jueves, mayo 03, 2007

Sobre Rocanrol, de Osvaldo Aguirre, Beatriz Viterbo editora, 2007.

Desde hace tiempo Osvaldo Aguirre viene desglosando los mitos de la marginalidad en investigaciones periodísticas, crónicas, novelas y libros de cuentos. En el caso de Rocanrol, el mito es el habla, y sobre todo la voz del sobreviviente que aparece desplegada en la mayoría de los relatos y transforma lo verosímil en veraz. La evocación tiene algo expiatorio, y desde el momento en que los personajes, sumidos en una coloquialidad árida y semejante a la que podría graficar un monólogo interior alucinado, refieren un suceso –una merca maldita, un gran fumo, las vicisitudes de un robo absurdo-, muestran la cara neta de la marginalidad: el que habla, el que refiere lo vivido, es siempre un alma en pena. Es alguien que ha sobrevivido por azar y estiliza la violencia en el discurso del testigo. Los hechos extremos son un punto de inflexión en vidas consumidas. No hay personajes libres, todos han quedado apresados en la memoria de una experiencia terrible; salvo el protagonista de Garganta profunda, un periodista que ha tratado a muchos canas y, como solitario acuarelista de cuadros policiales, tiene la distancia suficiente para dar su versión de los hechos agrupando voces y cabos sueltos.
El último relato, Buche, quizás sea junto al épico Rocancol –en el cual un grupo de yonquis pierde a un amigo por sobredosis- el relato más impactante del volumen. Está ambientado en la última dictadura, el tono es seco y se relata, con la ambigüedad y la distancia justa, la siniestra transformación de “el Pollo”, un alto militante de la JP que es secuestrado. En este trance, la prosa de Aguirre no presenta restricciones, es directa y a la vez expansiva, y muestra a un protagonista reducido a lo inhumano por máquinas de torturar. Detrás de la coloquialidad que articula los ocho relatos de Rocanrol, se agazapa un escritor que, atento como pocos al presente de la marginalidad, tamiza de un modo inmejorable esa lengua espontánea –en sí una atmósfera- que tanto ponderaron los beatniks.

* Publicado en Los inrockuptibles, mayo 07.-

1 comentario:

Nicolás Mavrakis dijo...

Yo hice la reseña en Perfil, y evidentemente lo hemos leído desde costados tangenciales.