lunes, junio 13, 2005

Expreso real: Arlt-Lambo...

Súbitamente, creo descubrir la figura positiva del delator en la literatura nacional. El delator imita tonos para nombrar objetos propios o darle propiedad -sustancia- a ciertos objetos colectivos. En el caso de Osvaldo Lamborghini hay un modulación que indudablemente proviene de Oscar Masotta. Ambos saben que en el hombre de clase media hay un delator en potencia; ambos rompen la letra traicionada por Roberto Arlt. Lamborghini substancializa los tonos de Masotta. Delata a la clase media -y en ella lo que se pliega genéricamente sobre un imposible político simétrico a un imposible lingüístico- y desplaza el punto ético de la estética hacia la contramoral. El proceso de esa delación exige el relevo de los efectos: sólo haciendo con la lengua lo imposible -llevar la imposibilidad de escribir a una reenunciación que es a la vez renuncia a la literatura-, puede delatar la estafa de lo simbólico: la estafa de la existencia que deja a la vista la obra de Arlt, y mucho después la de Osvaldo Lamborghini. Cierta mala fe, cierta exigencia o máxima predisposición para que la lógica entre por fuera de la razón -como en los locos-, son necesarias para creer en el futuro de la letra.

1 comentario:

oliverio coelho dijo...

Oh, no, nada de acusaciòn... màs bien apologìa travestida...