martes, noviembre 01, 2005

Norte

Camino por Barrio Norte. A pesar del malestar que me genera el teatro de operaciones consumista, trato de observar y sacar alguna constante: lo que caracteriza a la zona es la superpoblación de salones de belleza y spas... A razón de tres por cuadra. Un sociólogo sacaría la conclusión obvia de que la proliferación de spas en determinadas zonas de la ciudad se debe al poder adquisitivo de los moradores. Quizás agregaría que debido a la configuración de un deseo postergado, los moradores/ras imitan a modelos que ven en las revistas, en los programas de chimentos y en los desfiles de moda... Por lo cual todo salón de belleza sería en el fondo un salón mimesis y apuntalamiento existencial, un espacio contractual en el que, más que cumplir con las expectativas escatológicas del cliente -la apariencia y el valor de uso nunca se alcanzan, ya que provienen de esferas virtuales como la del espectáculo, y es esa su condición de supervivencia-, se alienta y se legitima la naturaleza de la apariencia como propiedad privada -la cosa exhibida pero separada de sí misma-; como mercancía que, aunque consumible, o precisamente por eso, es imposible de usar: imposible de ser humanizada ahí dónde la expresión de lo bello se cruza con la apariencia de lo neutro.

3 comentarios:

Pablo dijo...

Qué deiferencia con el sur. Acá, lo que abunda son las verdulerías...y las carnicerías de baja calidad también. También abundan los pibes dezclazos y las viejas demacradas....no hay muchos spa.

Diaz de Vivar dijo...

es probable que la proliferación de spas se deba al alto poder adquisitivo de la población del barrio. lo que no creo es que esos denodados esfuerzos por conseguir una apariencia que les haga verse como tal o cual personaje (provenga del mundo del espectáculo, del arte o de donde fuere) sean privativos de la clase social a la que hacés referencia.

Virginia Janza dijo...

Sos sociologo? si no emulaste bien sus observaciones y comentarios...
atacar a la gente porque acude a spas para paliar sus angustias existenciales o sus inseguridades me parece como atacar al pibe de la calle que se falopea para evadirse. En definitiva ambos son esclavos de un sistema que algunos eligen más conscientemente que otros, pero que no eligen la forma en la que quedan atados.
Es una vida muy triste y muy vacía la de la algunas personas de clase alta, hay otra gente que sin tener lo que ellos tienen viven mucho mejor.