miércoles, marzo 09, 2005

Infierno y fatiga en un invierno anticipado

Desde hace unos días, en cuanto me siento en la computadora y pienso en postear algo, el cansancio me vence. Una especie de resfrío inocuo me ataca a la noche y hace trizas el anhelado descanso... Por esa razón, durante el día, mis fuerzas menguan, me faltan ideas, y apenas puedo cumplir con las tareas absurdas que me encomiendan los obreros en mi casa. Naturalmente, casi abandoné mis arrebatos de proletario: no despinto puertas, evito el decapante. A veces los fines de semana intento congregar a un grupo de amigos, pero la mayoría (jóvenes hedonistas) le ha rehuido a cualquier tipo de esfuerzo físico desde chico (algo en común tenemos, aunque yo planeo organizar mis inminentes calistenias en algún club barrial), y han dedicado sus horas de ocio -y algo más- a beber, leer y fumar, cosa que no dejan de hacer cuando los invito a mi futuro hogar a despintar zócalos con soplete y removedor.

Una de mis absurdas tareas para el día de hoy consistirá en trasladarme hasta el Mercado de pulgas de Dorrego, buscar en los fondos un carpintero que se preste a hacer un trabajo pequeño: reponer un tramo de contramarco y tres zocalines que antaño fueron devorados por una negligente pérdida proveniente de baño (el lavabo había perdido su caño de desagüe y desagotaba en una especie de pozo ciego, por lo cual bajo tierra se formó una ciénaga con todo tipo de alimañas y bagres). Luego buscar unos vidrios color vino que dejé olvidados en el taller del herrero. Después, comprar la caja de azulejos que, por un error de cálculo mío, faltó para la cocina. Finalmente, llevar todo (zocalín, contramarco, azulejos y vidrios color vino) a mi futura casa, en México y Castro Barros. Supongo que estaré de regreso a las ocho de la noche para seguir gozando de mi reciente adquisición : Reflejos en un ojo de dorado, de la increíble Carson McCullers. Aunque ahora que lo pienso bien, debería visitar a mi abuela, que de su casa en San Telmo, por sus diversas afecciones e infecciones, pasó a un sanatorio -a propósito, ayer la visité y en realidad su escenificación bajo las sábanas, la piernita culebreano mientras ella vocaliza dietas, no difiere mucho de la que monta en su casa). En otro post, precisaré un tercer Delirium Tremens.

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