miércoles, marzo 02, 2005

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Entre las muchísimas entradas que aparecen cuando uno busca en el google Barreda odontólogo, abajo resumo y pego una de las más literarias. Leyendo archivos sobre el caso noto que hasta hoy estaba bastante desinformado: por empezar, Barreda no usó una motosierra sino una escopeta. Tampoco sabía que hubiera matado a tantas mujeres. Probablemente en ese entonces, con quince años, no me causara intriga un especimen de este tipo. Me pregunto qué hara en sus ratos libres, en la cárcel, el monstruoso Barreda... No entiendo por qué, después del cuadrupe asesinato -como sería lógico y cómo lo marca la tradición del crimen pasional- no se mató. También leo que confirmaron su reclusión perpetua. Al parecer Barreda habría intentado apelar la sentencia anterior para ser acogido en un manicomio -creo que éste es el sitio que le corresponde-.
"(...)El odontólogo, cuya familia era reputada y muy conocida las mató a tiros de una escopeta marca Víctor Sarrasqueta que le había regalado su suegra.
Al ser detenido tras los homicidios, Barreda expresó a un policía que "harto de cargadas, odios, indiferencia y desamor", subió al primer piso de la casa, tomó la escopeta, bajó y comenzó a disparar a su esposa, a su hija menor y luego a su hija Cecilia.
"Luego disparé a la vieja, ésta me arruinó la vida de casado, de soltero y de mi familia", confesó Barreda.
En su indagatoria ante el juez de instrucción, el odontólogo reconoció que al verlas en el suelo y pensando que estaban muertas sintió "satisfacción,alivio, liberación" y que había "hecho justicia". La conducta criminal de Barreda al parecer surgió como un delirio reivindicativo dirigido contra su propia familia. La última actitud de agresión fue cuando su esposa lo mandó a podar una parra porque son trabajos de un conchita.
En su descargo durante el juicio oral y público, mientras en las canchas de fútbol era aclamado, el dentista había dicho que mató a su esposa, dos hijas y su suegra debido a la humillación y degradación a las que era sometido constantemente.
"Si las circunstancias se volvieran a dar, yo actuaría de la misma manera. No podría haber evitado lo sucedido, estaba bajo un cuadro de degradación y humillación", dijo Barreda en ese momento."

4 comentarios:

Diego dijo...

En éste momento, si de pronto me lo preguntaran, no se me ocurriría un motivo más justificado para matar que el que tuvo Barreda. ¿Acaso un quiosquero que saca un revolver debajo del mostrador cuando le piden toda la plata está más justificado? O al revés, el ladrón que nervioso gatilla sobre el hombre de los caramelos. Barreda mató hace más de diez años y todavía sentimos los ecos de aquellos escopetazos; es muy curioso. Claro, en el caso de Barreda todo pasaba puertas para adentro. Pareciera como que nos molestara que se alteren subrepticiamente (haciendo trampa)las reglas internas que las personalidades han ido construyendo en el fuero íntimo.

Diego dijo...

Es muy curioso más teniendo en cuenta que buena parte de la literatura argentina del siglo XX se ha dedicado a explorar las subjetividades, los roles, y las opresiones domésticas de la vida social de clase media. Quiero decir que tenemos idea de lo que habrá sufrido Barreda. Sin embargo, que ese orden que en los cuentos suele quedar flotando en el aire, como una revelación que nos han contando al oído de pronto se altere por medio de la violencia física no deja de molestarnos sobremanera. ¿Estaremos cuidando nuestra posición de sujeto? ¿Tendremos miedo que a algún conocido le salga el Barreda que lleva adentro?

oliverio coelho dijo...

Claro, basta pensar en Arlt.... Lo que nos deja perplejos es que ese orden social humillante susurrado por la literatura, súbitamente se haga real. Basta ver las fotos de Barreda, con su sobretodo gris, para sentir que ese hombre ha sufrido demasiado puertas adentro. Pero a la vez me preguntó, ¿por qué Barreda se sometía a escenas humillantes? Supongo que obedecía a cierta configuración masoquista en su caracter. Cualquiera en su lugar habría notado que no era bienvenido, que era hora de empacar y empezar de nuevo. Pero si se marchaba tarde o temprano iba a extrañar ese sufrimiento. Otra vez, el dilema de Faulkner: ¿qué elegir entre la pena o la nada? Barreda, al matar, eligió ambas.

Diego dijo...

Coincido en que el psicoanálisis seguramente ya ha escrito varios satisfechos informes sobre Barreda. Pero el tema me parece que de todas maneras excede su subjetividad y su psiquis. O tal vez no lo exceda, pero así y todo nos competa. ¿Irse y dejar a esa casa jolgoriosa, a esas vecinas recibiendo la versión oficial, a ese mundo ciego, sordo y mudo?

Era la subjetividad de Barreda contra la intersubjetividad de la comunidad. ¿Está loco o es el más lúcido de todos?