jueves, abril 09, 2020

Notas de cuarentena 5


Otro día

Días sin escribir en este diario. Me dediqué a organizar el blog del taller y un Instagram para volcar los espejismos de campo. Siempre son espejismos en relación a lo humano. No hay paisajismo, creo, en las imágenes. El del taller no es cualquier blog, sino una bitácora específica, de microcuentos, para encauzar la toxicidad de la cuarentena. La producción de los participantes es pletórica y me parece que funciona como memoria colectiva de esta época. Escriben más libres que nunca, con un mirada ácida y desencantada, capaz de digerir las noticias más absurdas.

Se acerca el fin de la cuarentena y la definición de la siguiente etapa, que seguramente sea otra cuarentena y así sucesivamente hasta dividir el país en territorios con microcuarentenas, donde el vecino será siempre un peligroso vehículo de infección: el extranjero, al estilo Dogville. 

Hay otro modo de pensar la situación. Me la figuro de esta manera: un ejército ataca una ciudad amurallada. Los ciudadanos resisten detrás de las murallas con los víveres acopiados antes de la invasión. El ritmo de la ciudad, ante el asedio, se paraliza. Se expande el terror, porque en algún momento los bárbaros van a entrar y sacrificar a parte de la población. En un comité de sabios, se debate la posibilidad de salir. “¿Cuánto tiempo podemos resistir adentro, si sabemos que en algún momento entrará el ejército?” "¿Si encontráramos un modo de salir sin ser vistos y dejar la ciudad vacía a merced los bárbaros?” “¿Tenemos una salida secreta?”.

Me acostumbré a la idea de no poder volver a retomar mis rutinas en Buenos Aires y entregarme a una nueva vida en Lobos, lejos de mi pasado, casi como un exiliado pero con familia. Los amigos parecen estar lejos, muy lejos, enterrados en el sarcófago de sus casas. Más allá de que no estemos en Buenos Aires, tengo la impresión de que en la ciudad todos experimentan lo mismo respecto a sus seres queridos: un aislamiento insalvable que está a punto de volverse impresión de clandestinidad. ¿Cuál es nuestra salida de emergencia, antes de que implosione socialmente el país? Debería ser una salida secreta, ajena al sentido común del Estado. 


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