Buenos Aires amaneció con mucho frío y sol. En varias plazas se veía a gente abrigadísima, como si estuviera en Sudáfrica, tendida en el pasto, con mate y bizcochitos. Para mí fue demasiado tempranero ese picnic invernal y preferí ver al público de Buenos Aires y al de Johannesburgo desde mi casa, encerrado en mi escritorio, con mi mate y con el malhumor que en cualquiera produce acostarse tarde y levantarse muy temprano. (sigue en el blog de Babelia...)
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