Componer una novela a partir de lo que sucede dentro del ojo de una mujer. Utilizar la estructura episódica. Apelar a un lenguaje "inconsciente": ese lazo tenue entre el que escribe y lo que se inscribe en la escritura podría permitir que la narración imponga la elipsis como hilo del relato. Una novela en la cual sea la amnesia del relato y no su desarrollo lineal la memoria épica de los hechos.
Lo que mora en el ojo, en el fondo, puede ser lo real si esa nada fragmentaria se dispone como una totalidad secuenciada: una totalidad extraida de la retina.
Ideal: que esa totalidad no se revele como una alucinación característica del uso del indirecto libre, sino como una condición de lo real. En definitiva, se trataría de aspirar a un objetivismo transformista en el que las cosas se animan o sexualizan, pero nunca invaden: suceden en la realidad, no en la percepción.
1 comentario:
En efecto. Para aspirar a un realismo sin espejos -y sólo con retinas-, lo mejor es apartarse de ese indirecto libre que tan bien le sienta al futurismo.
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