sábado, marzo 12, 2005

Barítono

Después de muchos años, cuando creía haber subsanado cualquier fatalidad ortográfica, descubro que no es así. Basta un contra ejemplo: siempre creí que varita se escribía barita. Gracias a mi etimología doméstica, relacioné "mi" barita con la batura del director de orquesta y con la omnisciencia motriz de un bastón. Nunca habría intuido que la fatalidad más obvia asomaba en mi vida: varita es el diminutivo de vara, o en todo caso un tropo peyorativo de verga. Aunque la imaginación siempre va más lejos y deja, como le ocurre a Aira en el comienzo de Cumpleaños, lagunas increíbles que realimentan la ficción.

No hay comentarios.: