domingo, agosto 21, 2005

El discurso del Presidente

"¿Qué pasaba? Carcajadas estruendosas en el pabellón de afasia, precisamente cuando transmitían el discurso del Señor Presidente. Habían mostrado tantos deseos de oír hablar al Presidente...
Allí estaba el viejo Encantador, el Actor, con su retórica habitual, el histrionismo, el toque sentimental... y los pacientes riéndose a carcajadas convulsivas. (...) El Presidente conmovía como siempre a sus conciudadanos... pero los movía, más que nada, a reírse. ¿Qué podían estar pensando los pacientes? ¿No le entenderían? ¿Le entenderían quizás demasiado bien?
(...)El habla no consite sólo en palabras ni sólo en proposiciones. Consiste en expresión, cuya comprensión entraña infinitamente más que la mera identificación de las palabras. Ésta era la clave de aquella capacidad de entender de los afásicos, aunque no entendiesen en absoluto el sentido de las palabras en cuanto tales (... ) Porque, aunque las palabras, las construcciones verbales, no pudiesen transmitir nada per se, el lenguaje hablado suele estar impregando de tono, engastado en una expresividad que excede lo verbal (...) y es esa expresividad, precisamente , esa expresividad tan profunda, tan diversa, tan compleja, tan sutil, lo que se mantiene intacto en la afasia, aunque desaparezca la capcidad de entender las palabras. (...) El paciente puede captar plenamente el sentido aunque no capte una sola palabra. Esto, en nuestra especie Homo loquens, parece casi una inversión del orden habitual de las cosas; una inversión, y quizás también una reversión a algo más primitivo y más elemental.
(...) El afásico no es capaz de entender las palabras, y precisamente por eso no se le puede engañar con ellas; ahora bien, él lo que capta lo capta con una precisión infalible, y lo que capta es esa expresión que acompaña a las palabras, esa expresividad involuntaria, espontánea, completa, que nunca se puede deformar o falsear con tanta facilidad como las palabras...
(...) En eso fundamente reside pues su capacidad de entender.... Entender, sin palabras, lo que es auténtico y lo que no. Eran, pues, las muecas, los histrionismos, los gestos falsos, y sobre todo, las cadencias y tonos impostados de la voz , lo que sonaba a falsedad para aquellos pacientes sin palabras (...) Mis pacientes afásicos reaccionaban ante aquellas incorrecciones e incongruencias tan notorias, tan grotescas incluso, porque no los engañaban ni podrían engañarlos las palabras. Por eso se reían tanto del discurso del Presidente."

Oliver Sacks


Nota deprimente: Probablemente, si en tiempos de elección, cada candidato sometiera su discurso a un jurado de afásicos, y se midiera su credibilidad en relación al volumen de risas, habría una democracia distinta. Si sólo los afásicos votaran y se los aceptara como la cara ideal del pueblo, seguramente Duhalde seguiría siendo bañero y a esta altura habría abierto, con sus pequeños ahorros, una pequeña colonia de vacaciones en Lomas de Zamora. Ibarra serguiría como lagañoso fiscal. Los Menem serían unos viejecitos solterones que andan en mula entre las sierras y por la noche se preparan su charqui. El presente es otro, claro, lógicamente afásico, y las palabras -multiplicadas en los medios- cubren el verdadero sentido de la política.

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