Éste es uno de los primeros textos que escribí para el amigo y artista franco argentino Hugo Bonamín cuando expuso la serie de las siluetas. La cincunstancia torturante de escribir sobre arte contemporáneo -nunca supe hasta que punto mi sensibilidad para escribir al respecto no estaba supeditada a la amistad- se repitió varias veces -en el post de arriba va un texto más largo y analítico sobre otra exposición- y retengo en la memoria sus cuadros pero no el lugar exposición.
Fondo, forma y costura. Tres sustancias para un arte pensante y provocador: iluminación goyesca que siempre fluye en triángulo. Los personajes de Bonamín retroceden, amenazan en perfiles vaciados, en expresiones anónimas pero eternizadas. En la yuxtaposición y en la multiplicación ocultan el doble filo de la perversión. Hay ironía en la costura, crítica en la línea que separa fondo y forma antes de que mutuamente se devoren. Emerge ahí, en la potencia de un procedimiento que es, como en Goya, aleación descarnada de la virtud y la locura, una lectura del mundo contemporáneo. Una lectura que esquiva todos los clichés del arte conceptual, y crea por anticipado su propia memoria.
1 comentario:
Ey, a quien sea, gracias por alinear el texto al lado de los cuadros. Me deslomé intentándolo!!!
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