Conocí a Sergio Julián Monreal en Puebla. Recuerdo que era abstemio y el grupo de escritores -todos mexicanos- que nos había invitado no podía perdonar la transgresión. Me atrajo enseguida su aspecto de científico loco, el mapa avanzado de su calvicie, sus lecturas de Onetti y Borges. Días después nos cruzamos en el centro de ciudad de México. Sergio intentó conducirme a una fonda lóbrega -no recuerdo si llegamos-. Desde entonces -ya hace más de ocho años- Sergio cumple semanalmente con el ritual de un mail colectivo en el que exhibe sus más diversas y contradictorias cualidades de ensayista, poeta, narrador, analista político, crítico de arte, dramaturgo, crítico de cine, etc... Acá un interesante escrito sobre Dogville. Y algunos relatos.
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