miércoles, junio 07, 2006

Nacional

Por Juan José Becerra *


La Senadora Nacional Silvia Giusti, del Partido Justicialista de la provincia de Chubut, pensó, redactó y sometió al debate de sus pares, todos probados émulos de Don Lisandro de la Torre, la reforma del Artículo 8 de la Ley 17.741. La idea es que las películas argentinas incluyan un mínimo de ocho segundos del plano general de la bandera de la Patria, celeste y blanca, símbolo de la unión y de la fuerza con que nuestros padres nos dieran independencia y libertad. De lo contrario, serían consideradas extranjeras: paraguayas o japonesas, para citar solo algunos ejemplos del futuro de vergüenza que le espera al cineasta desertor. Por fin una mirada stalinista sobre el arte. Era hora. Aquí -sobre todo en el mundo del cine- hay mucho pantalón tiro bajo, mucho anteojito trapezoidal, mucho yoga, mucho escarceo sexual y humo en los festivales y mucha, muchísima, droga de diseño (nueve de cada diez miembros de la industria cinematográfica argentina son adictos a algo) que, en general, dan como resultado una cinemanía liberaloide hecha a la usanza de Hong Kong -otro relajo- y los carcamanes de la Nouvelle Vague, adefesios formales en guerra abierta contra lo nuestro.
Pero hay que ir más allá. Los ochos segundos de bandera argentina, que deberían ser ocho minutos, podrían insertarse en los momentos de clímax de cada relato. Por ejemplo, si un guión X desarrolla la secuencia narrativa "amor a primera vista, encuentro ardiente, problemas, separación, reencuentro, asesinato", ésta debería ser reemplazada por "amor a primera vista, encuentro ardiente, problemas, separación, reencuentro, bandera argentina, asesinato en el Monumento a la Bandera". ¿Por qué todas las películas argentinas, las de ficción y las documentales, no pueden tener su desenlace a orillas del Paraná? ¿Cuál es el problema técnico para que no se haga? En cuanto a la floreciente industria pornográfica local, la reforma al Artículo 8 debería obligar a las estrellas femeninas a que, cuando saquen de su boca lo que en ellas haya entrado, dejen al descubierto, y a merced de un primer plano, la inscripción "Compre argentino" tatuada en escroto o bajos del glande en el estilo fileteado del maestro Martiniano Arce.
Como contribución al acervo de la Cinemateca Nacional, la reforma de la senadora cinéfila (o banderófila) no debería evitar que se realizara el film Bandera Argentina, pensado exclusivamente para entrar en los archivos (tiene que ser una película maldita por encargo; o sea: nadie tiene que verla). La historia que debería contar es la de una bandera, colgada de su mástil, tomada desde un solo plano fijo a lo largo de seis horas. Así como en Sleep, de Andy Warhol, un hombre dormía, se hacía el dormido, soñaba, se sacudía, pensaba, entre otra cantidad incalculable de actividades, la bandera de Bandera Argentina podría flamear en ondas, arrugarse, plancharse, enroscarse sobre el mástil y hasta deshilacharse y desaparecer de golpe: una típica película de aventuras. Una vez que tengan resuelto este problema, los asesores de Giusti arrancarán con dos proyectos ambiciosos: que las ballenas francas de Puerto Madryn tengan en sus aletas una escarapela al lado del slogan "Todos los climas" como dispositivo de publicidad estática itinerante. Y el último, con el que el think tank de Giusti se devana los sesos: intervenir las voces submarinas de las ballenas con la Marcha Peronista o Argentino hasta la muerte de Roberto Rimoldi Fraga (1989-1999), con el propósito de darle a la naturaleza una muestra de la música incidental de la Nación.


* Zoom, Los inrockuptibles, junio de 2006.

1 comentario:

Q. dijo...

Loli siempre a full con el porno.