El sueño americano
Conozco en Nueva York, en una residencia de escritores, a un poeta de Georgia, al que llamaré D. Entablamos cierta amistad, favorecida por el aislamiento, cada uno movido por distintos intereses: él se dirige a mí porque soy el único que mantengo cierta curiosidad por sus monólogos. En verdad mi curiosidad es una mezcla de asombro y placer ante las expresiones de un megalómano traspapelado en el paisaje paradisíaco de Upstate New York. Es la primavera vez en mi vida que me encuentro con alguien tan convencido de su genio. Tengo ahí a un personaje neto sobre el cual trabajar. (sigue en Bazar Americano de julio-agosto)
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