martes, marzo 15, 2005

Cuando ya no importe

Piglia monologa. Evidentemente el trajín jurídico ha modificado su tempo literario. En vez de aprovechar la ocasión para tomar distancia del escándalo y despegarse del mercado editorial que lo traicionó al ofrecerle a un precio extorsivo lo que pocas veces se da en un escritor argentino, esto es, perfil de escritor serio y notorio, difusión internacional y "calidad de vida", Piglia decide atesorar sus fichas quemadas, reforzar sus ases, y decepciona al especular todavía con la lógica de lo correcto. Probado está que ésta lógica nada asegura. Ni siquiera el supuesto reconocimiento que atesora un premio.

En un juego nefasto de asimilaciones, en un artículo aparecido el pasado domingo sigue negando lo evidente, que le tocó ser un chivo expiatiorio, y sigue aplazando el olvido. Pareciera no haber leído esa editorial en la que el periodista Claudio Zeiger, bastante livianamente, refería que los premios editoriales terminaban arreglados por la fuerza porque "el material presentado no cumple un mínimo de condiciones para ser tenido en cuenta" -¿no será al revés, no será que como los premios editoriales son farsas notorias y los escritores más o menos formados saben qué espera el mercado de ellos, no se postulan para no dilapidar fortunas en fotocopias?-.

Como si el juicio no hubiera terminado, Piglia presenta un alegato -!La lógica de los hechos!- inverosímil. Intenta presentar pruebas para redimirse socialmente y situarse en la posición de la víctima, usando primero una anecdota borgeana y luego poniendo de su lado los mismos argumentos risueños de su querellante. Probablemente logre convencer a algún incauto que de lector no tenga nada.

La única redención posible -de eso se trata, Piglia, de posibilitar el olvido para crear- consiste en seguir escribiendo, renunciar a ese par de ases brillantes que van unidos y que son dinero e imagen pública -que yo sepa la patología de un escritor no es la de un senador, aunque las puestas en escenas del mercado a veces así lo quieran-, tomar whisky más barato pero nunca nacional, y dejar de usufructuar un pasado literario que quizás, como ocurrió con el verdadero Daneri y con el siempre bien postulado nobel Eduardo Mallea, el tiempo diluya temprano. Supongo que cualquier escritor merece este destino si cree que es posible ?ser inocente?, mantener impoluta una imagen como lo aconsejaría cualquier agente o editor para que no mengüe la expectativa de ventas. ¡Y encima sin renunciar a nada! Piglia no sabe que hay algo que ya no importa... Perder la partida y pagar el costo puede ser la inversión de un milagro para apostar por la escritura.

11 comentarios:

Leopoldo dijo...

Ah, no, Oliverio, este nuevo post más radical muestra una hilacha indigna . Cuando decís: "como los premios editoriales son farsas notorias y los escritores más o menos formados saben qué espera el mercado de ellos, no se postulan para no dilapidar fortunas en fotocopias", sugerís por qué ganan los otros y no, evidentemente, los que son como vos. Por qué los que tienen "reconocimiento internacional", "vida asegurada", etc. son los "no medianamente formados" y no los "verdaderos". Por qué, en fin, el mundo esta equivocado le da a los demás lo que en justicia le debería a otros. Me parecía que ibas viendo el tema con inteligencia, y que todo se dirigía a ver por qué la competencia y el dinero ha llegado a formar parte esencial de la valoración de la literatura; por qué el mecanismo de la competición -te aseguro, y lo sabés, que el Premio Planeta no es más limpio que cualquier concurso académico- es parte esencial de nuestra sociedad, etc. Derrapaste al viejo lugar de tirar agua para tu molino. Como Nielsen, que se embandera en la justicia sin haberse plegado nunca a otro reclamo por la justicia. Como Tabarovsky, que se encarama tirando mierda a los demás -el arribismo de Nielsen es mucho menos notorio que este último, que, como vos me escribías a mí, se la pasaba comiendo con Guillermo Martínez. En cuanto a tu apuesta al futuro, yo también dudaría de la perduración del bando al que intuyo que te afiliás, y que de hecho también detenta el poder: los que gozan de "reconocimiento internacional" no son sólo los que conocieron premios: también Aira está publicado afuera y Fogwill. A todo esto, la imagen de escritor serio, ¿está mal? Todo tu blog está escrito con la mayor seriedad, lamento decirlo. Leopoldo Brizuela

oliverio coelho dijo...

Leopoldo, no me parece que muestre una hilacha extremista, es lo mismo que dije en el el post anterior sobre el caso Piglia: los premios de grupos editoriales son operaciones publicitarias y de algún modo el editor debe recuperar la inversión. Tampoco me parece que beses tu comentario en medio párrafo entre paréntesis y per absurdum apoyes tus proposiciones. Lo que lees sugerido es sólo sugestión tuya.

No sugiero que los que ganan los premios en Planeta los ganan porque Fogwilll o Aira no se presentan. Al revés, sugiero que Fogwill o Aira no se presentaran porque existe una conciencia de lo que se escribe ?a eso le llamo escritor formado, o maduro, o como quiera llamársele, tener un relación real con el escrito y conocer sus posibilidades- y de lo que un grupo multinacional puede premiar para ganar dinero (Planeta es una empresa, y sobre la lógica literaria priva, ante todo, la ley del capital). O sea, estarían perdiendo el tiempo. No estaba hablando de mí. Y en todo caso yo no podría ganar un premio de ese tipo, y lo sé: perdería el tiempo mandando una novela futurista al Premio Planeta, ¿no te parece?

Hay otro punto y es el siguiente: hay escritores que hacen agua por todos lados y hacen una carrera sobre la dádiva de un premio -Gonzalo Garcés, sin ir más lejos- y no sobre el esfuerzo de una obra -casi te diría que ese esfuerzo es innecesario porque un agente hábil a esta altura remienda cualquier carencia-. Son profesionales que tienen más de actores ?promoción de imagen- que de escritores.

Aira, Saer y Fogwill pueden tener reconocimiento internacional, pero ese reconocimiento, te guste o no, no fue un regalo del mercado editorial, fue un proceso de treinta años, una CONSECUENCIA de sus escritos. Y hay otros escritores que también lo tienen bien merecido, como Pauls, y vos sabe de qué hablo: no de los verdaderos escritores, si no de los escritores a secas. Yo no apuesto por ningún bando, y la verdad que creer que un ?grupo literario? -cuando nada incide menos en el curso mundo que la literatura- detenta ?el poder?, es parte de un delirio paranoico sectario propio de una ficción de Nielsen. Puedo apreciar tus novelas como las de Aira justamente porque no parto de prejuicios.

Bueno Leopoldo, si lo planteas así y me pones en aprietos, puede ser, el mundo está equivocado. Basta mirar la lista de premios nobel. Mi valoración de la literatura no va unida al dinero, ese el problema, no tengo ninguna incidencia en el campo intelectual y puedo leer sin articular mis propios puntos de vista a lo que se promociona en los suplementos o en la academia.

Así que estás tergiversando términos,yo digo que donde está el dinero de los premios multinacionales la mayoría de las veces no hay literatura. Hasta hoy creía que decir esto era un lugar común... Seamos sinceros, ¿hubo algún Planeta que estuviera, por ejemplo, a la altura de Zama? ¿Y si existiera otro Zama, vos pensas que podría ser premiado? Vamos, los dos sabemos dónde apuesta el mercado. Estoy hablando de la impostura de escritores que nunca leyeron a Robert Walser ni a Josep Roth y que se levantan con medio millón de dólares ?como Skarmeta, a ese tipo de escritores empresarios me refiero-. Y no me estoy alineando con ningún bando ?¿a propósito, cuáles son los bandos?, ¿Tabarovsky por un lado y Martínez por el otro? (no sé si T. comería con Martínez, pero imaginarlo era una buena broma!, pensar que ?Literatura de izquierda? en realidad se lo sopló Martínez en una serie de comilonas)-.

A propósito, la imagen de escritor serio no está ni bien ni mal. Yo no soy un censor. Sólo te digo algo: importa la literatura, no la imagen -que es un concepto publicitario-. Claro que hago mi blog en serio, pero porque me tomo en serio la literatura, no el mercado editorial. Ese es el punto: ¿por qué superponer conceptos de marketing y poner la Imagen en el lugar de lo Humano? Ahí pierde la literatura.

Leopoldo dijo...

Algunos datos como para introducir matices en tus comentarios, con los que por supuesto no estoy de acuerdo, Oli Oli -como diría Cescut:

1) El premio Clarín ha dado pérdidas millonarias. Casi ninguno-salvo Sabrina Love- ha agotado la edición. En mi caso, porque hicieron una edición exagerada, vendí siete mil ejemplares, pero aun así dio pérdida. Por qué se sostiene, premiando a gente como Patricia Suárez, o a Angela Pradelli? Por Alfaguara, y sé de lo que hablo.

2) Es cierto que hay gente que sólo alcanza cierta notoriedad por un premio, pero no hay notoriedad que se sostenga sólo con un premio. Ahí sí te sobran millones.

3) Estás construyendo una imagen de vos mismo que no te hace justicia. La imagen del que no tiene ninguna incidencia en el campo intelectual, ni quiere tenerla, etc., la imagen del francotirador, puede resultar seductora sobre todo si la contraponés con alguien que esté "en el mercado." Pero no se condice con la realidad, Oliverio, vamos. Publicás reseñas en LA NACION, publicás -por méritos literariso que te elogié públicamente- en editoriales prestigiosas -y el propio Cescut me comentó una vez en Cúspide que te envidia. Por último, moves muchísimo más tus libros que mucha gente. Estás muy alerta a una las estrategias de difusión de tu obra o como las llames.

4) No sé si de algún concurso literario salió algo como Zama, pero de pocos lados salió algo como Zama, esa es la verdad. Lo cierto es que Zama tampoco ha salido nunca del mercado. Habría que preguntarse en todo caso por qué no se escribe Zama hoy. Es más profundo y sería más interesante.

5)Las empresas multinacionales puede organizar cosas que no sean para ganar dinero: pueden hacerlo para evadir impuestos. Toda la fabulosa maquinaria de mecenazgo norteamericana está basada en eso. También una estrategia editorial para blanquear una política de publicación de basura, con una "novela premiada" y buena.

6)Lo de Tabarovsky y Martínez es absolutamente cierto. Me acuerdo de haberlo oído -en esos cumpleaños- elogiándolo a Birmajer por el humor y a Birmajer respondiéndole: "en cambio a mí lo que escribís me parece pésimo." De estas cosas está llena la polémica: de juegos de poder apenas velados, pero aludir a otra cosa que a la pura teoría es terrible.

7) Tenés un terrible menosprecio por todo autor que tenga una buena editorial, un agente, etc. Te convendría investigar antes de hablar, no lo digo como un reto, sino porque te limita intelectualmente. LO que decís puntualemnte de los agentes... ¿vos leíste el catálogo de Schávelzon? ¿De Carmen Ballcells? Pueden -Balcells, por ejemplo- obligar a una traducción -lo hace, y con modos que me parecen legítimos, te diría: "si no publicás ACercad de Roderer" no te doy a García Márquez. Pero no hay carrera que se sostenga sólo con un buen agente. Leé la lista de Schávelzon y fijate cuántos autores en los que él confió no pasaron de la primera novela en una multinacional.

8) En fin, tus consideraciones me parecieron muy injustas con muchísima gente. Sólo estamos de acuerdo en la consideración de Nielsen; pero yo también veo en vos cosas de él, como vos las ves en mí. Chau

Leopoldo Brizuela

oliverio coelho dijo...

Bueno Leopoldo, se me ocurren algunas aclaraciones amistosas a algunos items:

1-Obviamente el Premio Clarín, que no considero un Premio editorial ya que su modus operandi es limpio y su fin es promocionar a pérdida nuevos nombres, estaba excluido de mi perorata. No así el Premio Alfaguara. Sabés que este premio internacional que recibió Eloy Martínez y la Poni es otra cosa...

2-De qué notoriedad hablamos? No es sólo un premio, se trata de toda una maquinaria publicitaria que existe detrás de las multinacionales y que reproduce injusticias que se dan a nivel global en todos los campos. No se puede omitir eso; digo, omitir que las editoriales, como las discográficas, son empresas que forman parte de multinacionales detrás de las cuales, borrando la particularidad, está presente la obscenidad del poder. La notoriedad, salvo en el campo minado del ensayo y la filosofía, a esta altura la impone el mercado: es un concepto publicitario desvinculado de la calidad literaria. Y este es el problema, no hay puntos de apreciación intermedia, excepto críticos independientes (un caso es el de Piro, por eso linkeé su nota sobre Sebald, me parecía bellamente escrita y tenía un punto de vista propio sobre un escritor demasiado reverenciado). Si no decime por qué es tan difícil editar a escritores como Sara Gallardo o H.A. Murena, que son inmensamente más valiosos que los notorios?

3- No estoy construyendo ninguna imagen. No sé por qué supones que detrás de mi intervención debe haber una impostura y no algo más obvio, es to es, que uno puede estar en desacuerdo con el estado del mercado en general y del mercado editorial en particular (¿sólo a esto le llamas francotirador?; lo mío en todo caso es más una ingenuidad juvenil). Digo que no tengo ninguna incidencia, no que no quiera tenerla. Me encantaría creer que este blog incide en alguien aparte de amigos. Pero no me parece que sea así. Hay personas que sí inciden y que aprecio, como Piro y Link, pero no yo. En todo caso, que haya publicado algunas reseñas en La Nación es la prueba mayor de mi falta de incidencia: no conozco ningún otro editor -ni en diarios ni en revistas- salvo Pedro Rey, y lo hago porque considero que pensar libros públicamente, en cualquier lado, es, a la larga, una manera de incidir positivamente en las lecturas del otro. Disiento respecto a lo que llamás estrategia de difusión de mi obra. Si te sirve, te cuento que mi última novela apareció hace más de cinco meses, y que yo sepa no fue mencionada en un solo suplemento, ni siquiera en La Nación. Que tenga amigos como Cescut y algunos fanáticos que hacen el boca a boca es otra cosa.

4- Sí, claro, en pocos lados salió algo como Zama. Por qué no se escriben más Zamas vaya uno a saber. Aunque en el fondo de esto estamos hablando, ¿no?

5-7 Basta leer tu item 5 para aclarar, en todo caso, de donde proviene ese menosprecio (alto, no está dirigido a autores sino a lo que las políticas editoriales hacen con los autores, y el caso Piglia es emblemático). Los agentes desde mi punto de vista son la otra cara de esta política editorial. Lo que mencionas ?te doy un García Márquez si me traducís Acerca de R.? no es más que la evidencia de una lógica viciada en la que el libro en sí y los escritores son tratados como un producto sin contenidos, como parte de una transacción penosa. Ergo, mi menosprecio está dirigido hacia un mercado editorial que no tiene parámetros éticos y menos estéticos.

8. Mis consideraciones evidentemente son injustas para cualquiera que, para aliviar su conciencia, no extienda al ámbito de la megaempresas editoriales su desconfianza en la sociedad de consumo. Son injustas porque tiembla ese plus, esa confianza existencial que puede ofrecer figurar en el ?catálogo? de un agente y estar en el mercado. Lamentablemente yo no puedo tomarme en serio la ficción del mercado aunque pueda estar en ella, y ese es mi fracaso (y mi ventaja). La literatura, al igual que el psicoanálisis y la filosofía, para mí funcionan como circuitos alternos del capitalismo, y de esa condición dependen, en mi caso, las posibilidades de creatividad. Creo que de ahí viene nuestro malentendido. De dos posiciones irreconciliables respecto a la trascendencia del consumo en la cultura. Y me parece natural que desde la lógica de tu posición leas en la mía algo que se fuga del plano y te resulta sospechoso.

Oliverio

Leopoldo dijo...

Oli, Oli -como diría Cescut- esta discusión podría extenderse por meses y no es saludable, no? Sobre todo para tus amigos que se deben de estar pudriendo de este pesado. Algunas cosas no vendrían mal para terminar (por mi parte).

1)Mis desacuerdos, en general, no son de fondo, sino con la evidente simplificación de ciertos conceptos, y con la manera -digamos- nada inocente que usás esa simplificación. Quién te va a negar que el capitalismo sostiene una lógica contraria a la de la verdadera escritura, etc. Sólo te estoy mostrando que todos tratamos de encontrar caminos anteriores a la Revolución con Mayúsculas, que permitan encontrar vías a las cosas buenas.

2) La gente que está alejada tanto de medios, como de editoriales, como de la facultad -yo sólo estoy más o menos lejano a esta última- suele concebir que las personas que trabajan en ellas son opuestas. Me parece útil aclarar que no es así: Luis Chittarroni (que te presentó tu último libro y estoy seguro de que le encantaría públicarte en Sudamericana, que pertenece al grupo Bertelsmann), Flavia Costa o Ana Laura Pérez, de Clarín (que habrás conocido cuando interviniste en la polémica), Guillermo Saavedra (hasta hace poco parte del diario en que publicamos ambos)no son personas ni demasiado distintas entre sí, ni encarnadas en la lógica del capitalismo brutal que por supuesto uno nota en las empresas. Son gente que hace su trabajo ahí porque no hay lugar mejor, y porque dentro de esos espacios trata de filtrar cosas positivas.
Sin ir más lejos, trato de elegir los libros que reseño -y que sé que se compran más- por

2)Respecto del premio Clarín, repito, también es un Premio Alfaguara. Nadie en la empresa del Gran Diario Argentino querría sostenerlo; el premio Alfaguara España es otra cosa. Uno no disculpa el otro, claro. Pero también me parece tan irrefutable que ambas cosas existen dentro de una empresa capitalista paradigmática, como la táctica de publicar a Marcela Serrano para poder publicar a Nielsen o a John Berger. También sé de lo que hablo.

3) Me parece muy interesante eso que decís: "que no tenga incidencia en el campo cultural no quiere decir que no quiera tenerla". Es una sana declaración de propósitos. Lo digo sin ironía alguna.

3)Figurar en el catálogo de un agente no te da ninguna confianza existencial, qué ingenuidad. Suponerlo revela una valoración.

4) Y no sé qué iba a agregar, pero me pudrí, Oliverio. Todo bien. Es probable que "mi posición" sea cual sea, me haga que ver con desconfianza muchas afirmaciones radicales en cierto sentidos. Espero que no por eso mis opiniones se invaliden per se, y se validen las de los que dicen "yo estoy en el margen" aunque lo digan desde un departamento en el barrio Norte y con Banda Ancha od esde las páginas de LA NACION o desde la editorial Planeta.

5) Pero querés que te diga verdaderamente de dónde viene mucho de mi desconfianza? De la certeza de que muchísima gente critica, de puertas para afuera, lo que después desea y busca no de la manera más, digamos, decorosa. Hay gente que le hace ascos a La Nación y a los "monstruos" denunciados por la "literatura de izquierda" que me llena de libros para ver si puedo comentárselos en el diario de la oligarquía. Y hay un email, por ejemplo, que no puedo olvidar: "Me enteré de la muerte de tu padre por X. Aunque te conozco poco, creeme que lo lamento. X. Posdata: ¿A vos quién te publica en Francia, Brizuela?" Eso tambien es falta de ética, no?

Te abraza

Leopoldo Brizuela

Leopoldo dijo...

Oli, Oli -como diría Cescut- esta discusión podría extenderse por meses y no es saludable, no? Sobre todo para tus amigos que se deben de estar pudriendo de este pesado. Algunas cosas no vendrían mal para terminar (por mi parte).

1)Mis desacuerdos, en general, no son de fondo, sino con la evidente simplificación de ciertos conceptos, y con la manera -digamos- nada inocente que usás esa simplificación. Quién te va a negar que el capitalismo sostiene una lógica contraria a la de la verdadera escritura, etc. Sólo te estoy mostrando que todos tratamos de encontrar caminos anteriores a la Revolución con Mayúsculas, que permitan encontrar vías a las cosas buenas.

2) La gente que está alejada tanto de medios, como de editoriales, como de la facultad -yo sólo estoy más o menos lejano a esta última- suele concebir que las personas que trabajan en ellas son opuestas. Me parece útil aclarar que no es así: Luis Chittarroni (que te presentó tu último libro y estoy seguro de que le encantaría públicarte en Sudamericana, que pertenece al grupo Bertelsmann), Flavia Costa o Ana Laura Pérez, de Clarín (que habrás conocido cuando interviniste en la polémica), Guillermo Saavedra (hasta hace poco parte del diario en que publicamos ambos)no son personas ni demasiado distintas entre sí, ni encarnadas en la lógica del capitalismo brutal que por supuesto uno nota en las empresas. Son gente que hace su trabajo ahí porque no hay lugar mejor, y porque dentro de esos espacios trata de filtrar cosas positivas.
Sin ir más lejos, trato de elegir los libros que reseño -y que sé que se compran más- por

2)Respecto del premio Clarín, repito, también es un Premio Alfaguara. Nadie en la empresa del Gran Diario Argentino querría sostenerlo; el premio Alfaguara España es otra cosa. Uno no disculpa el otro, claro. Pero también me parece tan irrefutable que ambas cosas existen dentro de una empresa capitalista paradigmática, como la táctica de publicar a Marcela Serrano para poder publicar a Nielsen o a John Berger. También sé de lo que hablo.

3) Me parece muy interesante eso que decís: "que no tenga incidencia en el campo cultural no quiere decir que no quiera tenerla". Es una sana declaración de propósitos. Lo digo sin ironía alguna.

3)Figurar en el catálogo de un agente no te da ninguna confianza existencial, qué ingenuidad. Suponerlo revela una valoración.

4) Y no sé qué iba a agregar, pero me pudrí, Oliverio. Todo bien. Es probable que "mi posición" sea cual sea, me haga que ver con desconfianza muchas afirmaciones radicales en cierto sentidos. Espero que no por eso mis opiniones se invaliden per se, y se validen las de los que dicen "yo estoy en el margen" aunque lo digan desde un departamento en el barrio Norte y con Banda Ancha od esde las páginas de LA NACION o desde la editorial Planeta.

5) Pero querés que te diga verdaderamente de dónde viene mucho de mi desconfianza? De la certeza de que muchísima gente critica, de puertas para afuera, lo que después desea y busca no de la manera más, digamos, decorosa. Hay gente que le hace ascos a La Nación y a los "monstruos" denunciados por la "literatura de izquierda" que me llena de libros para ver si puedo comentárselos en el diario de la oligarquía. Y hay un email, por ejemplo, que no puedo olvidar: "Me enteré de la muerte de tu padre por X. Aunque te conozco poco, creeme que lo lamento. X. Posdata: ¿A vos quién te publica en Francia, Brizuela?" Eso tambien es falta de ética, no?

Te abraza

Leopoldo Brizuela

Leopoldo dijo...

Ah, y una última cosa que no quiero dejar pasar. Precisamente porque supe encontrar vetas de acceso dentro del "monstruo" editorial, no me fue difícil, me fue facilísimo editar a Sara Gallardo, con mucho trabajo mediante, pero creéme que fue facilísimo. Cuando tuve la oportunidad, digo, no reedité a Silvina Bullrich. Ahora mismo soy editor de varias editoriales, en las que se amontonan originales de gente que preconiza abominar de esas editoriales, no recomiendo a Marcela Serrano. Soy autor de Planeta y de Alfaguara, y mis reseñas sobre el premio a Skármeta o al libro de C. F. Moreno ´no me costaron ningún puesto. No me pongo de ejemplo sino en el sentido de que hay mucha gente como yo dentro del monstruo editorial. Y ahora, sí, fue.

oliverio coelho dijo...

Bueno, sí, Leopoldo hay muchos críticos independientes, no quise decir lo contrario: Saavedra, Chita y todos los que mencionas son personas que tienen una notable capacidad de apreciación independiente (ojo, en la facultad también los hay, a mí Rosa y Panesi me parecen pensadores lujuriosos y admirables). A Flavia Costa y Ana Laura Pérez no las conozco, mi intervención en aquella polémica se dio como se da ahora en el blog, vía mail, nunca vi a nadie.

Entiendo tu desconfianza hacia el que no se suma al status quo del mercado editorial -si yo estuviera en tu lugar, quizás tendría la misma posición, pero tengo veintisiete años y no tantos lectores-. Lo que no entiendo es por qué no aprecias cierta producción de pensamiento que puede venir de la universidad... Un agente como Shavelzon en tu caso me parece necesario, ya que tenés una carrera, y vender siete mil ejemplares -y no ironizo- en Argentina es una excepción. Pero hay escritores que lo tienen por snobismo, por no aceptar un destino menor (que es algo deseable si se corresponde con un deseo extraño implicado en la escritura), ya que acá venden con suerte quinientos ejemplares, ¿entendés? A eso me refería con lo de confianza existencial. El agente, con su magnífica técnica de negociación, le encaja una novela a un editor pidiendo adelantos exagerados, pero no lo consigue dos veces. Y en definitiva arruinan las expectativas de un autor condenado a esperar en contra de su voluntad...

Sí, Chitarroni me editaría en Sudamericana (pero hay que esperar mucho), y quizás Leonora (que es un ser encantador salido de Puan y con ella, dado el caso, sí editaría) en Norma, pero más que nada porque soy amigo y/o lector, no porque mis novelas encajen en el catálogo de la editorial o porque ellos tengan una predisposición particular para editar extravagancias. Supongo que mis últimas novelas (no hablo de las que vendrán) riman mejor con una editorial como El Cuenco, esa es la verdad.

Por último, aclaro una cosa: en el fondo estamos discutiendo sobre lo que la industria hace con lo humano, y creo que los últimos escritos de Heidegger (el olvido del ser frente a esa médula del capitalismo que es la técnica) nos ahorraría estas trifulcas... Mantenerse en un margen no es estar al margen, y me parece que es un postura digna que no amerita una impostura. El mercado tiene un margen. Y ahí se puede ser: hacer equilibrio por un tiempo. Un abrazo

Oliverio

Anónimo dijo...

Oh, Oli, il y a bien de gens qui se trompent: nunca jamás yo te he dicho "Oli Oli -como diría Cescut". Yo siempre te he dicho "Oh, Oli", simplemente o sencillamente. Tampoco aseveré en ningún rincón de la Tierra -ni de la Luna- que te envidio. Je crois que Iturri -un mec qui aime Sara Gallardo; il s'agit d'un amour incompréhensible- se trompe. Et si se moi qui se trompe alors je suis l'enfant incapable d'analyser le message verbal qui lui parvient comme une langue incompréhensible. Y no creo que sea mi caso.
Amis, mes amis, champagne. Champagne pour toi, Oli. Pour moi aussi. Et aussi pour Iturri...

Gus Nielsen dijo...

¿Por qué no se van a cagar?

Omar dijo...

Eso. Y coman su propio detritus.