Lo que sigue es un proyecto trunco. En algún momento de mi vida, o mejor dicho, durante toda mi corta vida, me propuse hacer algo con mis diarios de viaje. Un amigo, para una revista, me pidió un texto y emprendí la tarea -perserveré apenas un día- de tornar legible anotaciones extravagantes. Me empantané en una especie exégesis esquizofrénica: supuse que después emergería el espacio y el tiempo del viaje. Me desalenté rápido ante la falsificación que se impone al trabajar con la propia memoria. No tuve en cuenta que transcribir y adornar esas notas -muy ligadas a un estado- borraban el caos perceptivo implícito en cada viaje -sobre todo en la India-, soslayaban el peso que la experiencia inmediata tiene en el tiempo del diario. El resultado, a fin de cuentas, no coincidía con esas franjas vivas de recuerdo que conservaba intactas sólo porque no había querido volverlas ni memoria ni literatura. Aquí, los fragmentos y el proyecto infame de un diario paralelo.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario