Las payadas de Ñ no tienen fin. Se nota que les cuesta rellenar cada número. Bajo la estragegia de vaciamiento informativo que carateriza a la empresa de la señora Herrera de Noble -¿o Noble de Herrera?-, Ñ ahora se las trae con el género fantástico y aduce del auge de Liliana Bodoc, Tolkien, Le Guin, un interés masivo por el género y, lo que es más inverosimil todavía, por la literatura. En Ñ suponen una tendencia donde hay azar. Lo cierto es que, con mucha suerte, como las buenas agencias de marketing, fuercen la tendencia al enunciarla.
10 comentarios:
Ay. Y yo que no mencioné a borneo, pese a la insistencia de edgardo cuando le conté de la nota, debido a un ciertos ejercicios éticos que me rigen y, sobre todo, a una cuestión de espacio.
Aunque es cierto lo que dice oliverio. La enunciación de que algo pasa probablemente ocasione que algo pase. Pero de cualquier manera, ya está pasando algo, quieras que no -así dicen que dicen en centroamérica.
En todo caso, los operarios de las fábricas de noticias a este tipo de cosas nos exponemos. En fin.
Diego, no me había fijado quién firmaba esa nota -que en su momento no leí entera, ya que me bastó el copete para horrorizarme-, y ahora descubro que sos vos, el de El cuenco. Una aclaración: nunca se me habría ocurrido que Borneo pudiese entrar en algo así ni aunque sobrara espacio -¿no alcanza con el epíteto de nueva narrativa?-, así que la insinuación de tu comment me parece gratuita. Si de verdad pensaste en incluirla en esa bolsa de gatos, te agradezco que no lo hayas hecho. Habría sido tan errado como encasillar La carne de René en ciencia ficción. Que mis "gatos" tengan alas es totalmente accesorio. Esas cositas sacian mi ansiedad inventiva. En todo caso hay recursos de la ciencia ficción desarraigados en una cartografía kafkiana, pero siempre al servicio del absurdo. Lo que deriva de ese absurdo, la narración paranoica de Ornello, proviene de una distorsión de nuestro Estado, y en ese sentido es realista: está lejos de la C.F y de lo fantástico. Todo esto para explicarte por qué hubiese sido un malentenido que Borneo apareciera ahí, y decirte que la única ética es la de la inteligencia: la otra ética es una impostura. No sé si notás que todos los entrevistados hablan más en términos estadísticos que literarios -"recibimos tres mil visitas al día", o "mil quinientos cuentos por año", cosa típica en el cuerpo de un diario, pero rara en un suplemento. Además si cambias el término "Ciudad de arena" por "club de criadores de cabras" da lo mismo. Considero que esos círculos son como clubes para solos y solas; todos ellos debieran dejar de batir sus cacerolas, retirarse a sus aposentos y recapacitar leyendo las novelas de Juan José Becerra. El único testimonio interesante, el de Vel Hartman "prefiero utilizar la categoría de literatura conjetural para abarcar la ciencia ficción, la fantasía, ese amplio espectro que domina lo fantástico y una gama de las literaturas marginales", cae por su propio peso tautológico: ¿la literatura no se constituye como tal desde un elemento conjetural? Lamento que justo me haya ensañado con una nota tuya. Machacar alguna nota que representa la política mediocre de los diarios en general es un mal hábito que sacio mis fines de semana y que seguramente, si alguien lee este blog, me traiga problemas. Pero bueno, hacer un blog es como jugar con plastilina. Y este comment se me hizo largo... Un abrazo
Dont worry, oliverio. Lo de incluir tu novela era un chiste, basado en la real insistencia de edgardo en que lo hiciera, pero nada más. La verdad que muchas veces hay notas que resultan forzadas, y hacer una nota que incluya como género a lo fantástico y a la ciencia ficción -cuando algunas obras de ese género no tienen los rasgos producidos por el efecto que produce lo fantástico- lo es desde un principio. Pero como decían los radicales, que se dobla pero que no se rompa.
De cualquier modo, repito que un operario de las fábricas de noticias tiene estos gajes en su oficio.
Un abrazo,
diego
y no te parce un poco triste declararte así con tanta liviandad como un "operario de la fábrica de noticias?" , digo, no te da vergüenza? con qué poca cosa te conformás! al menos defendé tu postura, y no admitas con tanta facilidad que tu nota-bodrio es un bluff! digo, no?
Primero, que no pienso que la nota sea un bodrio, sino que digo que se instaura desde un punto de vista demasiado abarcador, pero que no es equivocado. Es decir, hay un debate interesante respecto a la propiedad de usar lo fantástico como un género. Discutible desde distintos puntos de vista, ya que algunas posturas plantean que lo fantástico no es un género sino simplemente un efecto y otras que plantean que el género fantástico tiene como marca la inclusión de lo fantástico en sus desarrollos. La primera postura produce que se abarquen una cantidad muy grande de vertientes literarias y artísticas en su nombre: tal es el punto de vista que, si bien discutible, no es errado y sobre el que la nota ha sido escrita.
Por otro lado, creo que en el capitalismo no existe libertad de empresa, sino libertad de prensa, y me parece que quienes piensan que el periodismo es un oficio más libre que otros se autoengañan en sus planteos -posición sustentada por un gran número de periodistas. Es una postura ingenua pensar en un periodismo independiente en tanto y en cuanto existan relaciones obrero-patronales en el ejercicio de la profesión. No existen medios independientes, más allá de lo proclamado por sus avisos o por mucho que se le crea a algunos porque lo difundan. Quien haya trabajado en empresas periodísticas sabe que existen hechos que no existen, empresas que no se mencionan, conflictos que no se difunden. Esto no significa que quien trabaje en este tipo de empresas sea un traidor a sus ideas ni mucho menos: son los avatares de la clase trabajadora, la particularidad del oficio periodístico plantea simplemente diferentes materiales con que se producen los bienes, ya que éstos no son bienes materiales, sino simbólicos o ideológicos. Sería burdo reprocharle a un trabajador metalúrgico de Fabricaciones Militares que trabaje fabricando las municiones cuyo uso desconoce. Pero, por ejemplo, en Clarín se planteó, en 1989, un paro debido a una solicitada que planteaba una defensa de los genocidas de la dictadura. La solicitada finalmente no salió. En Chile, en el diario El Mercurio durante el gobierno de la unidad popular, los trabajadores lograron instaurar unas "páginas de los trabajadores". Es decir, los lineamientos editoriales de la empresa se cumplían porque, bajo el capitalismo, ese es un derecho patronal. Pero en las páginas logradas mediante la lucha, los trabajadores escribían sin censura.
Ahora, como espero haber aclarado, no he defendido posiciones con las que no acuerdo, sino que simplemente admito lo discutible que puedan resultar. Desde ya me declaro no poseedor de la verdad última respecto a las evoluciones literarias. Por otro lado, me declaro orgullosamente como operario de una fábrica de noticias porque sé que un día los trabajadores podremos romper con los moldes de esta sociedad para cambiarla definitivamente. Además, declaro como una ingenuos a quienes pretendan defender una posición de independencia en el oficio periodístico en tanto y en cuanto trabajen en una empresa de prensa y mientras vivamos bajo el capitalismo.
Pero quisiera aclarar una cuestión. El ejercicio de parresía llevado a cabo por Rodolfo Walsh, por ejemplo, en Operación Masacre, en Quién mató a Rosendo o en la publicación de la CGT de los Argentinos o el diario El Mundo tuvieron sus particularidades, ya que los dos primeros libros fuerona además novelas -y su génesis estuvo marcado por la independencia y la clandestinidad-, la publicación de la CGT correspondía a una entidad gremial filoclasista y El Mundo era el diario de los montoneros -diario que gozaba, de cualquier manera, de una comisión interna clasista y opositora a la dirección editorial. Este entre otros muchos casos de ejercicio de un oficio muy digno, casi como cualquier otro. Para no hablar de la epopeya de los primeros años de Prensa Latina u otras experiencias.
Bueno, en fin, es un debate interesante y largo. Que en un gremio y en un país arrasados por la crisis merece ser desarrollado.
yo ingenuo? si lo mío es ingenuo, que es esto?: "Por otro lado, me declaro orgullosamente como operario de una fábrica de noticias porque sé que un día los trabajadores podremos romper con los moldes de esta sociedad para cambiarla definitivament" qué genial, qué bueno enterarse que ahora trabajar en Ñ es sinónimo a cambar el mundo! buenísimo, es lo mejor que esuché en el día. Por otro lado, no creo en la independencia de la prensa, no era ese mi argumento. No creo en la prensa en general (mucho menos si se la toma desde el hermoso concepto "fábrica de noticias")Desde mi punto de vista, un suplemento como ñ es indefendible y directamente no hay que trabajar ahí.
Como algunos guiones se me chanflearos y salieron signos de pregunta confusos, pego mi comment anterior, y aprovecho para pedirle a Anonymous que, dado que sus afirmaciones son categóricas y seductoras, las respalde firmando al pie, para que la voz tenga un cuerpo -desconocido o familiar-.
"Pero Diego, justamente lo que se le reprocha a Ñ es hacer -o deshacer- un suplemento literario con la política de su fábrica de noticias. ¿Por qué inventar tendencias y hacer con la literatura lo que el cuerpo del diario hace con la carrera de nuestros políticos? ¿Para qué inventar noticias y espantar al poco público lector que queda? Entiendo lo que decís y disiento con Anonymous: funcionan así los diarios, y en el interior de la redacción priva esa norma. No está en cuestión que mucha gente viva del periodismo, de algo hay que vivir... Lo que está en cuestión es que no funcionan así los suplementos: con sus líneas editoriales, gusten o no, Radar libros, Cultura de La Nación, o el mismo suplemento de La voz del interior, no fabrican noticias -y no hablo de la calidad de estos suplementos, sino de que, más allá de que reseñen siempre los mismos libros, no siguen una estrategia publicitaria. Y es que el diario, si no hay publicidad, asume la pérdida. Clarín intentó innovar desde una premisa opuesta, que la cultura dé ganancia (modificando la célebre máxima de Fogwill -Ñ cuesta 50 centavos y no vale nada-, podría decirse que vale algo cuando hay reseña de Juan Becerra o entrevista a algún filósofo). Pero para que haya ganancia debe haber un esquema mercadotécnico, y ese esquema es el de la estadísca, el del vacío de contenidos, el de la novedad efímera, el de debates que ahora me doy cuenta no conducen a ningún lado, ya que son tratados como noticias para anular cualquier devenir ideológico. (No niego que este movimiento quizás beneficie a una parte de la industria editorial, pero definitivamente no beneficia a editoriales que no apuestan a lo masivo.)
Y parte de esa política noticiosa consiste en poner a figuras de cera como Vargas Llosa o Abelado Castillo en una tapa, o en informar que hay un auge de la literatura fantástica -el auge, ya te dije, está implícito en su propia enunciación-, y relacionarlo descabelladamente con la situación del país, tal como si nuestras miserias, tras la derrota, nos hubieran predispuesto psicológicamente para lo fantástico. Yo creo que algo pasa: y lo que pasa es lo que no está pasando en los anuncios y no tiene que ver con un género sino con voces personales: las novelas de Gustavo Ferreyra, las de Becerra, El pasado de Pauls -que sí tuvo plana, pero por el premio Herralde, y no por lo que es la novela-, la épica conceptual de linkillo, las Manos verdes de Matías Serra, la monocromía de Chejfec... Por no hablar de las malformaciones de L. Lamborghini, de Aira y de Fogwill, claro, y de muchos jóvenes que andan por su primer libro o todavía no pueden editar porque las condiciones del mercado editorial acá son pésimas...
olvierio: me parece que si pensás que abelardo castillo es de cera estás un poquito confundido. igualmente, defiendo tu postura, que es entendible, aun cuando todos sepamos perfectamente que ya no hay literatura en el sentido en que se la podía entender hace 50 o 60 años. los ejemplos de voces "injustamente ignoradas" tampoco me parecen demasiado felices, pero bueno, supongo que se hace con lo que se tiene.
Harvey, yo no hablé de voces injustamente ignoradas, ese es un término tuyo. Yo dije que lo que pasa en la literatura no pasa en los anuncios y mencioné algunos escritores -que sus libros sean reseñados o no y tengan un pequeño público es otra cosa, si no te gustan entiendo, no tenemos los mismos gustos y ya.
Bueno, a mí Abelardo Castillo me parece parte de una tradición estéril -aunque sus cuentos, justamente por eso, son excelentes-, y no voy a caer en el lugar común de no considerarlo un figurón de cera porque sus posturas políticas aparentan ser más simpáticas que las de Vargas Llosa.
Oliverio, creo que estás muy ansioso por bajar línea...no me parece una actitud saludable...
con cariño
una humilde admiradora
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