
1953-2011
Hay días excepcionales en la tierra que concentran el sentido de una vida pasada o por venir, abren o clausuran un destino. En esa suerte de día/palimpsesto, crece Trampa de luz, el esperado segundo libro de Matías Capelli (Buenos Aires, 1982).
Todo sucede en 24 horas cerradas, un 24 de agosto. El protagonista empieza descubriendo que su ex mujer está embarazada cuando ella, sin avisar, le toca el timbre para cancelar una vieja deuda. A lo largo de ese día caluroso y sembrado de trampas, nuestro héroe, un verdadero soldado del ocio y la nostalgia, especula con el destino de un fideicomiso que dejó su abuelo y con la posibilidad de cobrarlo a espaldas de la familia, repasa un tendal de deudas y de amistades que no son lo que parecen, e incluso recorre todas las batallas perdidas en el amor (sigue en Nación Apache).
Conozco en Nueva York, en una residencia de escritores, a un poeta de Georgia, al que llamaré D. Entablamos cierta amistad, favorecida por el aislamiento, cada uno movido por distintos intereses: él se dirige a mí porque soy el único que mantengo cierta curiosidad por sus monólogos. En verdad mi curiosidad es una mezcla de asombro y placer ante las expresiones de un megalómano traspapelado en el paisaje paradisíaco de Upstate New York. Es la primavera vez en mi vida que me encuentro con alguien tan convencido de su genio. Tengo ahí a un personaje neto sobre el cual trabajar. (sigue en Bazar Americano de julio-agosto)
El martes que viene Coelho, Levín y Romero se presentan con sus nuevas novelas: Un hombre llamado Lobo, Bolsillo de cerdo y Perros de la lluvia, como en un hipotético truco gallo circular, íntimo e infinito. Como buen truco, será acompañado con vino y empanadas, contenedoras de otros misteriosos animales. Música a cargo de Victoria
Con entrada libre. Finca Las Moras auspicia el encuentro e invita a los asistentes con una copa de Alma Mora.
Desde hace dos años más o menos, planeo una narración breve que enfoque la relación de un padre y de un hijo a través del cine, basándome en mis experiencias y mis primeros recuerdos de cinéfilo. Cada vez que merodeo la sala Lugones, pienso que el proyecto se aplazará mientras cada domingo, como un asesino serial que sale en busca de una víctima nueva a la hora señalada, mantenga el rito: ese peregrinaje semanal no es más que una excusa para no escribir. El mundo está poblado de excusas para no escribir, pero para casi cualquier escritor –y particularmente para mí– el cine es una instancia de reposo, una (im) postura a través de la cual la prosa se airea. (Sigue en Bazar americano...)
El Taller de Algo los invita: a participar de lo que viene pasando, y a que pasen cosas impensadas.
Empieza el tercer año de Algo: de escribir para encontrarnos perdidos, de construir un lugar, una isla posible donde pensar en algo y llevarlo a cabo: escribir y leer. Sin consignas, salvo las que sean auto-generadas, sin parámetros didácticos ni presión escolar o universitaria. Afilando la escucha grupal como una forma de aprender de lo que uno quiere, entrando en ritmo con otros.
En una casa del Abasto, en una mesa larga, escrita por todos. Con café o vino. Los invitamos a participar, mezclándose con los participantes que ya vienen viniendo. Para transmitir la experiencia, edificar en conjunto, y para que los coordinadores del taller se vuelvan cada vez más prescindibles.
Coordinamos: Federico Levín, Ricardo Romero.
¿Ganas? ¿Dudas?:
4964-3969 (Federico)