que conyugue e hijas -todas posteteriormente masacradas con una motosierra, si no recuerdo mal- apodaban "conchita", fue insuperable y diría casi artístico.

Probablemente en este tipo de coberturas el periodismo preste un marco para aislar esa realidad saturada por la temporalidad del crimen. Quizás estas coberturas sean lo único que vale la pena leerse en el cuerpo de un diario. La sección "policiales", en definitiva, desde mi punto de vista, es barroca, ahí el lavado informativo fracasa: hay sucesos crudos y pasionales, miserias impensadas, noticias ajenas a la manipulación, monstruos en estado puro. Como en una vidriera tenebrosa, está expuesto el mundo pararelo de las almas desquiciadas.

Perder el juicio

El exitoso juicio que Gustavo Nielsen le hizo a Piglia deja en claro hasta qué punto los celos traicionan a muchos escritores. En la literatura sólo bajo el peso de una gran vanidad se puede llegar a la instancia ridícula de la querella.
De más está decir que después de conocer -vía Fricciones- los extraños vericuetos judiciales en los que anda el malevo de Adrogué, resulta factible que exista una ecuación inversamente proporcional entre la tinta que éste invierte en sus defensas y la cantidad de novelas que publica.
La literatura depara infiernos imprevistos... Especialmente cuando dos hombres esperan lo mismo de ella.

Utopista en la cruz

En relación a este debate, supongo que la postura de linkillo -Ibarra debe renunciar- se sostiene cabalmente si consideramos la siguiente propuesta utópica: descentralización en cruz. Los habitantes no sólo deberían elegir a los líderes para sus comunas, si no a los funcionarios principales para cada secretaría y subsecretaría. Está comprobado que el amiguismo priva sobre la idoneidad al momento de "ubicar" a funcionarios. El voto NO sería obligatorio. Habría un secretaría especial encargada de promover la coordinación entre secretarías, aunque probablemente este sector se volvería un centro de negociados abyectos.

En una ciudad como Buenos Aires está comprobado que la figura del intendente -pensemos en todos los ladrones, negligentes y opas que pasaron desde la dictadura hasta hoy- estorba, alimenta una incontrolable estructura burocrática. Sin esa figura, Buenos Aires dejaría de ser un bastión político y pasaría a ser un laboratorio. Cabezas más formadas y con menos ímpetu lucrativo ocuparían los principales cargos públicos -todos de segunda línea, ya que no existirían cargos de gran exposición, ninguna "jefatura"-. Posiblemente, en una organización menos verticalista, los individuos vinculados a la política no serían tan mediocres. Pecaría de ingenuo si pensara que algo así puede reproducirse a escala nacional o provincial. Pero en un espacio compacto como la ciudad, ¿por qué no? Así como en la física distintas leyes se aplican según las características de la masa, ¿por qué la urbe no puede aspirar a una organización pública acorde a sus características espaciales?

A fin de cuentas ya no se trata de que Ibarra deba renunciar: el cargo de Intendente de la Ciudad -esa turbia plataforma de financiación para cualquier carrera política "presidenciable"- tendría que suprimirse. A la larga cualquier intendente de la ciudad, merced al presupuesto que maneja para una función relativamente insignificante y virtual, se vuelve más pedante y parlachín que un presidente.
Con el cargo a "Jefe de Gobierno porteño" -¿la innovación semántica le pertenece a de De la Rua?- desaparecerían los pesos pesados y las bufonadas mediáticas de Carrió, Macri y Bullrich... Dudo que en tal caso a Macri le interese liderar una comuna como la Boca, en la que el único gran negocio -el deportivo- ya lo tiene controlado. O que a Bullrich le tiente la pequeña Dirección general de Hidráulica. O a Carrió la Dirección de Salud Mental.