En 1953, en latitudes bien distintas, dos libros de relatos presentaban experimentos extraños y ajenos a cualquier vanguardia literaria. Ambos libros aparecían sin mucha repercusión. Juan Rulfo tuvo que esperar la publicación de Pedro Páramo, cinco años más tarde, para que sus cuentos, bajo el interés que generó su novela, cobraran visibilidad. Antonio Di Benedetto quizás haya tenido que esperar toda una vida para que... (Sigue en Nación Apache)
* Publicado en el Suplemento Cultura de Perfil.
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