Y bien, morimos.
Millones de años
para la muerte, para una dignidad
extraña, en cierto modo
ajena. Pero el tema es más ambicioso
que el pensamiento
y se pudre allí mismo.
Quizás hay un error
de pespectiva en todo esto;
especulaciones, sistemas,
estructuras mentales
y el terror debajo. Pero antes
hemos pedido vino
y marchitas
vimos caer las uvas. Morimos,
algo extraño,
pero siempre después.
Y sin embargo hay hombres,
hombres en todas partes,
sobre todo en la tierra.
Multitudes, máquinas,
cerebros secos al amanecer,
el viento, una rosa en la mesa
y café. Todo esto
consagrado a la luz; la muerte
no es natural.
Joaquín Giannuzzi
* de su primer libro, Nuestros días mortales (1958), incluido en Obra poética, Emecé, Buenos Aires, 2000 (atención: actualmente en saldo en la librería Dickens.)
6 comentarios:
La muerte, extraña, después, con dignidad ajena. Me gustó muchísimo.
Qué intenso. Y hoy, encima, tarde de sol y sin muertes aparentes en lo que a mí respecta. Gracias.
Un local de antigüedades, Oliverio, me imagino así al Dickens.
La muerte tiene pocas esperanzas...
querida querida muerte
no te vas a morir
te van a matar
saludos
gran blog
guachaeditora.blogspot.com
Qué pena que estoy con antibióticos y no puedo consagrarme al vino.
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