martes, junio 29, 2010
Simetrías cicatrices
Cuatro años atrás, en una tarde gris, pasé por la casa de mi padre para ver el partido por octavos de final de la selección argentina. En aquel mundial de Alemania, mi padre había recuperado el entusiasmo por la selección, después de dieciséis años, y había declinado su escepticismo militante respecto al futuro del jogo bonito en su versión criolla. Según él, nuestra época de oro había pasado, y la selección, como todos los equipos del fútbol local, no daba la talla de las viejas glorias que él recordaba haber visto jugar –desde Labruna y Distéfano, a Bochini y Maradona–. “Parece que ahora están jugando bien”, admitió entonces, contrariado y a la vez seducido por la posibilidad de abandonar su escepticismo ante la aparición de Messi y Tévez. (sigue en el blog Papeles perdidos...)
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