miércoles, octubre 26, 2005

Juicio final

En primavera la red asociativa de convalecientes crece en Buenos Aires y el intercambio epistolar entre ánimas maltrechas, asomadas al hoyo de su propia espiritualidad, aumenta en proporción a la depresión que genera el encierro. Entonces el intercambio epistolar es la ventana al mundo. Durante años creí que sólo a mí las muelas de juicio me habían salido torcidas y que debía interpretar éste signo como una alegórica falla genética. Lo que más me sorprendía era que la mayoría de las personas, cuando les preguntaba sobre el tema, confesaran no recordar si las muelas les habían salido o no, y hasta ignoraran todo al respecto. Una de las variantes de la dicha consiste en que las muelas juicio directamente no bajen. Pero una dicha superior, para la cual las combinaciones deben ser muchas, reside en que las muelas salgan derechas y además haya espacio en los maxilares para que estas pequeñas mascotas óseas gocen de diarios ejercicios de trituración. Algo en apariencia imposible pero que, en la realidad, según mis indagaciones, se verifica muchas veces al punto de que, recién hoy, en un intercambio epistolar, una amiga resumió una desgracia similar a la mía al contarme que le habían sacado ya tres muelas de juicio. No obstante, aunque ya no me quedan muelas de juicio -o juicio a secas- juego con la posibilidad tenebrosa y sobrenatural de que las cuatro me salgan otra vez.

3 comentarios:

violeta dijo...

la dicha más grande, creo, es directamente no tenerlas. no es mi caso: a mí me sacaron las cuatro. las tengo dando vueltas por mi cuarto.

mat guillan dijo...

la única muela de juicio que me sacaron me salió acostada; esto es lo que se llama ser vago hasta las muelas.
salió horizontal y tuve 45 minutos de intervención. tuvieron que partirme la muela a la mitad con una especie de minicortadordemuelas y eso fue lo más doloroso: en el centro de cada muela hay nervios y como están rodeados precisamente de muela no se puede poner anestesia. entonces, dolor, aaaagh. volví a casa, me tiraron los puntos como la gran puta, insulté para adentro porque no podía hablar y luego (demasiado luego) llegó un sentimiento extraño: mezcla de paz indolora y paranoia galopante. cualquier día de estos podía salirme otra de estas muelas.

cariños.

oliverio coelho dijo...

Yo también las tengo acá, sobre la mesa, y las miro. Son gigantes... MAtías, ya he llegado a ese sentimiento de paz indolora, y para no dormirme abuso del tereré...